El tiempo pasa corriendo, pero ya va a ser un año en que
la palabra crisis se apoderó de nuestras conversaciones diarias. Muchos cambios
llegaron con estos tiempos turbulentos que muy pocos pronosticaron. Ejecutivos
con muchos años de experiencia, de la noche a la mañana, buscando empleo o
tratando de montar empresa. Compañías que en pocos meses tuvieron que
reinventar su modelo de negocio o crear nuevos mercados para sobrevivir. Muchos
sentimos en carne propia ese sentido natural de conservación y de tratar de
adaptarnos. Precisamente este es el título del último libro de la autora y
consultora internacional M.J. Ryan, AdaptAbility:
how to survive change you didn't ask for. Para Ryan, aun cuando ciertas
personas y organizaciones están mejor capacitadas para enfrentar grandes
cambios no previstos, es posible mejorar nuestra habilidad para lograrlo. En
entrevista Ryan expone algunas de sus recomendaciones.
¿Qué
implicaciones tiene el cambio no deseado en nuestros tiempos?
Nadie está exento. Como consultora asesoro gente muy
diversa, desde el presidente de una multinacional en Arabia Saudita, hasta el
ama de casa que desea ingresar a la fuerza laboral. Ya sea porque están
desempleados, tratando de permanecer relevantes después de los 60, buscando los
recursos para un emprendimiento, o con la angustia de perder su casa, gente en todo
el mundo hace lo posible por enfrentarse a los inmensos cambios de hoy. Es lo
que el experto organizacional Peter Vail llama “las permanentes aguas
turbulentas”, haciendo referencia a tiempos nunca antes vistos de
incertidumbre. En el exitoso libro El
cisne negro, Nassim Nicholas Taleb nos explica que vivimos una era de
extremos en donde todo puede suceder.
¿Qué
hacemos entonces? ¿Regresar a las recetas del pasado y rezar para que todo
salga bien? ¿Quedar paralizados como a quien lo ataca un león?
Estoy convencida de que lo mejor que podemos hacer es
tratar de prepararnos para un futuro incierto. Tenemos que aprender a cambiar y
adaptarnos a las distintas circunstancias que se nos presenten. Como un
deportista experto en Kayak tenemos que aprender a enfrentar aguas turbulentas.
Ellos saben que se van a topar con obstáculos y por momentos quedar sumergidos,
pero están entrenados para reponerse. Así debemos actuar. En una reciente
encuesta de la firma consultora McKinsey, 89% de 1.500 ejecutivos a nivel
mundial aseguraron que la capacidad de adaptarse es una cualidad indispensable
para el éxito profesional.
¿A
qué se refiere con la frase el cambio no es nuestro enemigo, nuestro enemigo es
el miedo?
Una parte del cerebro que tiene que ver con esto es la
amígdala, que compartimos con mamíferos y reptiles. La amígdala permanece
siempre alerta a percibir señales de dolor, placer, seguridad y peligro. Una
vez identifica alguna amenaza despliega sentimientos naturales de lucha,
negación o, en algunos casos, de sentirnos paralizados, que afecta ampliamente
nuestra capacidad de pensar con claridad en las crisis. A esto se refieren los
psicólogos cuando comparan a un ser humano con una presa paralizada frente a su
atacante. Esta situación la veo todo el tiempo en las compañías. La gente
simplemente deja de trabajar. Gastan la mayor parte del tiempo paralizados del
miedo imaginando cosas y mirando cifras. Cientos, incluso miles de horas
productivas perdidas. Por esto afirmo que el cambio no es el enemigo, es el
miedo lo que afecta el bienestar y las capacidades de los individuos en las
organizaciones.
Todos
conocemos personas con una admirable capacidad de enfrentar el cambio. ¿Es posible
aprender esta cualidad?
La buena noticia es que diversos estudios han encontrado
que los seres humanos somos más resilientes de lo que pensamos. Resiliencia es
nuestra capacidad de triunfar frente a situaciones de extrema dificultad. Los
psicólogos Suzanne Kobasa y Salvatore Maddi, reconocidos expertos en la
materia, realizaron una investigación en compañías como AT&T que
enfrentaban tiempos de inmensas transformaciones. Lo que ellos encontraron fue
que las personas que lograban salir adelante tenían lo que ellos llaman las
tres C. En inglés, estas características son Challenge (para quienes la vida es
un desafío, se expresan con optimismo sobre el futuro y cada cambio es una
oportunidad de aprender), Control (tienen un convencimiento de que con sus
acciones influencian el resultado de las cosas para bien. Contrario a
permanecer pasivos, toman acciones concretas en lo que identifican pueden
cambiar) y Commitment (ven un propósito más amplio en su vida al cual se
aferran en tiempos de dificultad. Disfrutan la vida, que tiene un significado
mucho mayor al de solo sobrevivir). Recomiendo tener presentes estas cualidades
siempre que uno se enfrenta a un cambio no esperado.
¿A
qué se refiere con la importancia de recopilar datos como un periodista?
Tan pronto uno enfrenta dificultades, el primer paso es
darle una mirada desapasionada a las cifras y a los hechos. Esto puede sonar
obvio, pero en la práctica no lo es tanto. Por una parte, la complejidad de
ciertas situaciones dificulta entender el panorama al que uno se enfrenta. Pero
la razón principal de enfocarse en los datos tiene que ver con la forma como
opera nuestro cerebro. Teóricos en organizaciones, como el autor Chris Argyris,
explican que el ser humano tiende a crear sus propias historias. El cerebro va
filtrando información y la va acomodando de acuerdo a experiencias del pasado.
Esto ayuda a que en momentos de crisis, en medio de la exaltación, rápidamente
creemos en nuestra mente situaciones que no corresponden a la realidad. ¿No le
ha pasado que una noche sale de la oficina pensando que todo es caótico y al
otro día, ya descansado, ve las cosas de otro color? A esto me refiero con
investigar los datos como si fuera un periodista, tratar de hacerlo de manera
impersonal y con la mayor objetividad posible. Lo importante es alejarnos de
nuestra tendencia natural a crear historias, hacer suposiciones, y llegar a
conclusiones caóticas. Una vez conocemos la realidad, sin ocultarla, por dura
que esta sea, el cerebro empieza a trabajar para crear soluciones.
Un
tema recurrente en sus libros es el agradecimiento. ¿Tiene algo que ver con la
capacidad de adaptarse?
En mis investigaciones he encontrado que la gente que
practica con regularidad la gratitud tiende a reportar mayores niveles de
vitalidad, menos tensión y una disposición para acercarse a los demás en
tiempos de crisis. De hecho, cuando tenemos pensamientos de agradecimiento,
nuestro cerebro libera endorfina, que es muy positiva para el buen estado de
ánimo. Las personas para quienes agradecer es un hábito reconocen más
fácilmente el valor de los pequeños detalles en la vida, y esto, en tiempos de
crisis, puede ser crucial entre seguir adelante o desfallecer. Personalmente,
el concepto de gratitud es el que más me ha influenciado en la vida. Nos ayuda
a darle un espectro más amplio a las cosas, a parte de las dificultades del
momento. Reconocer la importancia del agradecimiento en la vida es saber que
aun en las peores circunstancias siempre tendremos razones para dar gracias.
¿Qué
lecciones nos deja esta crisis para el futuro?
No tengo idea. Solo espero que hayamos mejorado la
capacidad de adaptarnos. El proceso tiene cuatro partes: aceptar el cambio,
abrir la mente a distintas opciones posibles, actuar con determinación y
revisar la experiencia para poder transitar mejor este camino cuando lo
necesite en el futuro. Estoy segura de que esta crisis habrá fortalecido el
carácter de muchos, quienes estarán mejor preparados y sabrán que de nada sirve
sentarse a llorar. Espero que algún día digan con tranquilidad: bien, las cosas
han cambiado, esto es lo que voy a hacer.
Autor: Carlos Andrés Vanegas
Autor: Carlos Andrés Vanegas
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