Fortalecer la gerencia pública es un propósito esencial
en la tarea de poner a marchar una sociedad. De un lado, las empresas y los
individuos están en contacto permanente con entes públicos, de allí que el
conocimiento de cómo funcionan sea una ventaja para la gestión privada. Por su
parte, desde la perspectiva de lo público, la administración con herramientas
empleadas por las empresas privadas solucionaría problemas que el común de la
gente no asocia con debilidades en la gestión. Poca gente pensaría que el
control de la corrupción es un problema de falta de gerencia pública.
Infortunadamente, el terreno público es más complejo que
el privado. En lo público, los grupos de interés son mucho más fuertes y
dispersos; se requiere entender dimensiones mucho más amplias. Esto no sucede
en la gestión privada, en la cual los llamados stake holders son más fáciles de identificar. En lo privado, los
fines están establecidos, “el presidente de una empresa actúa como un mayordomo
que puede escoger entre medios, pero no entre fines”, argumenta Alfredo
Sarmiento, director del Programa Nacional de Desarrollo Humano. Es decir, el
gerente no se puede levantar un día diciendo que el fin último de su gestión es
la equidad. Cualquiera que sea el medio, su objetivo es la maximización de los
beneficios de los accionistas. En cambio, en gestión pública el líder social
debe escoger medios y fines simultáneamente. Esta combinación de poderosos
grupos de interés y la dificultad de definir metas concretas hacen de la
gestión pública un acto político que requiere más que técnica para ejecutarse.
A pesar de la complejidad y trascendencia del tema, hay
un gran desconocimiento de su funcionamiento. Los esfuerzos por mejorar las
capacidades de los servidores públicos son minúsculos comparados con los de la
formación de ejecutivos privados. Esa es la fórmula perfecta del fracaso, si se
tiene en cuenta que en el campo público se requiere gente capacitada. Óscar
Pardo, profesor de la facultad de administración de la Universidad de los
Andes, opina que el país no logrará una verdadera dimensión de lo público si no
toma conciencia de que por fuera de lo privado, todo es de todos. Argumenta
que, con este enfoque, los gerentes públicos y también los privados, más que
funcionarios deben ser buenos ciudadanos. ¿Cómo lograr este objetivo? ¿Cómo
dignificar la gerencia pública y a los que la practican?
Gestión
pública y privada. ¿Qué pueden aprender entre sí?
En la versión clásica de la administración pública se
pensaba que los recursos caían del cielo. Hoy se reconoce que los ingresos son
escasos y que la gerencia pública se debe fundamentar en la articulación de la
política económica y la política social. La experta en el tema Elssy Bonilla
explica que la administración pública, además de sus objetivos básicos de
bienestar y equidad, ha venido entendiendo la necesidad de ser eficiente y
eficaz, características de lo privado.
Así, cada lado está reconociendo en el otro la
oportunidad de nutrirse de conocimientos y experiencias. Esto ha sido más
evidente desde la perspectiva de lo privado hacia lo público. Es claro, por
ejemplo, que el sector público debe aprender a medir resultados y rendir
cuentas de la misma forma que el privado lo hace. La medición en este caso
depende del objetivo que el gestor o el proyecto pretendan cumplir. Lo
importante es no realizar traslados directos de técnicas, sino ponerlas en
contexto para que funcionen.
Hay otros elementos de la gestión privada que son
valiosos en lo público. Entre ellos, la visión y la estructura son
fundamentales. Un servidor público puede tener claridad sobre las necesidades y
programas de una sociedad en el corto plazo, pero si no tiene un norte y una
visión de largo plazo, posiblemente no sabrá cómo implementarlos. Un buen
servidor público es aquel que puede mostrar una propuesta sobre el futuro.
Así mismo, la corrupción, el exceso de trámites y la
burocracia son consecuencia directa de no saber estructurar incentivos y
controles en las instituciones públicas.
Esto no quiere decir que la gerencia privada sea la
salvación de la gerencia pública. En realidad, sería apenas un elemento más que
contribuiría a su mejoramiento, como también lo son la economía política, la
política y todo aquello que permita una concepción histórica y social de los
lugares donde se ejecutan los proyectos.
Sin embargo, es muy posible que la administración privada
tenga más qué aprender de la pública. Prueba de ello es el creciente entusiasmo
de las empresas por la responsabilidad social, una dimensión ética que viene de
lo público, que cada vez influye con más fuerza en sus operaciones y
estrategias. Además, la exigencia y el compromiso en el servicio público son
tan grandes que de él se pueden extraer valiosas enseñanzas.
Desempeñarse bien en lo público es una buena forma de
adquirir noción de país, experticia cada vez más apreciada en las
organizaciones privadas. La experiencia de enfrentarse a distintos grupos de
presión, como medios de comunicación, gremios, instituciones políticas y
comunidades, enseña cómo manejar situaciones de tensión.
En consultor en la matera Jorge Hernán Cárdenas asegura
que el administrador privado no imagina la cantidad de papeles, memoriales,
comunicados y reuniones que un administrador público de alto rango está
acostumbrado a manejar.
Además, en estos altos mandos, las jornadas en lo público
son mucho más largas, los tiempos para formar equipos más cortos y las agendas
más ágiles, pues los períodos políticos están acotados. Para Cárdenas, estos
elementos sin duda potencian su capacidad de ejecución y comunicación.
En la nueva gestión pública, la esencia de la
administración está en bajar el Estado a las personas, líderes comunitarios y
ciudadanos en general. La formación de políticas implica un proceso de
cogerencia y retroalimentación. Estas experiencias son útiles tanto en lo
público como en lo privado. Lo importante es aprender cómo delegar
responsabilidades y abrir espacios, manteniendo el control en la calidad y la
eficacia de decisiones que afectarán a la población del país, el departamento,
la ciudad o el pueblo.
El
secreto de una buena gestión pública.
Dado que la gerencia pública plantea retos tan grandes,
la pregunta es cómo formar a los servidores que los puedan enfrentar. En
cuestiones físicas, la tecnología está en saber cómo funcionan las máquinas. En
gestión pública, en cambio, es necesario entender los comportamientos y las
reglas de juego. Gente capaz de negociar, elegir entre fines, y pedir y dar
cuentas. En realidad, sostiene el ex ministro Luis Carlos Valenzuela, en este
campo es más valiosa la capacidad para abrirles espacios a las ideas, que los
conocimientos específicos. En algunos países desarrollados, la figura de un
ministro es eminentemente política, alguien con la capacidad de crear
consensos; en cambio, los viceministros tienen los conocimientos técnicos
avanzados.
No hay un esquema único para fortalecer la formación de
servidores públicos. Algunos países como Francia son reconocidos por su
preocupación de formar gente desde el pregrado. La Escuela Nacional de
Administración Pública -ENA- se precia de educar a los dirigentes políticos de
este país. Por otra parte, en Estados Unidos los esfuerzos se concentran más en
programas de especialización, como lo hace el Instituto de Gobierno John F.
Kennedy, de Harvard.
Manuel Rodríguez, ex ministro y académico, conocedor de
temas públicos piensa que lo importante es una educación universal de primera
línea, con énfasis en las ciencias básicas que formen la personalidad de la
gente. Un servidor público que no sepa ubicar histórica, política y socialmente
el lugar donde se desempeña y que no sepa cogerenciar con la gente, evaluar y
dar cuentas, estará condenado al fracaso.
Gustavo González, profesor titular de los Andes, recuerda
cómo los primeros intentos de formar administradores en Colombia estuvieron
enmarcados en una concepción integral. La Escuela de Minas en Antioquia atinó a
formar empresarios que tuvieran visión en lo público y en lo privado. Nadie
duda de la importancia de los líderes de esta generación, al cumplir este doble
papel. Luego la tendencia fue hacia la especialización y las distintas
facultades que fueron naciendo se concentraron en lo privado. Valdría la pena
recuperar este enfoque integral, como en efecto algunas facultades lo están
haciendo, y fortalecer las instituciones estatales que se encargan de fomentar
las buenas prácticas públicas.
Autor: Carlos Andrés Vanegas
Para la sección Management de la Revista Dinero
Autor: Carlos Andrés Vanegas
Para la sección Management de la Revista Dinero
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