El conocimiento es un elemento palpable en
cualquier empresa y la principal fuente de ingresos cuando se gestiona
adecuadamente.
El
principal objetivo de la gestión del conocimiento es convertir el conocimiento
individual en un conocimiento corporativo. El desafío actual es convertir este
conocimiento en dinero, porque la intención no es que las empresas sean sabias,
sino ricas. La capacidad de una compañía de aprender estimula la innovación y
agiliza la toma de decisiones, dos actividades críticas en los mercados; por
ello, gestionar el conocimiento es fuente de ventajas competitivas.
Aunque
gestionar el conocimiento parece una actividad etérea sin aplicabilidad
práctica y los empresarios no han aterrizado el tema en sus operaciones, en
Colombia algunas empresas, como Isagen, Empresas Públicas de Medellín EPM,
Edatel, ISA, Comisión de Regulación de Telecomunicaciones, Nacional de Chocolates,
Promigas y ParqueSoft, ya lo están haciendo. Empezar es más fácil de lo que se
piensa, pues no se necesitan cuantiosas inversiones, simplemente sentido común
e interés.
Al alcance de todos
Los
autores clásicos Ikujiro Nokana y Hirotaka Takeuchi fueron los primeros en
ilustrar con claridad el objetivo de la gestión del conocimiento. En su libro
La organización creadora de conocimiento, identifican dos clases de este
recurso en las empresas: el explícito, que se encuentra en manuales o publicaciones,
y el tácito, que se adquiere solo por la experiencia y el aprendizaje. Por
ello, encontrar herramientas para apropiarse del conocimiento tácito ha sido
desde siempre el objetivo de las compañías. Cuando un empleado se aleja de una
empresa y con él se lleva lo aprendido, hay que empezar de nuevo. Esto implica
repetir errores, desaprovechar recursos y afrontar problemas de productividad.
Para
Fabio Novoa, profesor del Inalde, el conocimiento siempre ha sido esencial en
cualquier organización. “El interés por gestionar el conocimiento se dio cuando
algunas empresas vieron que obtenían mejores resultados al utilizar
adecuadamente este recurso”, explica. Por ello, Novoa insiste en la importancia
de convertir el conocimiento en riqueza. La hipótesis es que el conocimiento se
utiliza principalmente en la resolución de problemas; las empresas son
evolutivas, el conocimiento es la solución, pero también la fuente de los
problemas. Las empresas cambian y por ello su capacidad de innovar y utilizar
el conocimiento es la oportunidad para crecer. ¿Cómo lograr este objetivo?
Lo
primero es reconocer que la gestión del conocimiento es fuente de riqueza y no
simplemente un conjunto de tecnologías de información. Manuel Garzón, profesor
de la Universidad del Rosario, está realizando una investigación exploratoria
acerca de la percepción de los empresarios del país sobre la gestión del
conocimiento. Estudios similares del TEC de Monterrey, en México, concluyeron
que solo el 10% de los empresarios de ese país reconocen el valor de su
conocimiento como fuente de riqueza y entienden el tema. Garzón opina que este
porcentaje en Colombia debe ser inferior.
Usualmente
los empresarios tienen aversión por conceptos abstractos y por eso, tal vez,
términos como gestión de conocimiento impiden que vea su aplicabilidad. El
conocimiento es uno de los factores más palpables en cualquier empresa.
Organizaciones como Maloka y Codensa han tenido muy buenos resultados con
ejercicios simples de gestión de conocimiento. Estas empresas crearon bancos de
ideas para estimular a la gente a proponer proyectos. Los resultados fueron muy
satisfactorios con una herramienta que está al alcance de todos. La gestión del
conocimiento también comprende reuniones extraordinarias para tratar temas de
interés con grupos interdisciplinarios en las empresas, proponer un encargado
del conocimiento, documentar prácticas de éxito, realizar exposiciones, montar
bases de datos compartidas, etc. La idea es hacer de la creatividad individual,
creatividad de grupo, y en ello no hay límites.
Hay
sectores en que el tema del conocimiento es especialmente sensible. Algunos de
ellos, como salud, consultoría, telecomunicaciones, financiero, ingenierías y
biotecnología, tienen que incorporar el manejo del conocimiento con una mayor
velocidad. El profesor Sergio Torres, de la Universidad Javeriana, duda que estos
sectores estén realizando este proceso y que vean en el conocimiento el corazón
de su negocio. En el caso de la salud es posible que esté respondiendo más a un
paradigma de líneas de producción en masa (línea T de Ford) que al de una
industria sustentada en conocimiento, sostiene. Los protocolos que se utilizan
en cada intervención médica son fuente de aprendizaje y muestran cómo se puede
apalancar el conocimiento en este sector. Garzón adelanta proyectos para
evaluar el potencial de estos protocolos en la generación de conocimiento.
El
espacio para gestionar el conocimiento es muy grande. Desde empresas que están
cimentadas en este recurso hasta pequeños intentos por estimular el
aprendizaje. Las firmas de consultoría han sido valiosos ejemplos de gestión de
conocimiento. En McKinsey, este tema es uno de los tres pilares de la firma –servicio
al cliente, desarrollo de la gente y gestión del conocimiento–, y se maneja
desde su junta directiva en la operación global. Todos los consultores están
dedicados a la producción de conocimiento. Esto les permite ser mejores en su
actividad y es el camino para ascender en la organización. En este negocio, la
habilidad de identificar en poco tiempo a la persona adecuada para resolver un
problema y revisar factores claves de éxito en el pasado es la forma de
competir. La empresa tiene la cultura de dejar todo por escrito y mantener la
confidencialidad de sus clientes. Por ejemplo, en una consultoría para el
sector transporte en Brasil, cualquier ejecutivo puede identificar qué se hizo
bien en India en un caso similar. Adicionalmente, hay centros de investigación
para publicaciones más formales como el McKinsey Quarterly.
Otras
multinacionales manejan esquemas similares. Por ejemplo, en la intranet de IBM
incluso es posible evaluar el desarrollo de carrera de un individuo en metas y
logros, además de un espectro muy amplio de información lo que demuestra el
valor del conocimiento en el mundo.
En el
país, algunas empresas se están dando cuenta de que pueden crear riqueza con su
conocimiento. El consultor y profesor independiente Luis Ovidio Galvis ha
realizado proyectos con grandes empresas en estos temas. Con distintos métodos,
como mapas de conocimiento que identifican los lugares en los cuales tiene
mayor impacto; comunidades de práctica, que juntan a distintos profesionales
para solucionar problemas, e historias empresariales para documentar casos
exitosos, trabajó con empresas como Isagen, ISA y Orbitel para mejorar su
gestión. A Isagen, gestionar su conocimiento le permitió aumentar su capital
intelectual en la construcción de centrales hidroeléctricas, y a Orbitel,
manejar más eficientemente sus procesos de capacitación y entrenamiento.
En
suma, el conocimiento es una fuente de riqueza que se genera aumentando la
productividad, acelerando la innovación, evitando errores repetidos, mejorando
la toma de decisiones, con mayores ventas, nuevos segmentos de mercado y
asegurando el conocimiento ya creado.
Claves para implementar
Sin
saberlo, las empresas utilizan su conocimiento todo el tiempo. Pero lo tratan
de manera informal. Entonces, el gran salto es formalizar aquello que hacen a
diario. Según María Isabel Prieto y Elena Revilla, profesoras de la Universidad
de Valladolid, España, en su reciente estudio publicado en la Revista
Latinoamericana de Administración, de la CLADEA, hay dos enfoques para
implementar el conocimiento en las empresas: uno técnico y otro que afecta el
comportamiento. La conclusión de sus investigaciones es que los mejores
resultados se obtienen cuando se entrelazan los dos esquemas. Esto es, el
conocimiento no fluye solo con tecnología, si no existe la cultura para
promoverlo, y la cultura sola no basta, porque se requieren herramientas para
transmitirlo.
Además
de la cultura, lo fundamental del conocimiento es el recurso humano. Para
fomentar el conocimiento se requiere -sobre todo- tiempo e interés de la gente.
Novoa estima que, cuando existe una política al respecto, entre el 10% y el 15%
del tiempo de los empleados se destina a promover el conocimiento. Lejos de
hacer sentir a los empleados que se les está arrebatando el conocimiento, la
idea es que sea su gran motivador. Está demostrado que el reto en el trabajo y
la posibilidad de aprender de sí mismo, de la organización y de los compañeros
es el gran motivador en las empresas. Elvira Salgado, profesora de los Andes,
argumenta que no siempre es posible identificar y compartir el conocimiento
tácito. “Las tecnologías se replican, el conocimiento, no. Por ello, es la
principal fuente de ventajas sostenidas. La gestión del conocimiento es un
reconocimiento explícito al valor del recurso humano”, explica. Esto quiere
decir que una mejor remuneración a las personas que fomentan el conocimiento en
una compañía, debe ser una de las primeras acciones para crear una cultura de
este recurso.
Además,
la gestión del conocimiento debe tener un propósito claro y debe estar
respaldada por los altos mandos en las organizaciones. Sin liderazgo y sin
metas cuantificables, los proyectos de gestión de conocimiento no dan
resultados. “En el fondo, lo más importante es la interacción entre seres
humanos”, dice Luis Andrade, exdirector de McKinsey en Colombia. Para que una
organización aprenda, se debe constituir como un propósito compartido por todos
sus integrantes.
Esta es
la oportunidad para dejar volar su creatividad y reflexionar sobre lo que pasa
con el conocimiento en su empresa. Con propuestas simples, puede obtener
grandes resultados. No pierda el foco, el objetivo es incrementar las
utilidades y hacer sostenible su negocio.
Autor: Carlos Andrés Vanegas
Autor: Carlos Andrés Vanegas
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