En realidad el emprendimiento puede ser
algo totalmente distinto a lo que piensa. Una mirada fría a las cifras del
emprendimiento en Estados Unidos.
No
hay duda, los emprendedores son los héroes de nuestro tiempo. Historias como
las de Bill Gates, Michael Dell, Mark Zuckerberg, Sergey Brin y Larry Page,
personajes que en el dormitorio de la universidad forjaron las semillas de
compañías multimillonarias, son el sueño del hombre contemporáneo. De hecho, si
en algo están de acuerdo periodistas, académicos, gestores de políticas
públicas, emprendedores y ciudadanos en general, es que ¡vale la pena apostarle
al emprendimiento! Por crecimiento económico, innovación, por generación de
riqueza y creación de empleo, pensamos que necesitamos más y más emprendedores.
El emprendimiento está tan de moda que parecería fuera de lugar cualquier
opinión distinta. Pues bien, el profesor de la Weatherhead School of Management,
Scott A. Shane tiene una opinión muy particular sobre el tema. En su último
libro The illusions of entrepreneurship,
el profesor Shane argumenta que ciertos mitos afectan seriamente el mundo de
los emprendedores.
En
opinión de este autor la vida diaria está plagada de mitos del emprendimiento
que reforzamos en cocteles, conferencias, libros y revistas. Los hemos
idealizado tanto que seriamente los consideramos muy distintos al resto de los
mortales. Es por esto que Scott A. Shane se dio a la tarea de recoger los datos
y estadísticas más confiables sobre el emprendimiento en Estados Unidos para
contrastarlos con nuestra sabiduría popular. Aun cuando sus conclusiones se
aplican al caso norteamericano, existen lecciones para nuestra propia realidad.
“Puede que mi libro no lo haga sentir tan bien como otras publicaciones, pero
sin duda le será más útil", expresó Shane en entrevista.
¿De
qué mitos estamos hablando? Lleve a su mente la imagen de un emprendedor.
Mark
Zuckerberg fundador de Facebook, que a los 23 años se hizo el joven más rico
del mundo, puede ser una idea. Pero en realidad, según estadísticas del autor,
el emprendedor promedio es un hombre blanco en sus cuarentas y está casado.
Solo 2,4% de las personas que montan empresa en Estados Unidos tiene menos de
24 años. El gran porcentaje se encuentra entre los 35 y 45 años. Y, a pesar de
que mucho se ha escrito sobre el emprendimiento femenino, los hombres todavía
crean el doble de empresas que las mujeres. Por otra parte, las personas de
raza negra solo participan en un 5,1% de los emprendimientos en este país.
“Contrario
a la sabiduría popular, un emprendedor típico no quiere construir un emporio.
Según los datos, la gran mayoría simplemente quiere ganarse la vida y su
principal razón para montar empresa es que no quieren trabajar para alguien más”,
argumenta el autor. Las cifras muestran que el 81% de los emprendedores asegura
no tener interés en hacer crecer sus negocios. Además, según cifras del libro,
la probabilidad de hacerse emprendedor crece cuando alguien llega a un trabajo
en el que gana menos y una de las principales causas de montar empresa es el
desempleo.
Según
el profesor Shane, los emprendedores están por todas partes. En Estados Unidos
es más probable que una persona monte una empresa a que contraiga matrimonio.
Incluso, el 41% de la gente intenta ser un emprendedor al menos una vez en su
vida. Además, Shane muestra que en la práctica los emprendimientos son más
pequeños de lo que pensamos. En Estados Unidos, el 48,40% arrancan en la casa
del emprendedor y el costo promedio para montar una empresa está entre
US$15.000 y US$25.000 (una cifra pequeña para ese país). De hecho, un
emprendedor promedio en ese país solo espera ventas anuales por US$100.000
luego de cuatro años de trabajo.
Leyendas del vecindario
Los
mitos urbanos refuerzan las historias de los emprendedores que se hicieron
millonarios de la noche a la mañana. Pensamos que siempre va a ser mejor
negocio trabajar para uno mismo que para alguien más. Nuevamente, Scott A.
Shane muestra que los datos no soportan nuestras leyendas. Una de las
estadísticas que más impacta en este libro es que en promedio los emprendedores
ganan menos de lo que hubieran logrado si hubieran continuado como empleados.
En la perspectiva de Shane, el emprendimiento es más como una ruleta rusa. Un
estudio encontró que el 10% de los proyectos
más exitosos concentra el 73% de la riqueza creada en un año por el
emprendimiento en Norteamérica. Aunque la gran mayoría de empresas con pocos
años de fundadas rodean los US$160.000 en ingresos, una proporción bajísima
sobrepasa el millón de dólares.
Por
si fuera poco, en la mayoría de países desarrollados, los emprendedores
trabajan mucho más que su contraparte empleada. Por ejemplo, en Alemania la
diferencia de horas semanales trabajadas son de 56 contra 41. A esto debemos
sumarle la incertidumbre del éxito. Aun cuando las ganancias promedio de una
empresa que persiste son de US$39.000, como es bien conocido 20% de los
proyectos fracasan el primer año y solo el 30% de los emprendimientos llegan a
sus diez años de vida. Existen estadísticas que señalan cómo en Colombia estas
tasas de éxito son aun más bajas. De todas formas algunos estudios muestran que
las personas que trabajan para sí mismas se sienten más felices con su trabajo,
62,5% contra 45,9% de los empleados.
Otro
de los mitos populares es que los emprendedores son visionarios, que olfatean
oportunidades de negocio a kilómetros de distancia e innovan constantemente.
Esta vez también, tristemente, Shane contradice con estadísticas lo que
pensamos. Una investigación encontró que el 92% de los emprendedores montan
empresas en sectores que tienen experiencia. También un alto porcentaje de
personas se lanza a hacerle competencia a su antiguo empleador. Esto hace que
los emprendedores escojan los sectores más competidos, como agricultura,
comercio al por menor o construcción, en donde hay menos probabilidades de
éxito.
Incluso,
en Estados Unidos calculan que solo 7% de los emprendimientos se enfocan en
tecnologías de punta. En una encuesta, 63% de los emprendedores reconocen no
contar con una ventaja competitiva. Otro de los mitos es que vivimos en
sociedades cada vez más emprendedoras. Para el caso de Estados Unidos, Scott A.
Shane muestra que es todo lo contrario: el porcentaje de la población dueña de
negocios en este país cayó del 14,2% en 1983 a 11,5% en 2004. Paradójicamente,
las superpotencias del emprendimiento en el mundo moderno son países en
desarrollo como Perú, Turquía y Colombia. Para Shane, los niveles de ingresos
explican buena parte de la actividad emprendedora de un país. Entre más gana la
gente, más alto es el costo de oportunidad de aventurarse en tierras
desconocidas.
Pa’ lante
Sin
embargo, el profesor Scott A. Shane no escribió su libro para desmotivar a
nadie. “Por seguir mitos errados los emprendedores pueden estar haciendo cosas
que los perjudican y dejando a un lado elementos claves para su éxito”, explicó
el autor en la entrevista. Dos aspectos muy puntuales llaman la atención en su
argumento. Contrario a lo que se cree, sacar una profesión adelante mejora
sensiblemente las posibilidades de éxito de un emprendedor. Autores populares
como Robert Kiyoski denigran de la educación en la vida empresarial, pero
diversos estudios muestran que las empresas forjadas por profesionales tienen
ingresos 25% más altos.
Otro
tema es no afanarse por empezar muy rápido. Está en nuestra psiquis que el
emprendimiento es terreno de jóvenes, pero los estudios muestran que las
empresas fundadas por personas entre los 35 y 55 años tienen muchas mayores
probabilidades de éxito. Tener experiencia en una empresa, sobre todo cuando se
tiene la responsabilidad de dirigir gente, aumenta sensiblemente las
probabilidades de éxito. Otras tres recomendaciones valiosas son: escoja un
buen sector para trabajar ¿por qué tiene que ser el más competido? Continúe con
su proyecto (está demostrado que se hace más fácil con el tiempo, empresas de
más de diez años son más rentables y sólidas), y finalmente capitalice las
utilidades (capitalizar cambia radicalmente a su favor las posibilidades de
triunfar con su empresa, 23% más posibilidades de sobrevivir).
En
el fondo, la visión del profesor Shane es que en cuestiones de emprendimiento
no importa tanto la cantidad sino la calidad. Este autor argumenta que no
existe evidencia real para decir que el emprendimiento tiene un impacto
significativo en el empleo y el crecimiento económico. Además de que las
empresas nuevas contratan poca gente, este empleo se pierde cuando muchas
fracasan y, en ocasiones, no son cargos de buena calidad. No es fácil digerir
la información que nos presenta el profesor Shane. Para quienes defendemos el
emprendimiento puede parecernos incluso molesta.
Pero si lo pensamos con
detenimiento existen lecciones que vale la pena tomar para el caso colombiano.
Finalmente, muchos emprendedores en el país toman este camino como la única
salida para regalarles un futuro a sus familias. Pero además de pensar en más,
más y más emprendedores, los esfuerzos deben ir muy encaminados a su
sostenimiento. De nada sirven un millón de proyectos si no logramos afianzarlos
y no dejarlos caer. Muchas de las iniciativas están enfocadas en crear, pero no
tantas en sostener.
Además, debemos aceptar que no todos encajamos en el plan
de vida de un emprendedor. Una mala decisión en este sentido puede conllevar
años de amargura. Que sea esta una oportunidad para recibir una opinión
distinta y seguir cultivando el emprendimiento en el país.
Autor: Carlos Andrés Vanegas
Para la sección Managament de la Revista Dinero
Autor: Carlos Andrés Vanegas
Para la sección Managament de la Revista Dinero
Estoy totalmente de acuerdo en crear empresas duraderas. Desafortunadamente, en Colombia - y Latinoamérica - estamos viviendo el Silicon Valley Dream. http://gaesva.blogspot.it/2012/05/el-silicon-valley-dream.html
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