viernes, 27 de enero de 2012

Emprendimiento en Israel

El Estado de Israel tiene las tasas de emprendimiento sustentado en tecnología y capital de riesgo más altas del planeta. ¿Qué podemos aprender de su experiencia?


Cuando apenas tenía 36 años, el joven israelí Shai Agassi había alcanzado lo más alto en la vida empresarial. En 2003 fue considerado por CNN y Time como una de las 20 personas más influyentes del mundo. En esa época, Agassi era el director de tecnología y productos de SAP, y el único miembro no alemán de su junta directiva. Una estrella, solo requería de tiempo para llegar a CEO. Sin embargo, en su corazón, Agassi era un emprendedor. De hecho, llegó a SAP luego de que en el año 2000 adquirieran un emprendimiento suyo, TopTier Software, por US$400 millones.

En 2007, Shai Agassi, de padres judíos provenientes de Irak, estaba acompañado de Shimon Peres, dos veces primer ministro de Israel y premio Nobel de paz 2004. Ambos hombres tenían cita con siete de las principales firmas automotrices del mundo. Solo Carlos Ghosn, CEO de Renault-Nissan, les prestó atención. Poco tiempo antes, Agassi había renunciado a SAP para crear la compañía Better Place, de baterías para vehículos eléctricos, un sector totalmente distinto al software. Según Agassi, para que arranque la industria de los autos eléctricos solo se requiere cambiar su modelo de negocio. Estos son más costosos debido a la batería, pero si esta funcionara como en los celulares y se fuera pagando con el tiempo, los autos eléctricos terminarían siendo más económicos que los tradicionales. Peres y Agassi necesitaban un productor para iniciar su proyecto en Israel, un lugar perfecto por sus cortas distancias. Hoy en día, Better Place tiene proyectado ampliarse a Dinamarca, Australia, Ontario, San Francisco y Hawái.

Eric Schmidt, CEO de Google, alguna vez dijo: “después de Estados Unidos el mejor lugar del mundo para los emprendedores es Israel”. En efecto, el ejemplo de Shai Agassi no es un caso aislado. Dan Senor, experto en relaciones exteriores, y el periodista Saul Singer estudian el fenómeno del emprendimiento en Israel en su reciente libro Start-up Nation: The Story of Israel's Economic Miracle. Las cifras no pueden ser más contundentes. Con un poco más de 7 millones de habitantes, Israel tiene más compañías enlistadas en Nasdaq (63 empresas) que toda Europa. Se tiene conocimiento de 3.850 emprendimientos de alto impacto, uno por cada 1.844 israelíes.

Es de lejos el país con las tasas de capital de riesgo per cápita más altas del mundo. En 2008, el promedio fue incluso 2,5 veces el caso norteamericano, 30 veces el europeo, 80 veces el chino y 350 veces el indio. Con 7 millones de habitantes, Israel atrae US$2.000 millones en capital de riesgo, una cifra más alta que la de Alemania y Francia unidas. También tiene las tasas más altas de inversión en investigación y desarrollo (4,5% del PIB) y el 45% de la población es profesional. Entendiendo que existen consideraciones políticas en Israel, estos resultados son tan sobresalientes que vale la pena revisar la explicación de estos autores sobre ¿por qué allá y no en cualquier otro lugar?

“Mucha gente podría argumentar que definitivamente hay algo judío en juego. Finalmente, existe la percepción de que los judíos son buenos negociantes”, explican los autores. Por otra parte, es evidente el apoyo de países como Estados Unidos al proyecto de Israel como nación. Sin embargo, Dan Senor y Saul Singer opinan que estos estereotipos “ocultan más de lo que revelan” sobre el emprendimiento israelí. “La verdad es que la mayoría de las principales empresas de tecnología en el mundo están en Israel por su propio interés”, aseguran. Incluso el legendario inversionista Warren Buffet olvidó su conocida regla de no comprar empresas en el exterior al adquirir en Israel la compañía metalúrgica Iscar por US$4.500 millones en 2006.

Tal vez Intel sea el caso más emblemático. Siendo pionera en 1974, Intel montó una planta de producción en Haifa, actualmente la empresa privada más grande del país con US$1.530 millones en exportaciones. Esta planta desarrolló el chip Centrino que, al mantener una temperatura estable, le permitió a Intel dominar el mercado de los portátiles. También en Israel, Cisco creó el CRS-1, el router más veloz de la historia, y Google la tecnología para desplegar resultados instantáneamente mientras se escribe. Se calcula que más de la mitad de las multinacionales que son reconocidas en tecnología están en Israel.

Entonces, ¿de dónde el emprendimiento israelí? El reconocido inversionista Erel Margalit tiene parte de la respuesta. “Un inmigrante es una persona sin dinero en búsqueda de oportunidades. Una nación de inmigrantes es una nación de emprendedores”. En efecto, Senor y Singer explican que la pequeña población israelí la componen más de 70 nacionalidades distintas. Es claro que los flujos migratorios son clave para el desarrollo. Contrario a muchos países, la política en Israel es cómo atraer más gente. Por ejemplo, en los años 80 en la operación Moisés, Israel trajo por avión más de 14.500 personas de Etiopía. De los distintos flujos migratorios tal vez el más provechoso para el emprendimiento ha sido el de antiguos ciudadanos de la Unión Soviética, actualmente más de 800.000 personas, la mayoría doctores, matemáticos y físicos. En una reciente visita a un colegio en Israel, el fundador de Google, Sergey Brin, les recordó a los estudiantes que él también había emigrado de Rusia cuando tenía 6 años.

Es evidente que en Israel se ha forjado una cultura emprendedora. El inversionista Mark Gerson resalta: “tal vez porque el futuro siempre está en juego, cuando a un israelí le gusta una mujer la invita esa misma noche. Cuando tiene una idea de negocios inicia la misma semana”. Dan Senor y Saul Singer hacen mucho énfasis en explicar que socialmente en este país no existen paradigmas con el fracaso. “Cualquier madre se va a sentir igualmente orgullosa si su hijo es un abogado, un ingeniero o un emprendedor”, aseguran los autores. Siendo un país pequeño, en una situación geopolítica tan compleja, los emprendedores israelíes no tienen espacios para crear productos de consumo masivo. Y gracias a esto se han enfocado en tecnología. El Estado ha sabido aprovechar esta ventaja con programas como el proyecto Yosma, responsable por atraer y fomentar más de 240 firmas de capital de riesgo.

De las distintas explicaciones sobre el emprendimiento en Israel de los autores Senor y Singer, sin duda la más polémica tiene que ver con el servicio militar obligatorio en este país, para hombres y mujeres, superior a dos años. Solo tres países desarrollados tienen servicios militares tan extensos: Singapur, Corea del Sur e Israel, curiosamente potencias del emprendimiento. Dan Senor y Saul Singer argumentan que acceder a las unidades especiales de Las Fuerzas de Defensa de Israel (IDF) es el mayor logro social para un joven en este país. Según estos autores, la disciplina y los conocimientos impartidos precisamente en una etapa de formación son claves más adelante en los negocios. Para ellos, “la mayoría de países desaprovechan el tiempo del servicio militar”.

Autor: Carlos Andrés Vanegas
Para la sección Management de la Revista Dinero. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario