Por más que lo intento no me dan las cuentas. Veamos, según un reciente informe de la Revista Semana la facultad más costosa del país es medicina en la Universidad de los Andes con un costo semestral de $14.370.000. Allí mismo se puede ver cómo para estudiar Administración en los Andes cada semestre un padre de familia tiene que sacar 10 millones del bolsillo y para el caso del Colegio de Estudios Superiores en Administración CESA son 8 millones. Sumándole a esto la manutención durante la carrera ¿Cuánto nos da…? ¿150 o 200 millones?
Algunos
economistas aseguran que la educación es la mejor inversión de la vida. Y claro
si uno trae a valor presente neto la vida profesional de aquí a los 63 años
pues las cuentas nos dan para el pregrado. Pero resulta que en lo que el
afamado experto en educación Sir. Ken Robinson denomina “un proceso
inflacionario de la educación”, lo que antes requería pregrado, ahora implica
tener un master y mañana tal vez un Ph.D. En el caso de los negocios, poco
tiempo de graduarse muchos jóvenes se ven forzados a hacer un MBA, que puede
llegar a costar en el exterior más de 300 millones los dos años.
Sin
embargo mi objetivo en este artículo no es controvertir los cálculos de muchos
economistas sobre la educación como inversión, lo que deseo en cambio, es
relatar lo poco que hacen muchas universidades privadas en Colombia por
garantizar la calidad de vida de sus futuros egresados. Pienso que todas, el
Rosario, la Sabana, el CESA, los Andes, el Externado, la Javeriana, EAFIT e
ICESI, para todas hoy en día es muy fácil pedir más de 5 millones el semestre,
y a la hora de definir usted cómo se va a va a ganar la vida, la respuesta
parece ser la misma: ¡ese es su problema!
Con
todo el respeto para muchas universidades del país pienso que calidad en la
educación es más que tener acreditaciones, instalaciones bonitas y muchos
profesores con Ph.D. Calidad en la educación también es trabajar noche y día, y
un interés genuino, por tratar de garantizar el futuro de quienes están
aportando con confianza tan onerosas matriculas.
Muy
concretamente luego de graduarnos todos tenemos dos caminos: o somos empleados
o somos emprendedores. Y francamente en mi opinión en ninguna de estas dos
facetas existe una universidad privada del país que uno diga: ¡que berracos como
lo están haciendo de bien!
En
el caso del emprendimiento digamos que la rajada es evidente. Por mencionar un
ejemplo se estima que los egresados del Instituto Tecnológico de Massachusetts
(MIT) han creado más de 5.000 compañías entre ellas Intel, Bose y Texas
Instruments. Estas empresas hoy emplean a más de un millón de personas con
ingresos anuales superiores a US$230.000 millones.
Más
o menos desde que William Hewlett y David Packard, siendo estudiantes de la
Universidad de Stanford, crearon Hewlett- Packard en un garaje en 1939, existe
toda una tradición de algunas universidades como fábricas de grandes
emprendimientos e innovación. Y no se trata de decir que las universidades
gringas son excelentes y las nuestras no. Pero tal vez no existe respuesta a la
pregunta ¿qué universidad colombiana está gestando los grandes empresarios del
futuro? A pesar de tener programas de emprendimiento creo que ninguna puede
decir aquí nació esta, esta, esta, y esta empresa que le cambiaron la cara al
país.
Y no
es que no se pueda. Lo más cercano que tenemos a una institución capaz de
forjar grandes empresarios fue la Escuela Nacional de Minas de Medellín fundada
en 1877 por los hermanos Pedro Nel y Tulio Ospina. No solo de allí se graduó
Carlos Ardila Lülle, el egresado más joven de toda su historia, con tan solo 20
años, sino que también sentó las bases del empresariado antioqueño y sus
compañías más representativas. Allí se graduaron también Nicanor Restrepo
Santamaría, Juan Felipe Gaviria, Adolfo Arango, Fabio Rico, Juan Camilo Ochoa,
entre otras figuras de la vida empresarial.
Y yo me pregunto ¿qué universidad puede decir eso hoy en día?, y tal vez
lo más importante, ¿qué universidad me puede formar para tener el chance de
salir a crear una empresa que transforme a Colombia?
Si
en emprendimiento la tarea está medio hacer entonces probablemente muchas
universidades garantizan un trabajo bien pago. Pero aquí tal vez estamos peor.
Cuando estuvo en Colombia el decano de Kellogg School of Management, Dipak Jain
(actual decano en INSEAD), sus estudiantes contaban como en tiempos de crisis
él mismo se esforzaba horas enteras por llamar y conseguir trabajo para sus
alumnos. Como muchas cosas en la vida esto tiene que ver más con un interés
genuino, en vez de delegar la tarea en un departamento aislado encargado del
tema. Por supuesto, hoy existen ferias empresariales, hay bases de datos con
ofertas laborales, pero al final del día los estudiantes sienten que al momento
de conseguir trabajo, después de pagar una millonada por su educación, las
universidades los dejan solos. ¿Y qué tan costoso puede ser mejorar en esto?
¿Crear equipos de gente altamente calificada haciendo contactos en las empresas
para sus estudiantes?
Creo
que los padres de familia y los estudiantes tenemos que empezar a exigir más de
nuestras universidades. La responsabilidad para una universidad no puede seguir
siendo simplemente entregar un título ¿de qué sirve si este no nos permite
vivir dignamente? Si bien es cierto que la academia no puede vivir al servicio
de los intereses particulares y la vida empresarial, también es cierto que lo
que se aprende debe servir para lo que los estudiantes están pagando: vivir
dignamente de sus profesiones. Prácticamente todas las universidades en Estados
Unidos entregan un reporte semestral en donde muestran las compañías que
contrataron a sus egresados, después de tres meses qué porcentaje ya consiguió
trabajo y cuánto es su salario promedio. Esta es una cultura que tiene que
llegar a Colombia, por lo menos, por respeto a lo que los estudiantes están
pagando.
Autor: Carlos Andrés Vanegas
Autor: Carlos Andrés Vanegas
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