La perseverancia es sin duda una de las
cualidades más maravillosas en un ser humano. Perseverar es el sello personal
de cualquier luchador.
En
los años 60s científicos de la Universidad Stanford emprendieron una fascinante
investigación. A un grupo de niños les presentaron la siguiente paradoja:
podían comer un masmelo de inmediato, o podían esperar unos pocos minutos, y la
recompensa sería un masmelo adicional. Los niños no sabían que los observaban,
entonces los científicos se sentaron pacientes a ver qué sucedía. Los
resultados fueron concretos. Solo el 30% de los niños fue capaz de esperar por su
segundo masmelo.
Esta
historia no termina aquí. Lo interesante de esta investigación es que los
científicos les siguieron el rastro a estos niños muchos años después. Con el
tiempo los niños que habían logrado esperar por el segundo masmelo resultaron ser
mucho más exitosos. No solo en el estudio (con notas casi un 20% superiores),
sino también en los deportes, con los amigos y en su vida personal.
Moraleja:
triunfar en la vida depende en gran medida de saber esperar.
Lo
que más me gusta de esta historia es que me hace pensar en mi propia
experiencia personal. Estoy 100% seguro. Quiero repetir esto… estoy 100% seguro
que yo me hubiera comido el primer masmelo en un segundo sin pensar. De hecho
cuando era niño mi hermano mayor solía guardar chocolates en su escritorio. ¡Toda
una tortura! Recuerdo que pensaba ¿Quién es capaz de guardar un chocolate y no
comérselo?
El
político norteamericano Newt Gingrich alguna vez definió la perseverancia como “el
trabajo duro que haces después de estar cansado de hacer el trabajo duro que ya
hiciste”. La perseverancia, la persistencia, la constancia y la paciencia, son
todos matices de una misma actitud. Perseverar es el sello de un luchador. Paciencia
es el arte de saber darle tiempo a las ilusiones. En la escala de los valores perseverar
y ser pacientes ocupan un lugar muy muy especial.
Debo
admitir que siento una fascinación especial por las historias de personas que se
levantan un día diferentes. Historias de personas que en algún momento de su
vida empiezan a sentir que todo lo pueden. Berraco no es quien llega a este
mundo con el tablero organizado a su favor. Berraco es quien persiste por sus
sueños y no descansa hasta hacerlos realidad.
De
eso quiero hablar hoy. El sello de un luchador se puede aprender. Ser perseverantes
es una semilla que podemos cultivar.
La perseverancia se puede aprender
En
días pasados tuve la oportunidad de entrevistar al prestigioso profesor de la
Universidad de Calgary, Piers Steel, quien es un reconocido experto en el
concepto de la procrastinación. Este profesor explica que en esencia “procrastinar
es dejar para más tarde aquello que somos conscientes deberíamos hacer justo en
el momento”. Al parecer más del 95% de las personas tienen problemas en este
aspecto. Les cuesta trabajo concentrarse en el trabajo o en el estudio. No
logran ejecutar y poner a marchar sus proyectos.
Lo
interesante es que ese día el profesor Piers Steel me explicó que la
característica fundamental de la procrastinación es la “ansiedad” que tiene
raíces muy profundas en el cerebro. En el cerebro el sistema límbico responde a
las necesidades más inmediatas, mientras la corteza prefrontal se encarga de pensamientos
abstractos como planear el futuro. “Algunas personas nacen con cortezas
prefrontales débiles y sistemas límbicos más fuertes que las inclinan a
procrastinar”, me comentó el profesor Steel en entrevista publicada en la
Revista Dinero.
Esto
no solo explica por qué mi hermano mayor lograba mantener un chocolate en su
escritorio por semanas enteras, sino también por qué era tan destacado en el
colegio y en sus proyectos. Yo en cambio hacía parte del grupo de personas que
estamos codificados para ser más “ansiosos”. La verdad es que algunos seres
humanos vienen con una mayor predisposición a perseverar. Pero lo hermoso de
esta historia es que esta condición puede cambiar. Cada ser humano en este
mundo viene equipado con la fuerza de voluntad necesaria para combatir sus
genes.
Con
gran fortuna recientemente también pude reseñar el maravilloso libro Nine Things Successful People Do Differently
de la prestigiosa psicóloga de la Universidad de Columbia, Heidi Grant. Esta
autora es considerada una eminencia mundial en lo que se conoce como la
“ciencia de la motivación”. El planteamiento de este libro es simple: las personas más
exitosas son quienes tienen la fuerza de voluntad necesaria para cumplir sus
metas. De allí que la conclusión principal de la doctora Heidi Grant sea crucial
para este artículo. En sus investigaciones Heidi Grant demostró que “la fuerza
de voluntad es como un musculo, entre más lo ejercitamos, más fuerte se hará”.
Sin
reconocerlo la vida entera tiene que ver con ganar pequeñas guerras en el día a
día. Levantarse temprano en la mañana, hacer la tarea tiempo, concentrarse en
el trabajo o ir al gimnasio al atardecer. Cada guerra ganada son valiosos puntos
para nuestra confianza personal. Con el tiempo perseverar se convierte en un
estado natural.
Que bonita es la perseverancia
Pensemos
por un segundo en lo hermosa que es la perseverancia. No tengo hijos pero desde
ya ese quisiera que fuera el regalo que les pudiera dejar. Precisamente porque
ese fue el regalo que me dieron mis padres. Desde muy temprano tenemos que
enseñarles a nuestros niños a finalizar sus proyectos. A veces todos los cursos
que emprendemos de niños (en mi caso personal de fútbol, idiomas, origami,
karate y hasta de boxeo en Coldeportes) no son importantes tanto por lo que
aprendemos, sino por la satisfacción de llegar hasta el final. Lamentablemente yo no
aprendí a perseverar de esta forma. Pero aprendí a perseverar al ver a mis
padres caer y levantarse una y mil veces más.
En
estos días he estado pensando en la frase del difunto ex Ministro de la Protección
Social Juan Luis Londoño “el mundo es de los exagerados”. Juan Luis tenía
razón. El mundo es de los berracos. El mundo es de los que no se rinden frente
a la adversidad. Que bonita es la perseverancia en un ser humano. Que bonito es
cuando alguien lo entrega todo hasta el final.
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