Desde
hace algunos años, Procter & Gamble, la gigante de productos de consumo
masivo, viene desafiando la sabiduría convencional. Bajo el liderazgo de su
antiguo presidente, Alan G. Lafley, P&G demostró que el beneficio de la
innovación –crecer muy por encima del mercado– también aplica a compañías de
grandes dimensiones. En efecto, las cifras de P&G son impresionantes para
una multinacional con presencia global. El precio de su acción se ha multiplicado
varias veces. Luego de crecer a tasas superiores al 20% anual, sus utilidades
no paran de crecer año a años. Para una compañía como P&G obtener estos
resultados implica lanzar al mercado uno o más productos exitosos o ingresar a
un mercado tan grande como la China al año. ¿Cómo pudo lograr este objetivo?
El
secreto del éxito de Alan Lafley consistió en innovar el esquema de innovación
de P&G, como en su momento fue caratula de la prestigiosa revista Business
Week. El proyecto bandera que ilustra este cambio opera con el nombre Connect
and Develop y su objetivo fue abrir espacios en la compañía para innovaciones
externas. Es más, este programa se convirtió en una obsesión de P&G:
incorporar innovaciones de mercado a su modelo de desarrollo. Como ejemplo, la
empresa ha mantenido a grupos de ejecutivos de muy alto nivel y capacitados
para identificar innovaciones en cualquier país. Estas personas, además de su
olfato y experiencia en mercadeo y tecnología, tienen conocimientos de
geografía e historia y, en general, poseen las competencias y operan con las
herramientas necesarias para identificar innovaciones dondequiera que se
encuentren. El modelo explica los resultados recientes de P&G. En la
actualidad, el 35% de sus innovaciones proviene de afuera y prácticamente se
alcanzó la meta de Lafley de llegar al 50% en los próximos años. Procesos que
antes demoraban meses, ahora se realizan en días. Las inversiones en
investigación y desarrollo se han reducido ostensiblemente al tiempo que la
capacidad de innovación creció ampliamente.
Sin
embargo, la experiencia de P&G no es un caso aislado. Otras multinacionales
también utilizan este esquema al que los académicos llaman 'innovación
abierta', entre ellas, Intel, Microsoft, 3M, Sun, Sony, Nokia, Oracle y Cisco.
No es casualidad que estas mismas también sean las compañías más innovadoras
para los estadounidenses, según un estudio de este año entre 376 empresas de la
firma Boston Consulting Group. De hecho, la innovación en general es un tema de
tanta trascendencia que, de acuerdo con este mismo informe, el 70% de las empresas
consultadas la consideran como una de sus tres prioridades. Esta es una
realidad, innovar es una obligación para competir en los mercados globales.
Quien innova corre el riesgo de fallar. Pero quien no innova, corre el riesgo
de salir del mercado.
El viejo paradigma
A
simple vista, la idea de atraer innovaciones externas a las empresas puede
resultar obvia. Pero en realidad esta propuesta significa oportunidades tan
grandes como las amenazas y desafíos. Representa incluso la ruptura de un
modelo que prevaleció y funcionó bien durante todo el siglo XX y que persiste
en el presente. Henry W. Chesbrough, reconocido profesor de la Escuala de
Negocios Haas, en su publicación Open
Innovation, The New Imperative for Creating and Profiting from Technology,
fue el primero en percibir e ilustrar con claridad estos temas. Además de
acuñar el término innovación abierta, como nuevo paradigma de la innovación,
explica cómo el viejo paradigma, la innovación cerrada, está perdiendo validez.
El libro de Chesbrough es el resultado de años de investigación en empresas
emblemáticas que operaron con este modelo de innovación cerrada, como Xerox y
su afamado Centro de Investigación de Palo Alto. Las enseñanzas de estos
fracasos y algunos ejemplos de empresas que lograron evolucionar a la
innovación abierta hicieron del libro de Chesbrough un éxito en todo el mundo.
Piense
por un momento en el esquema de innovación de las compañías a mediados del
siglo XX. La Segunda Guerra Mundial impulsó un desarrollo tecnológico sin precedentes.
Entonces, las empresas respondieron creando conocimiento propio e invirtiendo
grandes cantidades de recursos en centros de investigación y desarrollo. Así lo
hicieron multinacionales como IBM, DuPont, Merck, AT&T, General Electric y
Xerox. El aporte de estos centros de I&D en invenciones y conocimiento
científico fue inmenso, incluso muchos científicos fueron reconocidos con
premios Nobel –IBM obtuvo 5 de estos reconocimientos– y la cifra de patentes
por empresa fue sorprendente. Antes de 1986, IBM obtuvo 9.078 patentes en sus
laboratorios T.J. Watson, AT&T 9.213 en laboratorios Bell y en los General
Electric 14.763.
A
pesar de que este modelo de innovación cerrada funcionó bien por años, empezó a
mostrar deficiencias. La dinámica en este esquema opera en etapas de
desarrollo. Inicialmente, las empresas financian una gran cantidad de
proyectos, que luego van siendo depurados con pruebas de mercado para evaluar
su viabilidad comercial. Al final, de un promedio de 100 productos, solo 3 ó 4
llegan a producirse. El Centro de Investigación de Palo Alto fue un ejemplo de
que las innovaciones funcionan cuando están muy enfocadas a las necesidades del
mercado y están soportadas en estrategias y desarrollos tecnológicos. Algunas
innovaciones de este centro mejoraron los productos de Xerox, pero la mayoría
fracasó por carecer de estos factores.
Otro
problema de la innovación cerrada era que frecuentemente en las divisiones de
I&D había una fuerte separación entre los objetivos de la investigación y
los de desarrollo. Esto es, los intereses de los científicos eran distintos de
los intereses comerciales de las empresas. Esto le pudo pasar a IBM que en un
momento empezó a realizar invenciones en todos los frentes y de forma
desorganizada. Luego de ser la empresa más emblemática del mundo en innovación
perdió terreno frente a competencia naciente a finales de los años 80, como
Compaq.
Se derrumba el modelo
Con
el tiempo, fueron naciendo ejemplos que desafiaban el esquema tradicional de
innovación cerrada. Uno de ellos es el de Intel. Gordon Moore y Robert Noyce
fundaron esta compañía en 1968. Entonces, Moore observó que en promedio el
número de circuitos que contiene un chip se duplicaba cada 18 meses, con lo
cual formuló la Ley de Moore, que se ha cumplido hasta el presente. Lo
impresionante es que Intel ha logrado esta meta principalmente con desarrollos
externos a la compañía. Otro ejemplo reciente es el popular iPod de Apple. El
desarrollo del producto desde que se planeó hasta que se obtuvo el primer
prototipo le tomó a Apple tan solo 4 meses, y en él utilizó desarrollos que
había en el entorno y los juntó para crear el valioso producto. ¿Qué explica
estos éxitos?
El
profesor Chesbrough identificó en su libro los factores que erosionaron el
viejo paradigma de la innovación cerrada. El más poderoso de ellos es que hoy
la gente talentosa se encuentra en todas partes y en todas las compañías. Hoy
el 50% de los doctorados de Estados Unidos corresponde a personas que
pertenecen a una nacionalidad distinta. Además, la alta movilidad de la gente
talentosa entre empresas que tomó gran fuerza en las dos décadas pasadas puso a
tambalear el esquema de contratación de por vida en los centros de I&D. Ya
no era tan evidente el valor de formar a los mejores científicos, si en algún
momento la competencia podía robárselos.
El
auge del capital de riesgo y una cultura del emprendimiento más acentuada
ocasionaron cambios en los esquemas de innovación. Si en 1980 el capital de
riesgo en Estados Unidos era apenas US$700 millones en 2001 llegó a US$36.000
millones. Ahora, las ideas no solo pueden ir y venir. De ellas nacen las
empresas que serán la competencia del futuro. Cualquier día, un científico
puede arriesgarse a montar empresa, como le sucedió en repetidas ocasiones a
IBM. Todos estos factores han llevado a las empresas a replantear su estrategia
de innovación.
Un elemento
adicional a los factores de erosión nace de la experiencia del Centro de
Desarrollo de Palo Alto. De estos laboratorios nacieron 38 nuevas empresas –spin
offs–, a partir de invenciones que habían fracasado para Xerox; algunas de
ellas con gran éxito como 3M y Adobe. Aquí está la principal recomendación de
Chesbrough. Para tener éxito al innovar también se requiere innovar en los
modelos de negocio en la empresa. Esta es la causa de muchos fracasos en
innovación. A veces, proyectos con mucho potencial mueren porque la empresa no
se acopló a sus requerimientos y, otras veces, innovaciones no tan potentes
progresan por el modelo de negocio que las soporta.
Desafíos de la innovación abierta
Es
importante hacer énfasis en que la innovación abierta no pretende que las
empresas se alejen de la investigación y el desarrollo. Todo lo contrario. La
investigación no solo debe perdurar, sino fortalecerse. La innovación abierta
conlleva una inmensa gama de alternativas a las empresas. Las innovaciones que
no funcionaron en una firma pueden ser claves para otra. En este contexto, la
posibilidad de trabajar más estrechamente con los proveedores de tecnología se
hace evidente. La relación academia–empresa se constituye como un eje de
desarrollo. Detrás de este concepto, está la idea de que es preciso gerenciar
la propiedad intelectual. Es mucho más que delegar la innovación en outsourcing. Significa que de la
relación con el entorno, ya sea para proveer o para adquirir innovaciones, se
puede potenciar la capacidad de crecimiento de las empresas.
Para
Colombia, la lección es clara. La innovación no necesariamente requiere grandes
inversiones, pero siempre implica estar atento a los cambios en el mercado, las
necesidades del consumidor y el cambio en el entorno mundial. Un buen primer
paso es un acercamiento entre universidades y empresas, empresas y empresas, y
empresas y centros de desarrollo tecnológico. Es una invitación a comunicarse y
entre todos innovar más de lo que podrían hacer por cuenta propia.
Autor: Carlos Andrés Vanegas
Para la sección Management de la Revista Dinero
Autor: Carlos Andrés Vanegas
Para la sección Management de la Revista Dinero
Excelente artículo. Y hablando de Innovación, lo invito cordialmente a asistir al un excelente seminario sobre innovación en www.seminariosparatodos.com .
ResponderEliminarInnovación Global 1000: ¿Por qué la Cultura es Clave?
Cada año desde 2005, Booz & Company ha realizado el estudio Innovación Global 1000 que investiga la relación entre la cantidad que las empresas gastan en I + D y su desempeño financiero en general - y todos los años, refuerzan la conclusión de que no hay correlación entre los dos. The Economist llama al estudio Innovación Global 1000 ", la evaluación más completa de la relación entre I + D y el rendimiento empresarial".