“¿PARA qué estamos aquí?” TODOS NOS HEMOS hecho esta pregunta sobre el sentido de la vida. Quienes creen que la vida es producto de la evolución no pueden contestarla. Pero quienes aceptan las pruebas de que Jehová Dios es “la fuente de la vida” sí conocen la respuesta (Salmo 36:9). Saben que él creó al ser humano con un propósito, el cual aparece en Revelación (Apocalipsis) 4:11. Examinemos cómo en este versículo —escrito por el apóstol Juan— se explica la razón de nuestra existencia. Juan nos presenta a un coro en los cielos que canta: “Digno eres tú, Jehová, nuestro Dios mismo, de recibir la gloria y la honra y el poder, porque tú creaste todas las cosas, y a causa de tu voluntad existieron y fueron creadas”. En efecto, solo Jehová merece semejante muestra de veneración y respeto, pues él creó todas las cosas. Siendo así, ¿cómo se esperaría que reaccionaran sus criaturas inteligentes? El texto dice que Jehová merece recibir gloria, honra y poder. Sin embargo, a pesar de que no existe Ser más glorioso, digno de honra y poderoso en el universo, la mayoría de los seres humanos no lo reconocen como su Creador. Afortunadamente, por toda la Tierra hay hombres y mujeres que sí perciben sus “cualidades invisibles” en todo lo que ha hecho (Romanos 1:20). Y movidos por el agradecimiento, le dan gloria y honra. Basándose en las aplastantes pruebas que aporta la creación, proclaman a los cuatro vientos que Jehová creó todas las cosas y que, por tanto, merece nuestro respeto y admiración (Salmo 19:1, 2; 139:14). Además de gloria y honra, Jehová recibe poder de sus siervos. Pero ¿cómo puede alguien dar poder al Creador todopoderoso? (Isaías 40:25, 26.) Al haber sido creados a imagen y semejanza de Dios, tenemos —aunque a menor grado— sus mismas cualidades, entre ellas el poder (Génesis 1:27). Y si de veras agradecemos lo que el Creador ha hecho por nosotros, nos sentiremos impulsados a dedicar nuestro poder y energías a darle gloria y honra. En lugar de gastar nuestras fuerzas en metas egoístas, las utilizaremos para servir a Dios (Marcos 12:30). Entonces, ¿por qué estamos aquí? La última parte de Revelación 4:11 indica que “a causa de [Su] voluntad [todas las cosas] existieron y fueron creadas”. Existimos por la voluntad de Dios. En otras palabras, porque Jehová así lo ha querido, y no por nuestra propia voluntad. Por eso, la vida se vuelve vacía y sin sentido cuando nos concentramos egoístamente en nuestros intereses. Si queremos disfrutar de paz interior y sentido de logro en la vida, tenemos que aprender qué espera Dios del ser humano y actuar en armonía con su voluntad. Solo así hallaremos la razón de nuestra existencia (Salmo 40:8).
“¿PARA qué estamos aquí?” TODOS NOS HEMOS hecho esta pregunta sobre el sentido de la vida. Quienes creen que la vida es producto de la evolución no pueden contestarla. Pero quienes aceptan las pruebas de que Jehová Dios es “la fuente de la vida” sí conocen la respuesta (Salmo 36:9). Saben que él creó al ser humano con un propósito, el cual aparece en Revelación (Apocalipsis) 4:11. Examinemos cómo en este versículo —escrito por el apóstol Juan— se explica la razón de nuestra existencia.
ResponderEliminarJuan nos presenta a un coro en los cielos que canta: “Digno eres tú, Jehová, nuestro Dios mismo, de recibir la gloria y la honra y el poder, porque tú creaste todas las cosas, y a causa de tu voluntad existieron y fueron creadas”. En efecto, solo Jehová merece semejante muestra de veneración y respeto, pues él creó todas las cosas. Siendo así, ¿cómo se esperaría que reaccionaran sus criaturas inteligentes?
El texto dice que Jehová merece recibir gloria, honra y poder. Sin embargo, a pesar de que no existe Ser más glorioso, digno de honra y poderoso en el universo, la mayoría de los seres humanos no lo reconocen como su Creador. Afortunadamente, por toda la Tierra hay hombres y mujeres que sí perciben sus “cualidades invisibles” en todo lo que ha hecho (Romanos 1:20). Y movidos por el agradecimiento, le dan gloria y honra. Basándose en las aplastantes pruebas que aporta la creación, proclaman a los cuatro vientos que Jehová creó todas las cosas y que, por tanto, merece nuestro respeto y admiración (Salmo 19:1, 2; 139:14).
Además de gloria y honra, Jehová recibe poder de sus siervos. Pero ¿cómo puede alguien dar poder al Creador todopoderoso? (Isaías 40:25, 26.) Al haber sido creados a imagen y semejanza de Dios, tenemos —aunque a menor grado— sus mismas cualidades, entre ellas el poder (Génesis 1:27). Y si de veras agradecemos lo que el Creador ha hecho por nosotros, nos sentiremos impulsados a dedicar nuestro poder y energías a darle gloria y honra. En lugar de gastar nuestras fuerzas en metas egoístas, las utilizaremos para servir a Dios (Marcos 12:30).
Entonces, ¿por qué estamos aquí? La última parte de Revelación 4:11 indica que “a causa de [Su] voluntad [todas las cosas] existieron y fueron creadas”. Existimos por la voluntad de Dios. En otras palabras, porque Jehová así lo ha querido, y no por nuestra propia voluntad. Por eso, la vida se vuelve vacía y sin sentido cuando nos concentramos egoístamente en nuestros intereses. Si queremos disfrutar de paz interior y sentido de logro en la vida, tenemos que aprender qué espera Dios del ser humano y actuar en armonía con su voluntad. Solo así hallaremos la razón de nuestra existencia (Salmo 40:8).