viernes, 23 de marzo de 2012

Silicon Planet

En poco tiempo Estados Unidos dejaría de ser el epicentro donde emergen los emprendimientos en tecnología más audaces del planeta.



Cuando Marco Gomes tenía 5 años, las dificultades eran tan grandes que tenía que estudiar a 40 kilómetros de su casa, en las favelas de la periférica ciudad de Gama, en Brasil. Dado que debía caminar casi un kilómetro a la estación del bus, su madre, temerosa de que se perdiera, lo obligó a recitar de memoria la dirección de su casa: cuadra 34, No. 130. Lamentablemente, por problemas de dinero, lo tuvieron que retirar de la escuela.

A los 12 años, Marco empezó a trabajar con un tío, el rico de su familia, quien tenía una tienda de computadores. Conectarse por primera vez a internet cambió su vida. Diez años más tarde, Marco creó la compañía Boo-box, un modelo innovador de publicidad para tecnologías sociales. Y gracias a que un grupo de inversionistas financió su proyecto, Marco Gomes es hoy uno de los íconos del emprendimiento en Brasil.

Esta es la historia que da arranque al fascinante libro Brilliant, Crazy, Cocky: How the Top 1% of Entrepreneurs Profit from Global Chaos, de la prestigiosa periodista en emprendimiento, Sarah Lacy. Para ella, ejemplos como Marco Gomes son perfectos porque muestran muy claramente que en el siglo XXI el lugar en que nace un emprendedor no importa. Por muchos años, Sarah Lacy se especializó en escribir sobre el Silicon Valley. Sin embargo, un día quiso conocer personalmente emprendedores ocultos en mercados emergentes.

Gracias a que la Fundación Kauffan decidió financiar su proyecto, Sarah Lacy pudo marchar hacia Ruanda, Indonesia, Israel, India, China y Brasil, entre otros países que componen las historias de su libro. Y aunque en un principio esperaba encontrar historias de seres codiciosos aprovechándose de las circunstancias, el resultado fue bien distinto. Según esta autora, en 100 años, cuando miremos atrás, “no encontraremos la historia de países ricos desechando la producción en aquellos con mano de obra barata. Será la historia de la violenta formación de una fuerza emprendedora que cambiará el mundo”.

La verdad es que Sarah Lacy está tras los pasos de un animal grande. Según un estudio reciente de la firma Goldman Sachs, para mediados de este siglo las siete economías más grandes del mundo serán China, Estados Unidos, India, Brasil, México, Rusia e Indonesia. Si bien en los comienzos del Silicon Valley ninguna firma de capital de riesgo se atrevía a invertir a más de 30 kilómetros de distancia, hoy existen más de US$100.000 millones tras la pista de emprendedores en cualquier rincón del planeta.

Según Sarah Lacy, Estados Unidos ha sido víctima de su propio éxito. La razón es que los emprendedores en este país, al querer ir demasiado rápido, han olvidado la importancia de construir paso a paso. Esto está afectando la rentabilidad de los inversionistas. Además mucho talento extranjero ha empezado a regresar a casa, en un país donde gran parte de los emprendimientos más emblemáticos como Intel (Andy Grove), Google (Sergey Brin) o Sun Microsystems (Vinod Khosla), han sido forjados por extranjeros.

Emprendimiento de varios colores

El profesor de la Escuela de Negocios de Harvard, Gary Pisano, viene argumentando que tiene mucho de romántico la idea de que Estados Unidos se especializa en pensar las grandes ideas y el resto del mundo se dedica a fabricarlas. En su opinión, este modelo de desarrollo tiene dos grandes inconvenientes: primero, no es posible separar la invención con la producción sin correr el riesgo de perder el toque para innovar. Y, segundo, esta idea implica, como argumenta Sarah Lacy, “que todos los norteamericanos tienen el potencial de Steve Jobs, y que en el resto del mundo solo hay gente complaciente contestando teléfonos y ensamblando máquinas”.

En otras palabras, y este es un punto crucial para la autora, creer que es posible delegar en otros países el trabajo sucio es pensar que allá no existen también emprendedores.

Además, Sarah Lacy sostiene que una serie de cambios estructurales como el increíble aumento de las clases medias y el acceso a tecnología, están creando las condiciones para que emprendedores visionarios puedan surgir en todas partes. Esta situación es evidente en China, donde la autora afirma “cualquier cosa multiplicada por 1.300 millones produce un resultado inmenso”. En China, en algunos sectores como internet, no es posible competir contra sus emprendedores locales.

Por ejemplo, compañías como YouKu y Tudou, que han desplazado a YouTube en China, tiene cada una más de 250 millones de visitantes cada mes. Sin embargo, el caso más destacado es el gigante asiático Tencent, con ingresos anuales superiores a US$1.000 millones, la tercera compañía de internet más grande del mundo. Incluso, algunos expertos aseguran que pronto superaría en tamaño a Google.

“Aunque en occidente pensamos que internet en China solo se trata de censura y plagio, con apenas una penetración del 20% de la población, ya es el mercado más grande en internet del planeta”, argumenta Sarah Lacy en su libro.

Realmente las grandes apuestas del emprendimiento pueden surgir en cualquier parte. Un caso destacado en los últimos años es Israel. Con apenas siete millones de habitantes, Israel tiene más compañías listadas en Nasdaq (63 empresas) que toda Europa. Esto, cuando en toda América Latina apenas se pueden contar unas cuantas. De alguna forma, Israel ha logrado atraer, de lejos, las tasas de capital de riesgo más altas del planeta. En 2008, el promedio fue incluso 2,5 veces el caso norteamericano y 30 veces el europeo. Por ejemplo, aunque hasta el momento Estados Unidos ha dominado la industria de las redes sociales, los expertos aseguran que la nueva sensación va a llegar de Israel. El proyecto MyHeritage, una red social especializada en identificar la genealogía de sus usuarios, es rentable y viene creciendo a tasas gigantescas desde 2009.

Otro país de estudio para Sarah Lacy fue India, por muchos años famoso por su fortaleza en sectores de servicios como los call centers. Sin embargo, ella muestra que los emprendedores de este país tienen previsto llegar mucho más allá. Según el investigador de la Universidad de Duke, Vivek Wadhwa, se espera que miles de inmigrantes regresen a India en los próximos cinco años. Una noticia clave para el emprendimiento indio. Se calcula que entre 1995 y 2005 el número de emprendimientos forjados por indios en el Silicon Valley creció de 7% a 15,5%. Esto, a pesar de que la población india en este lugar es de apenas un 6%. Es tan grande el potencial de los nuevos emprendedores en la India que dicho país ya atrae más de US$259 millones en recursos de capital de riesgo.

Finalmente, otro gigante que analiza por despertar en el mundo del emprendimiento es Indonesia. Según Lacy, un país de 240 millones de habitantes y US$510.000 millones de PIB, no se puede dejar pasar por alto. Tal vez la iniciativa más interesante sea la de Ciputra, el veterano empresario de 80 años conocido como el Donald Trump de Indonesia. Un día Ciputra quiso hacerse una idea del emprendimiento en este país y solo pudo contar apenas 400.000 emprendedores innovadores.

De aquí nació su ambicioso sueño de “educar a todo un país en emprendimiento” y por eso viene invirtiendo más de US$100 millones en construir universidades con este propósito. El ejemplo de Ciputra es de gran valor: deja claro que solo los países que hagan bien esta tarea, educar emprendedores de alto impacto, van a ser parte del selecto grupo de naciones visionarias del futuro.


Autor: Carlos Andrés Vanegas 
Artículo para la sección Management de la Revista Dinero 

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