Cuando
Alexander Graham Bell inventó el teléfono en 1876 se lo ofreció a Western
Union, la gigante de las telecomunicaciones de la época por US$100.000 (poco
más de US$1 millón de hoy). Western dijo que no compraría ese “juguete” sin
saber que décadas más tarde sentenciaría su destrucción. ¿Ineptitud?
¿Irracionalidad? ¿Falta de visión? Ninguna de las tres. Es clásica la frase del
precursor de IBM Thomas J. Watson, “en el mundo tal vez hay mercado para cinco
computadores”. Las innovaciones que hoy transforman industrias, mañana serán
atacadas. Estas fuerzas no se detienen. Los automóviles al tren. El transistor
a los tubos de vacío. El VHS al formato beta. Cada innovación es una historia
por contar. Pero también por entender.
Por
esto, la obra de Clayton Christensen contenida en sus tres libros principales
logró prestigio global. Inversionistas, empresarios, ejecutivos y emprendedores
deben entender el impacto de las innovaciones en el pasado, presente y futuro.
Christensen ofrece una teoría que logra este objetivo.
“Las
mayores quiebras corporativas son por aplicar lo que llamamos buena gerencia y
enseñamos en Harvard”, afirmó Christensen en entrevista. Este explosivo
comentario se entiende al recorrer sus teorías. Para Christensen, hay tres
tipos de innovaciones en los mercados. A la primera, Christensen se refiere
como “sustaining
innovations”: son aquellas innovaciones que mejoran productos o
servicios ya establecidos. Computadores más rápidos o automóviles más veloces,
son algunos ejemplos.
Estas
innovaciones de “mejoramiento” son perfectas para atender al grupo que Christensen
califica como “undershot customers”:
los consumidores para quienes los productos y servicios que consumen todavía no
cumplen sus expectativas. “Consumidores no satisfechos” dispuestos a pagar un
precio más alto por un mejor producto.
Nada mejor que una buena teoría
Tal
vez el hallazgo más interesante en las investigaciones de Christensen es que “las
empresas innovan más rápido que las expectativas de sus clientes”. Piense en
las aplicaciones de su televisor, DVD o celular que no conoce y no le
interesan. O recuerde lo que paga por servicios extra que no consume. Esta
tendencia de los mercados lleva a Christensen a definir el grupo de “overshut customers”: consumidores más
que satisfechos que no están dispuestos a pagar precios más altos por mejoras
en los productos y servicios.
Cuando
se tope con esta situación, alerta. Puede ser la oportunidad de su vida. Para
Christensen, esta es la fuente de las “innovaciones de ruptura de nivel bajo” (Low-end disruptive innovations), el
segundo tipo en su clasificación. Estas innovaciones se presentan con precios
más bajos, son más especializadas y enfocadas a las expectativas del consumidor.
Algunos casos ayudan a entender la idea. El éxito de Michael Dell fue una
innovación de ruptura de nivel bajo. Dell se enfocó en lograr economías en el
ensamblaje y despacho para ofrecer precios no vistos por la competencia cuando
el producto era el mismo.
Las
compañías deben vigilar sus innovaciones para no superar las expectativas de
sus clientes. Esta es la idea central del libro de Christensen, El dilema del innovador: cuando las nuevas
tecnologías hacen fallar a las grandes empresas (The Innovator’s Dilemma: When New Technologies Cause Great Firms to
Fail). “Las compañías no son culpables, hacen lo que les enseñamos.
Escuchar con atención a sus clientes e innovar constantemente para atenderlos
mejor. Enfocar sus esfuerzos a los negocios de mayor rendimiento. Y esto es
buena gerencia”, sostiene el autor.
Pero
siempre que las empresas sobrepasan las expectativas de sus clientes con
innovaciones de mejoramiento se crean espacios para que nuevos jugadores entren
y den la batalla.
Según
Christensen, es posible identificar señales de que los consumidores están “más
que satisfechos” (overshut customers) en cualquier mercado. En su libro Previendo lo que viene: utilizando las
teorías sobre la innovación para predecir los cambios en la industria (Seeing what’s next: using theories of
innovation to predict industry change) cita distintos sectores.
Uno
de ellos es la industria de la aviación. Mientras las grandes productoras
Boeing y Airbus pelean por un mercado a muerte en el segmento alto del mercado
(aviones de alta capacidad) concentrado en pocos consumidores —“innovaciones de
mejoramiento”— compañías pequeñas como Embraer y Bombardier crecen a tasas
superiores al 40% fabricando aviones pequeños en un mercado no tan competido —“innovaciones
de ruptura de nivel bajo”—.
Por
otra parte, modelos de negocio novedosos de empresas nacientes en transporte
aéreo ponen en jaque a tradicionales como American, United y US Airways. De
aquí el éxito de Southwest, la aerolínea de mayor crecimiento de los últimos
tiempos, que trabaja mediante un esquema de precios competitivos típico de
innovaciones de ruptura de nivel bajo. Estas compañías nuevas, las aerolíneas
regionales, aquellas de descuento y las de punto a punto son amenazas al
futuro.
Oportunidades infinitas
Las
innovaciones del tercer grupo en la teoría de Clayton Christensen son las más
difíciles de identificar, pero su poder transformador tampoco tiene
precedentes. Regresemos a la historia del teléfono para entrar en contexto. En
un comienzo, la tecnología que desarrolló Alexander Graham Bell para comunicar
personas por medio de electricidad solo era útil en distancias cortas. En
cambio, el negocio de Western Union eran las grandes distancias. No fue
ineptitud de los ejecutivos de Western no adquirir la tecnología de Bell.
Simplemente no era compatible con su fuente de ingresos. Es más, las
comunicaciones se realizaban en clave Morse, que requería técnicos calificados
y una complicada infraestructura. El teléfono no representaba ninguna amenaza y
no era una posible fuente de ingresos interesante en el modelo de negocios de
Western.
Para
Christensen, el teléfono es un perfecto ejemplo de las “innovaciones de ruptura en nuevos mercados” (new-market disruption). El argumento es que estas innovaciones se
caracterizan por ser más simples de utilizar, no requerir expertos y ser más
económicas. El computador personal, el celular, la fotocopiadora, las cámaras
Kodak o las páginas de subasta tipo eBay en internet son ejemplos de estas
innovaciones.
Lo interesante
es que según el autor no siempre se requiere tecnología de última generación
para identificar estas innovaciones de ruptura en nuevos mercados. Para
identificarlas es preciso pensar en dos conceptos. Atender aquellos no
consumidores e ingresar en nuevos ambientes no tradicionales de consumo. Si
usted lo piensa, el éxito del teléfono fue precisamente ese. Llegar a gente que
antes no atendía Western Union en un lugar nuevo, como la casa o la oficina. Lo
mismo para el celular. En todos los sectores se pueden identificar estos “no
consumidores” o “espacios de no consumo” para aprovechar.
Dos
ejemplos no tradicionales. Podría pensarse que el sector salud no se ve
afectado por las fuerzas de la innovación. Sin embargo, poco a poco en los
países desarrollados las empresas están entendiendo que las oportunidades de
crecimiento están en acercarse cada vez más a la gente. Christensen muestra
cómo, por ejemplo, la prueba de embarazo transitó este camino. Las mujeres en
la comodidad de su casa realizan la prueba. Muestras de cómo llegar a no
consumidores en ambientes de no consumo. Toda la industria de la salud tiene
este desafío al futuro y ya sea utilizando internet, nuevos modelos de negocio
o productos, tendrá que acercarse a la gente para ofrecer servicios más
fáciles, económicos y accesibles.
La
educación superior es un caso similar en los planteamientos de Christensen. Las
universidades tradicionales y de prestigio han hecho caso omiso del ascenso de
internet como un poderoso medio de enseñanza. La Universidad de Phoenix es
pionera en este modelo al atender a personas que no disponen de tiempo en su
vida laboral pero que requieren actualizarse y aprender. No consumidores que
han encontrado un nuevo ambiente. Incluso en Estados Unidos es posible obtener
un grado en derecho de la Concord Low University. Las universidades de empresas
como Ford, GE, Motorola, IBM o McDonald’s más especializadas en los
requerimientos de las empresas también son innovaciones de ruptura que amenazan
la estabilidad de la industria.
Una
visión más amplia de las teorías de Christensen ayuda a entender cómo competir
en los mercados actuales plagados de innovaciones de ruptura. Una recomendación
simple para las empresas nuevas que deseen dar la guerra es mantener un bajo
perfil el mayor tiempo posible. Las empresas establecidas normalmente no se
percatan de las amenazas en una innovación de ruptura hasta cuando ya es tarde,
y no pueden cambiar su modelo de negocio para enfrentar a la compañía entrante.
Cuando Western Union entendió el desafío del teléfono ya era demasiado tarde.
Su modelo de negocio era obsoleto para esta nueva tecnología. Por tanto, trate
siempre de mantener un perfil bajo y no enfrentar cara a cara a un gigante
porque allí sus posibilidades de éxito son limitadas.
Autor: Carlos Andrés Vanegas
Para la sección Manegement de la Revista Dinero
Autor: Carlos Andrés Vanegas
Para la sección Manegement de la Revista Dinero
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