Creo
que con muchos coincidiría en que el año pasado fue para dejar atrás.
Arrancando enero fui diagnosticado con el síndrome del colón irritable. Toda
una noticia para mí que no tenía ni idea de lo que significaba, pero lejos de
ser una enfermedad menor, sus síntomas realmente afectan tu vida. Un dolor
intenso en el estomago todo el día no te deja pensar, no te deja trabajar, y muchas
veces, tampoco disfrutar.
2011
marcó el final de la fiesta para muchos que invertimos en acciones. Tal vez
tomé más riesgos de los que debía, tal vez fue mala suerte. Lo cierto es que
cerca del 35% de mis ahorros de toda la vida desaparecieron este año y es el
momento que aun no se recuperan.
En
el campo profesional digamos que tuve que tomar una decisión inesperada. Los
ataques más duros para el corazón sin duda llegan de quienes menos te lo
esperas. Y en el 2011 tuve que experimentar esto muy en carne propia.
Circunstancias que realmente ponen al límite tus propios valores y formas de
pensar.
Aun
así genuinamente siento que en el balance fueron muchas más las cosas
positivas. Mi mamá siempre me decía que la vida es como una ruleta, hoy estas
abajo y mañana estas arriba. Casi todos los días el año pasado tuve muy
presente su principal enseñanza. ¡Que no importa que tan profundo uno caiga pues
lo importante es mantener las fuerzas para seguir adelante!
Sin
mayor poesía eso es lo que quiero expresar. No es ningún cuento que los
momentos más duros son nuestros mejores maestros. Tengo muchas caras en mi
mente de personas nuevas que aparecieron en 2011 para llenar mi vida de alegría.
Tengo muy en el corazón quienes permanecieron junto a mí todo el tiempo para no
dejarme caer.
Y
aunque odio el fanatismo también me acerqué a Dios. Particularmente le
agradezco que en estos últimos meses me haya colocado tan de frente un
propósito por el que vale la pena trabajar y luchar. No conozco un trabajo más
bonito que apoyar a las nuevas generaciones a alcanzar sus sueños.
A
pesar de lo que haya pasado siento que hoy estoy mejor en cada uno de las facetas
de mi vida. Al final no es cuestión de creer o no creer, lo cierto es que
siento que arriba hay alguien que me quiere mucho. Gracias chuchito por ese
caprichoso 2011.
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