“Reconozcámoslo.
En los negocios modernos no caben más palabras que no dicen nada”. Este es el
punto de partida del libro Why business
people speak like idiots: a bullfighter's guide (Por qué los hombres de
negocios hablan como estúpidos: la guía del torero), de los autores Brian
Fugere, Chelsea Hardaway y Jon Warshawsky. Aunque suena irónico por su título,
en realidad es una completa investigación de la consultora Deloitte que
evidencia la vaguedad con que se expresan los ejecutivos de hoy. Y francamente
tiene sentido.
¿Acaso no sería más sensato decir, 'manos a la
obra' en vez de 'ejecutemos el business plan'? ¿O, 'concentrémonos en lo que
mejor sabemos hacer' en vez de 'foco en el core business'? ¿Qué tal, 'dejemos
en manos de terceros algunas actividades claves' en cambio de 'implementemos
una estrategia de outsourcing'? De hecho, es probable que lo entiendan mejor si
se refiere a 'la marca más recordada' en vez de 'top of mind', 'top of heart',
y todas sus derivaciones… Esto sin mencionar la infinidad de siglas ERP, CRM,
POP, CEO o SME… que parecen tener vida propia, y que en realidad no se sabe si
alguien lo entienda.
Sin
embargo, lo fundamental del tema es que, según los autores, en el trabajo los
hombres de negocios están perdiendo la riqueza de su comportamiento y lenguaje
de la vida cotidiana, es decir, su autenticidad. “La forma en que las personas
se expresan en ambientes familiares llena de humor, calidez, frescura y
espontaneidad es reemplazada en las empresas por la de estereotipos típicos,
fríos y calculados”, sostienen.
Tanto
cliché en la jerga de los negocios termina por apartar a la gente y hacerla ver
distante. Este es un gran problema, sobre todo cuando la tarea principal de
cualquier ejecutivo es comunicarse y persuadir a los demás. La palabra clave es
confianza. “Por más talentoso que sea un ejecutivo, sus resultados siempre
estarán atados a lo que otros hagan por ellos”, afirman los autores.
Esta
es una idea poderosa sobre todo en un país como Colombia. Piense en esta
imagen: joven ejecutivo recién graduado 'con iPad en mano' atiende a su primer
cliente ¡marketing plan! ¡Supply chain management! ¡#@%&$!... probablemente
no haga ninguna venta. En realidad cualquier sector de la economía nacional
está soportado por trabajadores, en su mayoría sin una educación formal en
negocios para quienes este lenguaje resulta un gran obstáculo. Los colombianos
somos 'sencillos' y para ellos este lenguaje no es más que arrogancia.
El ataque de los 'clones'
De
alguna forma, en los negocios las personas dejaron a un lado su voz humana.
Para los autores, parte de la responsabilidad recae en las facultades de
negocios, los consultores, los medios, la literatura y por supuesto los
'gurúes' de la gerencia. También las empresas tienen gran cuota de
responsabilidad. “Es una contradicción que en el mundo corporativo las firmas
luchen por diferenciarse en los mercados, pero hacia adentro amen contratar
gente que sea idéntica. Los clones en los negocios son fáciles de contratar,
manejar, asignarles reglas y despedir”, es la posición del libro. Como
resultado, las personas ya no son ellas mismas en el trabajo.
De
todas formas para Fugere, Hardaway y Warshawsky esta situación no debe
preocuparle pues más bien es una gran oportunidad para ser genuino y
conseguir mejores resultados que los demás. Es la historia, según
ellos, de personalidades como Jack Welch, gerente por muchos años de General
Electric; Rudolph Giuliani, ex alcalde de Nueva York; Jeff Bezos de Amazon.com;
Warren Buffett de Berkshire Hathaway y Steve Jobs de Apple. Ejecutivos que se
han caracterizado por un lenguaje directo, concreto y sin arandelas.
Líderes
con personalidad y empatía suficiente para conectarse fácilmente con un
público. Esto no solo sucede en Estados Unidos. En el país hay ejemplos
suficientes tanto en política como en negocios de cómo la gente prefiere
personalidades que sienten similares y castigan a aquellos que se perciben
lejanos.
En
un nivel personal, los autores plantean distintas causas de que, como afirma el
título, “los hombres de negocios hablen como estúpidos”. Y en esto tal vez la
razón más evidente sea la falta de seguridad. “Cuando los ejecutivos se
comunican, usualmente se preocupan más por descrestar que por informar”,
aseveran. La idea es que las personas piensan todo el tiempo en ellas mismas y
no en los demás. “Es una evidente muestra de inseguridad utilizar palabras que
probablemente otras personas no entiendan, haciéndolas sentir inferiores”,
plantea el libro.
Otra
gran causa de la forma en que se expresan los ejecutivos es la tendencia a
evadir temas difíciles en los negocios. Piense en cuántas veces ha escuchado
decir a un gerente general o ha leído en un informe de gestión concretamente frases
como: “tenemos que recortar 30% de la nómina, este año cayeron 25% las ventas o
estamos en serias dificultades”. No, claro que no. En estas situaciones vuelven
al ruedo las típicas: "reestructuración, cambio de estrategia o
downsizing".
Para
los autores, los seres humanos, sobre todo en los negocios, tenemos la
tendencia a siempre querer decir buenas noticias. Pero, en su opinión, no hay
nada que despierte más confianza en un cliente que recibir la verdad siempre
por delante.
Es
importante anotar que los autores reconocen el valor del lenguaje técnico
especializado que, como en cualquier actividad, es natural que esté presente en
los negocios. El problema, argumentan, son “aquellos términos que no dicen nada”.
Elimine toda esa jerga sin contenido que le puede ocasionar problemas de
comunicación, es la recomendación.
Otro
aspecto que aborda el libro es que mucho de la pérdida de autenticidad en los
negocios se soporta en las actuales herramientas tecnológicas de comunicación.
Las más peligrosas, en opinión de los autores, son las clásicas presentaciones
de PowerPoint. “Llenos de formalidad, muy serios, los ejecutivos dejan de ser
ellos mismos y se concentran en unos cuantos puntos de las diapositivas sin
dejar espacio a la creatividad y la iniciativa. Parecen borregos que
automatizan sus ideas y su voz en formatos estandarizados”, sostienen.
De
la misma forma, opinan que los e-mails son negativos cuando se llega al punto
de reemplazar totalmente la comunicación física. Los mensajes van y vienen, la
mayoría de las veces sin que la gente conozca realmente a la contraparte.
Por
esto, el libro, además de ser una crítica al lenguaje en el lugar de trabajo,
es una reflexión sobre cómo estos ambientes, sobre todo en los países
desarrollados, son cada vez más impersonales. “Hoy ya nadie quiere
comprometerse afectivamente en el ambiente laboral. Es muy peligroso”,
puntualizan. Por alguna razón, las personas temen expresar sus sentimientos
porque consideran que es un síntoma de debilidad, sin entender que entre
humanos esta es la forma de crear solidaridad.
Escape del aburrimiento
Afortunadamente,
hay formas de eludir este círculo vicioso de los “estúpidos de los negocios”,
según los autores. La clave es entender el concepto simple de “la belleza de lo
imperfecto”. Es decir, reconocer nuestra condición de seres humanos llenos de
defectos y aprovechar esta humanidad para llevarla al trabajo. En este sentido,
hay recomendaciones muy concretas. Tal vez la más contundente es tener siempre
presente el poder del “humor” en el trabajo.
“La
gente ama el humor, es sin duda sinónimo de creatividad. Cuando hay humor, de
inmediato empiezan a escuchar”, dicen. Por supuesto, la idea no es que usted se
convierta en un payaso con sus clientes y compañeros de trabajo, pero ¿conoce
una mejor forma de romper el hielo que una sonrisa?
Otros
aspectos en los que puede trabajar son la excesiva seriedad y el formalismo
que, cuando no son naturales, hacen ver las personas falsas. Los autores
recomiendan llevar al trabajo aquellos aspectos que le dan riqueza a la vida
diaria. Temas como deportes, música y hobbies, con moderación, pueden hacer más
efectivas las reuniones de negocios. De hecho, para Fugere, Hardaway y
Warshawsky, los hombres de negocios incluyen tantas palabras ostentosas en su
lenguaje precisamente para disimular lo aburrido que se ha vuelto el trabajo.
Por
todo esto, mañana en su trabajo haga el siguiente ejercicio. Antes de actuar
como los autores llaman “un estúpido de los negocios”, haga un alto y piense.
Un lenguaje más concreto y su propia personalidad son excelentes herramientas
para mejorar las relaciones con sus compañeros. Tome el riesgo por un día de
imprimir un poco de usted mismo en los correos, presentaciones, informes y
llamadas telefónicas. Es más, deje a un lado el teléfono y salga a visitar a la
gente. Nada vende más que la presencia de alguien realmente auténtico.
Profe esto sucede muy frecuentemente por el simple hecho de sentirse más grandes y mas intelectuales y no saben lo estúpidos que se ven.
ResponderEliminarA mi modo de ver, digo yo no sé "entre más sencillo seas más lejos llegas"
att. andres