¿Cómo empezó a estudiar formalmente la
felicidad?
Yo
estudiaba ética religiosa en la Escuela de Divinidad de Harvard. Para entonces
quería saber cómo nuestro pensamiento y nuestras creencias impactan la forma en
la que actuamos en el mundo. En ese momento, investigadores en el Departamento
de Psicología empezaron a plantearse preguntas similares, pero desde una
perspectiva científica. Me invitaron a trabajar con ellos y allí me enamoré de
la relación entre la ciencia y los pensamientos positivos. Es fascinante
empezar a estudiar científicamente preguntas como ¿de dónde surge una dicha
perdurable? ¿qué nos hace levantarnos cada mañana? ¿qué tanto podemos
influenciar nuestro destino a pesar de nuestros genes? o ¿cómo nuestras buenas
intenciones pueden tener un efecto transformador en el mundo?
Sin
embargo, lo más interesante de toda esta experiencia fue poder colocar estos
conceptos en la práctica durante la crisis económica global a finales de 2008.
Desde entonces he tenido la oportunidad de trabajar temas de felicidad con
compañías de 49 países en el mundo. Este enriquecimiento ha sido aun mayor que
el de los hallazgos hechos anteriormente en el laboratorio.
¿Cuál es el principal hallazgo en sus
investigaciones?
La
lógica convencional de la mayoría de la gente es la siguiente: si trabajo cada
vez más fuerte, algún día seré exitoso, y entonces seré feliz. El problema es
que científicamente esta formula es errada. Cada vez que alcanzas un logro el
cerebro reacomoda su propia definición de éxito. En ese sentido para mucha
gente la felicidad representa una meta inalcanzable pues el objetivo final
siempre va a estar en movimiento.
No
obstante hay una forma totalmente distinta de ver las cosas. La de ser felices en
este momento. Cuando las personas son felices los estudios muestran que
aumentan sensiblemente sus posibilidades de triunfar en la vida. La gran
conclusión es que la felicidad es el motor del éxito personal y profesional.
Tratar de ser exitosos antes que felices significar desaprovechar el potencial
de nuestro cerebro.
¿Existe alguna medición concreta de
estos resultados?
Mis
investigaciones fueron portada de la publicación Harvard Business Review en
enero de este año. Desde entonces ha sido el artículo más leído por varios
meses consecutivos. Esto lo digo simplemente para mostrar que en efecto las
compañías reconocen que la felicidad es importante para la productividad y que
estamos fallando en este sentido. En concentro, mis investigaciones en Harvard
muestran que existe una ventaja competitiva de la felicidad en las economías
modernas. Las personas felices son en promedio 31% más productivas, muestran
23% menos síntomas de fatiga y cansancio, son tres veces más creativas, faltan
15 días menos al trabajo por incapacidad, y alcanzan 37% más ventas que el
resto.
¿Es posible aprender a ser felices?
El
mito más grande de la felicidad es que las personas no pueden cambiar. Como si
la felicidad fuera algo con lo que llegamos a este mundo. Pero la ciencia ha
demostrado que esto no es correcto. La felicidad es una elección. Los genes son
un punto de partida pero no la bandera final. En mi libro The Happiness Advantage exploro cinco hábitos, como el
agradecimiento o el deporte, que pueden cambiar significativamente nuestra
perspectiva de la felicidad. El cerebro se transforma constantemente, incluso
en la edad adulta. Los estudios muestran que hasta dos minutos diarios en los
hábitos correctos pueden generar dividendos para toda la vida.
Autor:
Carlos Andrés Vanegas
@carlosavanegast
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