Entrevista exclusiva con Bo Burlingham
editor de Inc. Magazine una de las publicaciones más influyentes en el campo
del emprendimiento y autor del famoso libro Small Giants.
Algunas
personas realmente toman en serio el valor de los detalles, y tienen casi una
obsesión por lo pequeño. No hace mucho tiempo, aunque parezca extraño en un
mundo que gira al ritmo del emprendimiento, algunas personas se hubieran
avergonzado en reuniones sociales al decir “soy un emprendedor”.
Hoy
la situación es bien distinta, y es distinta en parte gracias a emprendedores
que de tiempo atrás han creído en lo que alguien día puede surgir de lo que
nace pequeño. Bo Burlingham es claramente uno de ellos.
Cuando
los mercados no apostaban por el emprendimiento, Burlingham ayudó a consolidar Inc.
Magazine una de las primeras publicaciones especializadas en pequeñas empresas.
Su listado de las Inc. 500, es el referente más importante de crecimiento y
prestigio para una Pyme en Estados Unidos. Su libro más famoso Small Giants: companies that choose to be
great instead of big sobre las compañías que prefieren defender su
identidad en vez crecer, es considerado uno de los mejores libros de
emprendimiento de todos los tiempos.
Gracias
a todos estos aportes quisimos conversar un poco con Bo Burlingham sobre su
pasión por el emprendimiento.
En
su libro Small Giants usted recuerda cómo hace pocas décadas la imagen del
emprendedor no era apreciada. ¿Cómo ve el emprendimiento hoy en día? ¿Qué
piensa de su futuro?
En
los años 50s, 60s, y 70s no era un gran halago ser considerado un emprendedor.
En esos tiempos los emprendedores eran vistos como personas extrañas, sin valor
social pues el sueño era trabajar para una gran corporación. Esta percepción
empezó a cambiar arrancando los 80s gracias a emprendedores como Bill Gates,
Steve Jobs, Ted Turner, y muchos otros que ayudaron a construir un mundo mejor.
Pero
ellos no inventaron el emprendimiento. El emprendimiento ha estado con nosotros
siempre que hemos querido salir adelante y tener una mejor vida, y nos
acompañará por siempre. Sin embargo, el ambiente hacia el emprendimiento se
renueva constantemente. Es una mezcla de cambios en lo social, cultural,
político y económico. Por ejemplo, los gobiernos pueden facilitar su trabajo o
crear barreras para hacerlo prácticamente imposible.
Su último libro The Knack trata sobre
casos de emprendedores exitosos en las calles. ¿Cuál es el principal mensaje
del libro?
Yo estoy convencido de que la mejor
escuela para un emprendedor es la escuela de los golpes. No
existe ninguna facultad que le pueda enseñar más sobre emprendimiento que usted
mismo enfrentándose al mundo, cayéndose, levantándose y tratando de ver cómo hacer
mejor las cosas en una segunda oportunidad. Se
aprende a hacer negocios, haciéndolos.
¿Va
a cometer errores? ¿Eventualmente va a fracasar? Por supuesto, pero fracasar es
muchas veces el mejor maestro. Y estos aprendizajes con seguridad van a ser los
pilares de su nuevo proyecto. Nunca hay que olvidar que las dos cualidades más
importantes en un emprendedor son su persistencia y capacidad para enfrentar el
fracaso.
¿Qué hacer para crear una visión propia
de los negocios aun cuando uno no tiene un mentor?
Los
emprendedores más exitosos son simplemente estudiantes con una inagotable sed
de conocimiento. Por donde quiera que vayan, ellos van adquiriendo enseñanzas.
Y hoy en día, muy distinto a hace 30 años, existen toneladas de información y
consejos, en revistas, libros o en internet. En general, mi recomendación es
siempre tratar de identificar que la información viene de alguien que haya
tenido experiencia en el mundo real creando su propia compañía. La clave aquí
es siempre tratar de no cometer estos errores ahora que usted se enfrenta a
este desafío.
En su concepto de compañías pequeñas
gigantes los emprendedores prefieren crear lugares especiales en vez de crecer
y crecer. ¿Tiene esto que ver con la relación felicidad y negocios?
Por
alguna razón a los emprendedores se les olvida con facilidad que el fin último
de un negocio no es el negocio en sí mismo. Usualmente es un medio para lograr
algo que quisimos con muchas fuerzas al comienzo. Para muchos, nuestra meta es
lograr una vida feliz. Y las empresas te pueden llevar allí siempre que
entiendas que la vida personal es más importante que el negocio.
También
creo que la mejor forma de identificar una buena compañía es ver si la gente se
divierte. Mi viejo amigo y mentor Jack Snack siempre me recordaba que una
compañía en donde la gente se divierte no tiene límites. Cuando en una empresa
la gente no se divierte, solo existen problemas.
¿Cómo crean sus grupos de trabajo las
empresas pequeñas gigantes?
Solo
es posible crear equipos excelentes cuando todo el mundo sabe el rol que juega
en ese equipo. Mi primer libro lo escribí junto a Jack Snack, cofundador y
gerente de Springfield ReManufacturing Corp, y lo titulamos The great game of business. Allí
planteamos que los negocios no son ni arte ni ciencia (aunque tienen elementos
de ambos).
En
esencia, los negocios son un juego, y como en todo juego solo es posible
jugarlo si entiendes las reglas, tienes la información para conocer tus
movimientos y avanzar, además de conocer el resultado de tus acciones. En este
juego cada participante puede verse afectado, beneficiado o hacer una gran
diferencia entre si ganar o perder.
Esta
fue la filosofía de Jack Snack quien decidió liderar su empresa bajo estos
principios. A cada persona en la organización se le dio a conocer la
información financiera de la empresa y se le explicó la importancia de su cargo
para poder cumplir las metas. Si a la empresa le iba bien todos se
beneficiarían, pero también todos se perjudicarían en el fracaso. Esta forma de
gerenciar la llamamos open-book
management. ¿El resultado? La compañía pasó de vender US$16 millones hace
25 años a US$500 millones con aumentos constantes en su rentabilidad.
Autor: Carlos Andrés Vanegas
Para la sección Management de la Revista Dinero
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