En
el futuro las personas dejarán de añorar un retiro para descansar y descansar. Van
a cambiar este sueño por una segunda etapa de su vida profesional dedicada a
trabajos con mayor sentido e impacto social. Algunos pioneros ya están labrando
el camino.
A pesar de que su corazón carga con años de experiencia,
sus manos aún tiemblan frente al espejo del camerino. Este viejo actor disfruta
su cuerpo pues entiende que este es el mejor de los instrumentos. Sus ojos
fijos observan su rostro ya poblado de arrugas. Su corazón palpita con fuerza.
Y allí repite el mismo pensamiento, “Dios, tengo 65 años pero solo Tú sabes
cuánto deseo y soy capaz de trabajar”. Esta
es la historia de aquellos actores que deciden agregarle a su vida como
artistas, antes de que se apaguen las luces, un acto más.
Aun
cuando la sociedad pensó que ya no eran útiles, ellos quisieron revivir un
viejo sueño de su juventud en un segundo acto de su vida profesional.
Cuando se abran los telones van a presenciar un público distinto. Todavía sus
manos serán ambiciosas, pero su sueño habrá cambiado. El propósito ya no será
tanto el dinero, sino más bien aportar desde trabajos con sentido e impacto
social.
Tras
bambalinas
La imagen de este experimentado actor no es desconocida
para la sociedad contemporánea. Representa esa inmensa masa de la fuerza
laboral que se aproxima con rapidez a su jubilación o retiro. Por estos años un
primer grupo de los llamados baby boomers,
personas que nacieron entre 1946 y 1964, están ingresando a sus 60's. Nunca
antes en la historia de la humanidad había existido una base de capital humano
con tal preparación y experiencia.
Aun así, lo que actualmente la sociedad les ofrece “al
finalizar sus carreras”, es dedicarse a una vida de “descanso, viajes y lectura”.
Y en la mayoría de los casos, de pobreza. Tan solo en Estados Unidos los boomers representan 80 millones de
personas, el segmento de mayor crecimiento de la oferta laboral, a quienes se
les acerca la hora de redefinir su destino.
Tras las bambalinas de este escenario se esconde una dura
paradoja. Tal vez el logro más importante de la humanidad — extender la vida,
vivir más y más saludablemente — se ha convertido, extrañamente, en una
pesadilla para los mercados. Para 2030 la mayoría de los países pronostican una
hecatombe fiscal por no tener los recursos para las pensiones de estos boomers. Pero el destino no está
escrito, y como decía el filosofo de la gerencia Peter Drucker “la mejor forma
de predecirlo es construyéndolo día a día”. Y es el futuro en donde viviremos
el resto de nuestras vidas. Es por esto que hoy los adultos entre 55 y 65 años
tienen por delante una decisión determinante por tomar.
Al respecto, el reconocido autor en temas sociales, Marc
Freedman expone en su reciente libro Encore:
Finding work that matters in the second half of life, una visión distinta
del futuro. Una imagen novedosa para el pensamiento convencional.
Sueños
y marionetas
A Marc Freedman le causa curiosidad que una institución
relativamente reciente, de apenas pocas décadas, como lo es el retiro, se tome
como algo inamovible en los pronósticos de los economistas. Freedman explica
que los distintos movimientos de los trabajadores, principalmente de la
industria automotriz y del acero, luego de la recesión económica de los años 30
empujaron este tipo de medidas de bienestar en los países desarrollados.
Adicionalmente, tanto en Estados Unidos como en Europa, se requería abrir
espacios para los jóvenes que regresaban de la Segunda Guerra Mundial.
Retirarse pronto o pensionarse se convirtió en un
propósito de los gobiernos y fue ampliamente promocionado por las instituciones
financieras, quienes entendieron la oportunidad de negocio. El hombre mismo
creó el sueño de “pensionarse”. En pocos años la población laboral mundial por
encima de los 65 años cayó a menos del 20%.
Sin embargo, este autor explica que esta obra no siempre
ha sido actuada en la misma forma. “Gran parte de las civilizaciones antiguas
operaron más bien con la filosofía de que a nadie se debe desaprovechar”,
expone en su libro. Pero en los años 60 el sueño del retiro, conocido como los “años
dorados”, adoptó nuevas dimensiones. El empresario estadounidense Delbert Webb
fue pionero al crear “paraísos del descanso” para que la clase media de este
país pudiera “jugar golf” el resto de sus vidas. La gente no solo perdió el
temor a retirarse, sino que empezó a querer hacerlo lo más pronto posible.
Tristes
máscaras
Es decir, algún día dejar de trabajar se convirtió, por
más ilógico que parezca, en el principal sueño y la motivación de ir al trabajo
diariamente. Como resultado, “la institución del retiro creó la primera masa de
aristócratas de la vida modera”, sostiene el autor. Esto, también afirma,
contribuyó a que el siglo XX marcara el inicio de una visión perversa sobre los
adultos mayores, quienes empezaron a ser vistos como inútiles, figuras sin
belleza y sin propósito en la vida. Actualmente, en medio de tanta adulación
por la juventud, no es raro que todo lo que sepa a vejez sea de temer.
Pero hoy estamos empezando a reconocer que el sueño
prometido de “los años dorados” carece de sentido. Los psicólogos llaman “la
ética de sentirse ocupados” a la actitud de los jubilados de llenarse de
actividades. Ahora viven más, viajan más, tienen más salud, pero muchas veces
su vida carece de un propósito. Distintos jubilados aseguran que la pensión se
ha convertido en algo insoportable y muchos no quieren vivir 30 años de algo
que parece “un fin de semana que nunca termina”.
Hoy
cuatro de cada cinco boomers aseguran que desean trabajar luego de su retiro. “Antes se pensaba que el trabajo afectaba la
salud, hoy estamos empezando a entender que dignifica, y ayuda tanto al bienestar
físico como emocional”, asegura Freedman.
El
nuevo libreto
El libro Encore es principalmente la historia de un grupo
de pioneros, adultos mayores, que asumen una visión totalmente distinta de su
futuro. Por ahora son pocos, tanto en países desarrollados como en Colombia,
pero Marc Freedman espera que en poco tiempo representen el cambio más
dramático en la fuerza laboral desde que ingresó la mujer a ocupar cargos de
hombres en el siglo pasado. Como ejemplo, a los 50 años de edad Bill Gates
anunció que se retiraba de su cargo en Microsoft para dedicarse de lleno a trabajar
por la salud, la educación y otros temas sociales.
En su discurso de la época Gates dijo “este anuncio no
significa un retiro, sino un cambio de prioridades”. Es cambiar dinero por
propósito. Pero esta historia no solo es de multimillonarios, sino que la
comparte gente normal en todo el mundo, aunque todavía pocos, con deseos de
aportar con su experiencia al bienestar de los demás.
Entre las distintas chispas de pioneros colombianos que
le apuestan a este tema se destaca la Fundación Amar y Servir. Ellos tienen un
plan de jubilación “dirigido a personas que han culminado su etapa laboral y
desean seguir aportando sus conocimientos y experiencia en proyectos de
carácter social”. El padre jesuita Jorge Serrano, director de la fundación
tiene clara su meta de identificar los mejores perfiles para colocarlos al
servicio de la comunidad. Es evidente que ciudadanos con mayor sentido, pueden
crear una sociedad con mayor sentido.
Marc Freedman cree que distintas fuerzas se están
tramando para que la gente cambie su sueño. “Ya no soñar en trabajar para algún
día dejar de trabajar, sino trabajar para algún día poder elegir en dónde
aportar”. En un estudio realizado por la MetLife Foundation en el mercado
laboral de Estados Unidos, personas entre los 55 y 65 años manifestaron un gran
deseo de cambiar su trabajo actual por algo con mayor sentido social y
realización personal.
Hay que recordar que el grueso de los baby boomers transcurrió su juventud en los años 70 en donde textualmente soñaron con cambiar el mundo. Bien, para estos pioneros que tienen todavía décadas de vida tras su retiro, esta es la oportunidad perfecta para regresar a su sueño inicial.
La
escenografía
El escenario se está equipando para dar inicio a una
nueva oleada de segundos actos enfocados a lo social. Lo primero es el cambio
demográfico. El instituto Max Planck en Alemania sostiene que el ser humano ha
agregado 2,5 años por década a su expectativa de vida desde 1840. Los diseños
iniciales de las pensiones no estimaron estos cambios. Hay un dicho que dice “haz
algo grande mientras tengas tiempo para agregar a tu biografía”. Y para esto
hoy, luego del retiro, los seres humanos tienen todavía 15, 20 ó 30 años de
aporte.
Otra consecuencia de la longevidad es que ni los
bolsillos de los gobiernos, ni los de las personas, van a soportar tanto tiempo
de inactividad. Filas interminables de seres humanos cobrando un cheque es la
primera imagen que tenemos de los pensionados. Entonces las personas van a
requerir fuentes adicionales de ingresos, en algunos casos no tan grandes
porque son de carácter social, pero también aportarán con el pago de impuestos
al fisco nacional. Además es importante destacar que los trabajos con esfuerzo
físico se han disminuido en todo el mundo a menos del 8%.
Actores
por lo social
Aquí vale la pena aclarar que la vida enfocada a lo
social no es la única alternativa de un segundo acto en la vida profesional.
Algunas querrán hacerse empresarios, o seguir trabajando como ejecutivos. Esta será la etapa de retomar sueños
impredecibles. Pero lo social, el cuidado de las nuevas generaciones y de
los adultos mayores verdaderamente necesitados; la salud, la cultura, la
educación, y todos los campos del bienestar social, merecen un empujón
especial. En todo el mundo hay una escasez gigantesca de talento y experiencia
en los sectores sociales que debemos llenar.
En un segundo acto social, por supuesto, influye
fuertemente la faceta espiritual del ser humano. Cuando haya que rendir cuentas
en el más allá, muchos no se van a sentir tan cómodos por sus logros de vender
más o lograr una mayor participación de mercado en sus negocios. En la recta
final se empieza a entender el dicho “yo soy lo que sobrevive de mí”, y
entonces dejar un legado empieza a convertiste en prioridad.
Manos
a la obra
Aunque algunos baby boomers están abriendo el camino
hacia este nuevo futuro, la sociedad tiene que darles la mano para que entre
todos puedan transformar la sociedad. Que la gente trabaje más tiempo,
preferiblemente en lo social, es buen negocio tanto individual como general.
Entonces ¡manos a la obra! A nivel empresarial las compañías deben empezar a
entender el valor de la experiencia y de las personas ya retiradas.
“Lo que hemos presenciado es que las empresas han echado
para atrás ese pensamiento de preferir a los jóvenes a toda costa. Se han visto
obligadas por los resultados mismos a entender el valor de sus ejecutivos más
experimentados”, asegura este autor. El aporte de las empresas se puede
entender con el caso de IBM que recientemente montó un programa de transición
en el que forma a sus ejecutivos mayores para que luego del retiro se
conviertan en profesores en temas relacionados con tecnología.
Los gobiernos también tienen mucho que aportar para hacer
más fuerte esta segunda ola de actos sociales. Hay que transformar esos
incentivos perversos que no los hacen atractivos para las empresas. Distintos
segmentos de la economía se tienen que preparar para este nuevo mundo. Las
universidades deben ser pioneras para apoyar estos tránsitos de lo corporativo
a lo social. Se deben crear redes de apoyo con conocimiento para que las
personas puedan identificar e ingresar en aquellos lugares donde aporten más.
Aquí también serán protagónicos aquellos que decidan ser empresarios sociales
en esta etapa de la vida.
Hoy los adultos mayores tienen la oportunidad de
transformar nuevamente la historia. De que ellos lo logren depende que las
otras generaciones los sigan. Cambiar de sueño y algún día poder decir “ya me
queda poco para arrancar mi segunda carrera y empezar a aportarle más
decididamente a este país”.
Autor: Carlos Andrés Vanegas
Para la sección Management de la Revista Dinero
Autor: Carlos Andrés Vanegas
Para la sección Management de la Revista Dinero
No hay comentarios:
Publicar un comentario