¿Cómo podemos ganarles la batalla a la
depresión y a la ansiedad por nuestros propios medios?
¿Sabe
lo que se siente al estar allí? De repente el mundo se hace más oscuro de lo
normal. Francamente más oscuro. Salta un pensamiento negativo a su cabeza.
Luego viene otro, y otro más, con una persistencia insoportable. ¿Y qué tal que
quiebre la empresa, que pierda mi belleza, me enferme o me deje mi esposo? Algo
le oprime el pecho, le cuesta trabajo respirar y hasta la vida pierde sentido.
¿Ha sentido esto alguna vez, el hecho de, simplemente, no poder levantarse a
trabajar porque es superior a sus fuerzas? ¿Piensa que la cama es su mayor
refugio pero ni siquiera esta le puede ayudar a escaparse de su peor enemigo,
por estos días, sus propios pensamientos?
Para
la gran mayoría, el ser catalogados como personas depresivas resulta muy
vergonzoso. Pero la depresión está allí, presente, en nuestras casas, familias,
amigos y empresas. Es más, todos en la vida hemos experimentado distintos
niveles de depresión y ansiedad.
El escritor irlandés del siglo XIX,
Oscar Wilde, alguna vez dijo “la vida es demasiado importante como para
tomársela en serio”. Tristemente, mucha gente transcurre su
existencia en este mundo sin aprender a lidiar con estas conductas. Como si
nunca se hubieran despertado de un mal sueño. Predestinados a esta supuesta
realidad. Entonces, si tenemos claro que la depresión y la ansiedad erosionan
ampliamente nuestra vida ¿Por qué no aprender a darles la batalla?
Tan solo un hábito
“La
depresión y la ansiedad no son enfermedades que usted contrae o condiciones que
padece. Estas no son más que hábitos, hábitos de llevar pensamientos negativos a
su cabeza. Y, como cualquier hábito, usted puede alimentarlos o tratar de
eliminarlos de su vida”, afirma el psicólogo PhD Joseph Luciani, autoridad
mundial en estos temas. Recientemente, Luciani actualizó su principal obra Self Coaching: The powerful program to beat
anxiety & depression en la que sostiene que cada persona tiene las
herramientas y el coraje para superar estos rasgos característicos de la
inseguridad.
Así pues, la depresión no es más que un
hábito. Así de sencillo. Esta idea tiene un poder impresionante.
Cuando entendemos la depresión o la ansiedad como enfermedades, sin querer, nos
situamos en un callejón sin salida; como si nos hubiera dado cáncer o nos
contagiáramos de algún virus, en donde poco o nada está en nuestras manos para
salir adelante: ¡doctor cúreme de este mal! “Los
pensamientos preceden los sentimientos. Usted es lo que piensa”, afirma
Luciani. Entonces, como cualquier hábito, fumar, decir mentiras, leer, o
hacer deporte, en algún momento las experiencias de su vida acostumbraron su
mente a tener pensamientos negativos constantemente. ¡Lo que tiene que aprender
es cómo sacarlos!
“Usualmente
la gente me dice: '!estoy deprimido!' Y yo les contesto NO, usted no está deprimido,
solo una parte suya lo está. La parte sana vino a visitarme. Igualmente,
tampoco usted nació inseguro. Simplemente aprendió a serlo”, comenta el autor.
Con esto, Luciani se refiere al hecho de que algunas personas están tan
acostumbradas a su hábito que piensan que es todo en su vida. Estas ideas
negativas gobiernan cada momento de la vida.
Por
desgracia, muchos no aprenden nunca a vivir en forma distinta. Los pensamientos
llegan a ser tan dañinos que la parte física se empieza a deteriorar. Es aquí cuando
se desmoralizan y son los más escépticos en su recuperación. “Pero la esencia
de los seres humanos es vivir más espontáneamente y en felicidad. Hace parte de nuestro código genético
disfrutar la vida”, afirma.
Entonces,
usted no necesita que lo curen, la palabra clave aquí no es curar sino cambiar.
Self Coaching es un excelente título para un libro sobre depresión. Implica que
usted debe comportarse como su propio “coach” ¡Su propio entrenador personal!
Alguien que lo instruye y motiva diariamente para aprender a vivir mejor. ¿Cómo
lograrlo?
La madre de todos los vicios
Piense
en lo siguiente: ¿qué tan sólidas son realmente las bases de su propia
confianza? Tómese su tiempo. Esta pregunta no es tan fácil de resolver. Viendo
su vida en perspectiva, por ejemplo, ¿cuántas veces ha pretendido ser alguien
que en el fondo no era? Bien, para Joseph Luciani, tanto la depresión como la ansiedad tienen una madre en común: la
inseguridad. Como dos caras de una misma realidad. Cuando una está al
frente, la otra permanece oculta en el fondo. “En los momentos en que por
inseguridad nos sentimos vulnerables, la ansiedad y la depresión no son más que
intentos desesperados por mantener el control”, explica.
No
se acelere en su lectura. Analice cómo Luciani intenta explicar que en realidad
la depresión y la ansiedad son mecanismos que ha creado el organismo para
defenderse en momentos de inseguridad. “Desafortunadamente, en vez de una
solución, estos se convierten en el problema mismo”, advierte. Por ejemplo, la
ansiedad puede verse como una forma de lucha, de hiperactividad. Las personas
con ansiedad no solo son conscientes sino hiperconscientes. De allí la
preocupación, el pánico, y la angustia. Desde otro ángulo, la depresión no es
más que tratar de pasar de largo los problemas, disminuyendo la energía. La
fatiga, la falta de energía, y el aislamiento son sus fieles compañeras. Esta
nos hace ver como criaturas paralizadas frente a los sucesos de la vida.
“Pero
intentar controlar el mundo es una ilusión”, prosigue Luciani. Una ilusión fallida que acompaña a las
personas que desconfían de sí mismas y del mundo que las rodea. Por duro
que parezca, usted debe aceptar esta realidad. La adversidad hace parte de la
condición humana. No está en sus manos que sus padres permanezcan vivos y
sanos; ni la felicidad de sus hijos o que esa persona lo quiera. Tampoco tiene
garantía de que la empresa a la que tanto esfuerzo le ha dedicado mañana se
derrumbe. Perder ese puesto que lo hace sentir tan orgulloso o ver cómo la empresa
familiar se liquida, son cosas que pasan y debe aprender a convivir con ellas.
“Si usted permite que la inseguridad
gobierne su vida, entonces no espere tener vida”, sostiene el autor. Tratar
de controlarlo todo, impone presiones insoportables para cualquier ser humano.
Por supuesto, prever las cosas y luchar diariamente por sus propósitos es
fundamental. Pero, según Luciani, hay mucho que aprender a aceptar y vivir con
más espontaneidad el destino. Esto solo es posible cuando la confianza en sí mismo
tiene bases sólidas.
Es el niño en usted quien habla
“No son los sucesos de la vida los que
nos ponen de rodillas ante la depresión, sino la forma en que los afrontamos”,
opina Luciani. Es decir, lo que para usted puede ser el fin del mundo, para otra
persona resulta algo normal. Gente que continúa siendo feliz aun cuando pierde
un brazo, un ser querido o la riqueza, son ejemplos vivos de que esto es
posible.
Lo
que sucede es que los seres humanos sentimos desde una perspectiva única y
diferente cada situación, según las experiencias a lo largo de la vida. “Hace
falta madurez para dejar de entender el mundo como una estufa caliente que está
ahí para quemarlo”, ilustra este psicólogo.
Un
mensaje para resaltar de este artículo es que sentimientos, como la depresión y
la ansiedad, los compartimos todos. No hace falta vivir una depresión clínica
(ampliamente destructiva) para experimentar lo que se considera una depresión normal.
“Ya que no existen tales cosas como sociedades, hogares o padres perfectos,
todos hemos vivido experiencias que afectan nuestra seguridad”, explica el
autor. Por esta razón, Luciani sostiene que en distintas facetas de la vida,
cargadas de estos sentimientos, es nuestro yo infantil el que se manifiesta.
Existen
mil formas de tratar de controlar el mundo, y usted se puede sorprender con la
variedad de comportamientos depresivos que no son visibles a simple vista.
Aquel ejecutivo que se cataloga con orgullo como un ¡workaholic! en el fondo
tiene fuertes problemas de seguridad. También los perfeccionistas, aquellos que
se obsesionan por su físico, los que no son capaces de decir NO, nunca, quienes
cambian de personalidad constantemente o los que responden siempre con la misma
moneda a los demás.
Todas
estas son conductas para tratar de ganar control. “Lo triste es que en medio de
la inseguridad la gente no goza ni aprende del éxito”, afirma Luciani. Como la
confianza no tiene raíces fuertes siempre requerirán de más y más.
Entonces, ¿Qué podemos hacer?
Siendo
la depresión un hábito, es claro que la solución tiene que ver con la calidad
de nuestros pensamientos. “Pensar sanamente es una elección”, sostiene con
firmeza el autor. Véalo de la siguiente manera: constantemente estamos hablando
con nosotros mismos, sin darnos cuenta de que, mientras una parte habla, la
otra escucha y cree en lo que decimos. Si su mente le repite diariamente ¡no
voy a ser capaz! ¡Qué mala suerte tengo! Esto es lo que su corazón va a creer.
Según
Luciani, es inevitable que nos lleguen pensamientos negativos de tanto en
tanto. Son como pequeños estallidos que saltan a su cabeza en medio de un
trancón o antes de dormir. Pero si bien no podemos controlar que llegue el
primero, SÍ está en nuestras manos detener el segundo, el tercero, el cuarto y
el quinto pensamiento negativo.
La depresión puede entenderse como una
hoguera. El chispazo inicial es ese primer pensamiento. De ahí en adelante, qué
tan fuerte sea, depende de qué tanta leña usted le eche. El
modelo de Luciani para contrarrestar estos malos pensamientos parte de tres
pasos. En la primera fase usted debe aprender a valorar la veracidad de lo que
piensa. Las personas depresivas tienden a agrandar los problemas, ver el vaso
medio vacío y ser pesimistas. Entonces, lo primero que debe hacer es
cuestionarse honestamente ¿qué tan real es lo que estoy pensando? Compare sus
pensamientos con hechos reales de la vida diaria. Pida que alguien más le dé su
opinión y créale.
La
segunda fase consiste en aprender a atajar los malos pensamientos. “Piense que
su mente es como la radio. Si por momentos le llegan pensamientos depresivos
cambie de emisora, sintonice algo más relajante”, ilustra Luciani. Es un rasgo
característico de la depresión estar más pendiente del futuro y del pasado que
del mismo presente. Traer al día de hoy catástrofes del ayer y el mañana. Pero
usted no tiene por qué estar rumiando estos malos pensamientos todo el día. Es
posible elegir.
En
una tercera fase, Luciani aconseja aprender a dejar pasar las cosas. Imprimirle
frescura a la vida. Recuerde: el mundo no es una estufa caliente que está ahí
para quemarlo. Depende de cómo usted afronte los sucesos es como realmente se va
a sentir. Mucha gente piensa, ¿si tan solo tuviera ese mejor puesto, ese
aumento que tanto anhelo, conseguir el amor de mis sueños o ese carro último
modelo? Entonces piensan que su confianza tendría suelo fértil. Pero esto es
una ilusión. Solo con la madurez con la que afronte el día a día aprenderá a
vivir más espontáneamente el presente.
Sentir de verdad
Para
Luciani, estos tres componentes de su modelo que buscan ganarle la batalla a la
depresión y a la ansiedad deben entenderse como un entrenamiento. “La confianza
en sí mismo es como un músculo que usted debe ejercitar”, explica. Como cuando
va al gimnasio: no espere tener resultados en una semana. Eliminar ese mal hábito que lo ha acompañado toda su vida no es una
tarea fácil. Pero tampoco imposible. No hay nada malo en usted, nunca lo
hubo. Según Luciani, si es persistente, tarde o temprano vivir mejor se
convertirá en algo que fluya naturalmente.
Es
importante aclarar que este autor no pretende reemplazar el apoyo de
profesionales e incluso de medicación en momentos críticos. “Sin embargo, de
nada sirven los medicamentos cuando los problemas de fondo no se solucionan”,
sostiene. También Lencioni reconoce que ciertas depresiones son causadas por
aspectos físicos, que van más allá de los hábitos, como por ejemplo las
consecuencias del alcohol, las drogas o ciertos rasgos hereditarios.
En
la película Un ángel enamorado de 1998, el protagonista Seth (Nicolas Cage) es
un ángel que decide hacerse mortal por el amor de Maggie (Meg Ryan). Cuando cae
a la tierra, experimenta la vida por primera vez. El aire, los besos, el sabor
de una pera y hasta el dolor de los golpes. Y en su cara es posible ver cuánto
disfruta cada momento. Tal vez el problema con la depresión finalmente es que
pensamos mucho las cosas, y no vivimos y sentimos cada minuto. Esta no es una
tarea fácil, pero es una en la que debemos trabajar a diario. Ya lo dijo Oscar
Wilde, “la vida es demasiado importante como para tomársela tan en serio”.
Autor: Carlos Andrés Vanegas
Para la sección Manegement de la Revista Dinero
Definitivamente debemos cambiar nuestra forma de pensar, para que cambie nuestra vida, somos lo que pensamos, somos lo que hablamos. Debemos descubrir el poder de nuestros pensamientos y nuestras palabras, debemos dejar el pasado atrás y desarrollar una imagen propia sana, vivir para dar y decidir ser feliz, eso está en nuestras manos.
ResponderEliminarASI ES TIENES TODA LA RAZON SOMOS LO QUE PENSAMOS Y SI LO QUE PENSAMOS TODO ES NEGATIVO, ASI NOS IRA EN LA VIDA, YO ANTES PENSABA MAS NEGATIVAMENTE Y SIEMPRE ESTABA ALTERADA Y ESTRESADAM UNA COMPAÑERA DE TRABAJO ME ENSEÑO A PENSAR MAS POSITIVAMENTE, NO DIGO QUE ALGUNA VEZ PIENSE COSAS NEGATIVAS, PERO LA VERDAD, ES QUE LO CONTROLO UN POCO MEJOR Y SINCERAMENTE, ME SIENTO MEJOR, MUY BUEN ARTICULO CARLOS.
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