Hoy las compañías tienen a su
disposición información que nunca soñaron. Esto hace que la competencia sea
cada vez más terreno del análisis.
En
1997 el emprendedor norteamericano Reed Hastings tuvo que pagar una multa por
más de US$40 debido a un retraso en la devolución de la película Apolo 13 en
Blockbuster. Esta agria experiencia le hizo pensar ¿por qué las tiendas de
videos no funcionan como los gimnasios donde las personas pagan una mensualidad
por el servicio? Bien, aunque nadie la hubiera considerado viable, de esta
pequeña historia surgió la hoy famosa compañía Netflix, Inc. El concepto del
servicio de entrega física es relativamente sencillo.
Gracias
a internet los usuarios escogen las películas de su interés y por correo físico
son llevadas a sus casas y regresadas mensualmente gratis. Sin embargo, para
que este modelo de negocios pudiera funcionar Hastings requería de un
ingrediente especial.
Mantener
inventarios rentables de películas para atender a millones de clientes implicaba
un conocimiento altamente especializado sobre sus tendencias y preferencias de
consumo. Esto sin mencionar la complejidad del sistema logístico. Cada clic de
un usuario en Netflix es una oportunidad para entender su comportamiento, en lo
que esta compañía sabe que se juega su futuro.
En
un artículo en la revista BusinessWeek Reed Hastings afirmó que “si el secreto
de Starbucks es sonreír mientras sirve café, el nuestro es analizar en la web
los gustos de cada usuario”. Para esto Netflix cuenta con el programa
Cinematch, un algoritmo que emplea estadísticas avanzadas y que trata de
predecir lo que les gusta, odian o adoran los clientes.
Con
el apoyo de matemáticos y físicos, muchos de ellos PhDs, el desafío diario de
Netflix es construir sistemas cada vez más complejos para descifrar el
comportamiento humano. Este es un cambio radical para una industria como el
alquiler de películas que hasta hace unos años competía en aspectos típicos de
mercadeo.
Competir en análisis
Esta
simple historia nos revela una tendencia más amplia. En el fondo, el secreto de
Netflix fue introducir ciencia en una industria dominada por el arte. Un
comportamiento que viene creciendo aceleradamente en los sectores menos
sospechados. Claramente, algunos negocios son más dados al análisis. Sobre todo
aquellos que generan abundante información, como servicios financieros,
internet, petróleos o transporte.
“Lo
que estamos viendo es que el mundo evoluciona con rapidez de mercados que antes
pensábamos intuitivos para convertirse en analíticos”, explican los autores Tom
Davenport, del Babson College y Jeanne Harris, de la firma consultora
Accenture. El libro de Davenport y Harris Competing
on analytics. The new science of winning ha sido una de las publicaciones
más renombradas por Harvard Business School Press de los últimos años.
En
los años 20, siendo Thomas J. Watson presidente de IBM en sus tiempos de mayor
auge, se cuenta que colocaba un mensaje en las instalaciones de la empresa para
que todos lo pudieran ver. Este consistía en tan solo una palabra: piense. A
grandes rasgos, Davenport y Harris retoman esta idea, pero a esto le suman que
el mundo está transitando por corrientes de información sin precedentes.
En
este sentido, el principal mensaje de su libro es: hoy las empresas están
explorando terrenos en donde descubren que su “capacidad analítica” explica su
éxito o fracaso. Y aquí, por análisis estos autores quieren decir, “el uso
intensivo de información, estadísticas, estudios cuantitativos y modelos de
predicción que soportan la toma de decisiones y acciones”.
De regreso a Baldor
Por
supuesto, la idea de tomar decisiones con base en información cuantitativa es
cuento viejo. O decir que esto sea importante es como descubrir que “el agua
moja”. Sin embargo, el fenómeno que intentan describir Davenport y Harris se
refiere a esquemas de mercado soportados por análisis sin precedentes. La
competencia analítica, según estos autores, hace parte de un concepto más
amplio al que denominan inteligencia de negocios (business intelligence).
“Sin
embargo, los aspectos de información y tecnología usualmente son relegados a
departamentos en las esquinas de las empresas. Son importantes para ciertas
funciones pero raramente impactan las estrategias empresariales”, sostienen. Lo
novedoso aquí son estas nuevas empresas y modelos de negocios donde el análisis
es difícilmente invisible, y como en el caso de Netflix, representa la piedra
angular en la operación. Algunas industrias eminentemente analíticas, que nos
acompañan en el presente, pueden ayudarnos a visualizar esta tendencia al
futuro.
Piense
por ejemplo en deportes como el béisbol, el fútbol americano, el básquetbol, y
cada vez con más fuerza el fútbol en Europa. Estos son mercados donde el
recurso humano es altamente valorado y como tal, siendo testigo cualquier
fanático, se estudian y llevan estadísticas de hasta el más mínimo detalle.
El
porcentaje de veces que un jugador acierta un lanzamiento de tres puntos, la
probabilidad de que Messi tenga una lesión, o el número de hits al bate etc.,
son apenas los parámetros básicos. En el aclamado éxito editorial Moneyball: The Art of Winning an Unfair Game
el autor Michael Lewis describe la historia del equipo de béisbol Oakland
Athletics que logró vencer a otros más tradicionales gracias a un especial
énfasis en análisis estadísticos. Más tarde, equipos de la talla de los Boston
Red Sox se entusiasmaron con esta forma de competir y en la actualidad es
generalizado en este deporte contratar los mejores científicos para apoyar a
los equipos.
Al tablero
Además
de los deportes, otras empresas e industrias han demostrado ser competidores
analíticos vistosos. A ellos se suma el grupo de las compañías insignia del
nuevo milenio como Amazon.com, Yahoo!, eBay y por supuesto Google. Usted compra
un libro en Amazon.com y unos días más tarde le llega un correo personal
sugiriéndole otros similares. Pero en la investigación, Davenport y Harris
identificaron competidores analíticos en una amplia gama de mercados.
Compañías
de productos de consumo masivo como Procter & Gamble son reconocidas por
sus avanzadas técnicas para probar el desarrollo de nuevas marcas. En
transporte están FedEx, UPS y American Airlines. En comercio, Wal-Mart es
probablemente el competidor analítico más grande del mundo, optimizando su
cadena logística.
Pero
lo realmente valioso, resaltan los autores, es que sectores no convencionales
para el análisis, como la moda, la publicidad o los vinos, que dependen de
gustos y tendencias, también han empezado a operar en los mismos términos.
Incluso es la misma historia con los commodities. La multinacional cementera
Cemex ha identificado una fuerte ventaja en el desarrollo de avanzados
programas logísticos por las dificultades en el tráfico en los países
latinoamericanos.
Hacia
el futuro el uso de paquetes estadísticos, de software empresariales como SAP y
Oracle, CRMs y ERPs, el Six Sigma en producción, o tecnologías de punta en
logística como la identificación por radiofrecuencia RFID, serán prácticas
generalizadas en la vida empresarial para grandes y pequeños, empujando aún más
esta oleada de competencia analítica.
Sin
embargo, Davenport y Harris opinan que “sería un error pensar que competir en
análisis es lo mismo que tener tecnologías de información”. Así como en la
historia de IBM los que piensan son las personas y no las máquinas. Por
supuesto tener más y mejor información, más y mejor tecnología siempre va a ser
deseable, pero el factor diferenciador, el análisis, será exclusivo del hombre.
De
hecho, las cuatro características claves que identifican en las empresas más
avanzadas analíticamente son: un compromiso a toda prueba de las directivas, un
objetivo en concreto para desarrollar, que afecte la estrategia, que se
mantenga un lenguaje común en toda la organización y metas ambiciosas.
Nuevas métricas
De
alguna forma el mensaje de este libro es que toda la organización pueda operar
como el funcionamiento típico de un departamento de investigación y desarrollo.
Experimentando y mejorando diariamente. Una vez se ha escogido el camino del análisis
las empresas no deben detener ese esfuerzo continuo por encontrar mejores
estándares y parámetros.
En
2001, con la ayuda de modelos probabilísticos Dell pudo predecir y prepararse
para una recesión que sus competidores no vieron. En la fusión entre P&G y
Gillette se montaron varios simuladores que trataron de predecir el resultado
del proyecto. Google o Microsoft pueden probar antes en internet el desempeño
de un programa nuevo. En el casino Harrah´s Entertainment, en las Vegas, la
misma máquina le avisa cuando ha perdido mucho dinero. O en los hoteles
Marriott International los precios son variables y van ajustando la demanda a
la oferta en tiempo real.
El
impacto de la competencia en análisis se va a sentir en cada faceta de las
empresas. Por supuesto, en investigación y desarrollo, y en producción, en
donde tiene sus raíces. Pero también en otras actividades, empezando por la
publicidad y mercadeo que poco a poco han aprendido a medir el impacto de sus
acciones.
En
recursos humanos es tal vez donde la competencia en análisis tiene los mayores
espacios para crecer. Hoy en día muy
pocas compañías llevan registros de sus colaboradores y mucho menos innovan en
cómo esto les puede ayudar a contratar, promocionar y recompensar mejor.
Precios es otra actividad eminentemente analítica. En fin, muchas industrias
que, como caciques, tomaban decisiones por intuición han sido remplazadas por
nuevas caras con un bagaje analítico más amplio. Esto también puede pasar en su
industria.
Mejorar el promedio
Ningún
libro puede enseñarle lo que requiere saber para hacer de su empresa una
organización más analítica. En el mejor de los casos, la idea es entusiasmarlo.
Es mucho lo que tienen que hacer las empresas para aprender a competir en estos
mundos. Un reciente artículo de la revista BusinessWeek trata sobre el
desarrollo de las matemáticas en el mundo de los negocios.
El
artículo mostraba que ahora son mejor pagos los matemáticos que los mismos
egresados de MBAs. Y si bien, como plantean los autores, no se requiere ser
experto para entrar en este campo, el conocimiento y la tecnología son
fundamentales. Las compañías tienen que modificar la forma de pensar respecto a
la información y su gente. “Necesitamos gente que sienta pasión todos los días
en la mañana por llegar a analizar”, afirma Gary Loveman presidente de los
casinos Harrah´s Entertainment.
Finalmente,
aunque es obviado por los autores, este es un tema que despierta fuertes
dilemas éticos. Un futuro en el que los departamentos de gestión humana
contabilicen cada acción, como en los deportes, es un tema delicado para tratar.
Por otra parte, el exceso de información que cada vez más tienen las empresas sobre
las personas, hace parte de la agenda pendiente que se debe tomar en serio.
Para
bien o para mal, las empresas del país deben empezar a reconocer el valor de su
capacidad analítica. Ya lo dijo Thomas Watson hace décadas, el secreto en los
negocios es: pensar.
Autor: Carlos Andrés Vanegas
Para la sección Management de la Revista Dinero
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