Poca
gente sabe que el verbo conversar proviene del latín conversus que significa en español convertirse. O mejor dicho, “convertirnos
juntos” y transformarnos a través de la palabra. Si lo piensa, cuando nos
sentamos a hablar con alguien, de alguna forma estamos interiorizando parte de
su mundo que a su vez transforma el nuestro.
Este
es uno de los principales mensajes del chileno Julio Olalla autoridad mundial
en el campo gerencial del coaching. En pocas palabras para Julio Olalla es
fundamental saber mantener conversaciones en las organizaciones.
Según
este autor, podríamos entender el conocimiento del mundo como si estuviera
puesto sobre dos grandes pilares, uno interior y otro exterior.
Lamentablemente, a su parecer, hemos dado pasos agigantados respecto a
conocimientos externos como la ingeniería, los adelantos tecnológicos y las
megaconstrucciones.
Pero
en este proceso hemos dejado a un lado ese enriquecimiento interno. “La
incapacidad de unir estos dos mundos es el corazón del dolor del ser humano hoy”, asegura Olalla.
Las
nuevas tendencias en coaching tienen por objetivo cerrar esta brecha. Hoy las
empresas no tienen mayores dificultades para resolver temas técnicos. Pero los
aspectos humanos como confianza, motivación o respeto parecen territorios en
donde los ejecutivos no saben cómo actuar. Entrevista exclusiva con el autor.
¿Cómo conciliar su visión humana de los
negocios con un tema a veces frívolo y lleno de egos como el coaching?
En
primer lugar coaching como palabra es utilizado para todo. Hay gente que hace
consultoría, consejería o entrenamiento y le dicen coaching porque se puso de
moda. Y aquí quiero hacer una distinción, pero no por razones de ego sino por
estricta justicia intelectual y de precisión. Yo arranqué con este trabajo en
1984 en el Silicon Valley y en ese tiempo no se hablaba de coaching. De repente
alguien me dijo que eso era lo que hacía. Simplemente yo soy leal a una
disciplina que siento produce valor. Llamémosla como sea; es posible incluso
que sí necesitemos un término nuevo pues además coaching es en inglés.
Pero
lo que realmente estamos diciendo es que existe una crisis muy seria en el
aprendizaje. De la concepción de lo que significa saber. Y decimos, conocer no
es lo mismo que saber. Cuando tienes un gerente que entiende que saber es dar
más información, cita a su gente y les va a presentar un PowerPoint. Pero la
gente sale y no habrá cambiado nada en su vida. Esta crisis se ha ido
agrandando.
Miren,
cuando un alto ejecutivo me llama no me dice, Julio necesito que me ayudes con
un problema técnico. Para eso no necesita hablar conmigo. Pero me dice, Julio
cómo hago para que este equipo funcione con mayor entusiasmo, para crear
confianza, que se enamoren de lo que hacen y no se sientan obligados a cumplir
un horario. La gran brecha hoy en día en las organizaciones la producen los
temas humanos.
¿Y cómo afrontar estos desafíos?
Aquí
yo no voy a decirle al cliente: usted tiene que hacer uno, dos o tres. En las
empresas no existen formulas. Lo que empieza a ser la esencia hoy en día es que
se nos agotó nuestro modelo de aprendizaje. Los ejecutivos tienen que revisar
cómo su presencia y su modo de hacer las cosas generan a su alrededor espacios
de cierto tipo de los cuales no son consientes. Mucha gente tiene el poder de
inspirar nuestra vida en poco tiempo. Nos obligan a pensar de una forma
distinta. Esos espacios no se consiguen con procedimientos sino con inaugurar
una forma nueva de conversar. El objetivo es aprender a desplazar el
aprendizaje desde la información a la formación y la inquietud por la
sabiduría.
¿Quiere decir esto que la gente no sabe
conversar?
Esta
es la esencia de lo que llamamos coaching ontológico. Les explico: cualquier
teoría del ser de algo es una ontología. Nuestra posición es que tenemos una
manera muy limitada de entender el lenguaje. Afrontamos el lenguaje solo como
un evento descriptivo y olvidamos su poder de transformar. Esta es una
ontología totalmente distinta. Si ustedes
analizan todo lo que en realidad hace un ejecutivo es conversar. Y la gente
no se percata de la enorme cantidad de conversaciones que no conducen a ningún
resultado. Muchas veces no se percatan de que esos resultados que quieren
cambiar o mejorar son consecuencia de su lenguaje.
Y
decimos, si todo lo que tú haces es conversar lo que tenemos que hacer es
potenciar la capacidad ejecutiva de tus conversaciones. Y para esto arrancamos
por identificar los eventos conversacionales de un ejecutivo como declarar
visiones, ejecutar y establecer expectativas precisas o analizando y explicando
el entorno. El coaching ontológico es simplemente organizar el mapa
conversacional de un ejecutivo. Y así, el ejecutivo empieza a organizarse a sí
mismo y su lenguaje a transformar su entorno. No hay mayor misterio que esto.
¿Qué pasa con aspectos específicos como
la estrategia o la visión?
Simplemente
son una conversación más. Si formamos una empresa, por ejemplo, y me preguntan
qué queremos construir, ahí vamos a tener una visión. Y luego me preguntan cómo
vamos a aliarnos o a conseguir capital estamos en la estrategia. Estas son dos
grandes conversaciones. Si se dan cuenta, todo se reduce al potencial del
lenguaje.
¿Qué consejo puede darle a un coach para
mejorar en su profesión?
Muchas
veces los coach entran en esta actividad luego de duras batallas y años de
aprendizaje. Sin embargo, esto les hace creer que tienen, o deben tener, todas
las respuestas. El mejor camino para ser un buen coach es nutrirse de los
acontecimientos y experiencias de la vida diaria. Hay que entender las cosas
que nos pasan diariamente, el dolor o la dicha, como nuestro mayor capital. En
el momento que usted sienta que no tiene nada nuevo que aprender, no solo no va
a ser un buen coach, sino que está necesitando uno urgentemente.
¿Cómo ve estos temas en América Latina?
Les
puedo dar una interpretación como chileno que soy. Cuando voy a mi país me
duele mucho ver cómo todas las conversaciones públicas son pura
descalificación. Es tan penoso ver cómo, cuando estas figuras se reúnen, no hay
ninguna visión del mundo, ni la construcción de un sueño, sino solo: ustedes
son unos tales y unos cuales. Siempre, yo tengo toda la razón y ustedes todos
están equivocados. Pero no solo equivocados sino que también son malas
personas. Los jóvenes chilenos están desilusionados de la política.
Pero
algo de eso hay en todos los países. No tenemos ciudadanos, tenemos
consumidores. Los ciudadanos son personas con sueños. Pero como consumidores
siempre queremos más y vemos al Estado solo para satisfacer necesidades. ¿Quién
me da más? Se nos redujo el mundo a preguntas como ¿cuánto crecimos? y ¿cuánto
de eso es para mí?
Autor: Carlos Andrés Vanegas
Para la sección Management de la Revista Dinero
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