¿Cómo entender el impacto de la
distracción en la sociedad moderna?
Hoy
en día nuestras vidas han sido enriquecidas por océanos de información, la
extraordinaria expansión de la tecnología, y una mayor conectividad social. Pero
al mismo tiempo se ha gestado una cultura de la distracción que afecta nuestra
capacidad de permanecer atentos, enfocados en el trabajo y en las relaciones
con los demás. En medio de esta cultura, de una atención difusa y fragmentada,
se comprometen nuestras habilidades para resolver problemas, innovar y
construir relaciones.
En
el trabajo algunos estudios muestran que
las personas cambian de proyecto cada once minutos, en donde cerca de la
mitad de las veces se interrumpen ellos mismos. Además, está comprobado que no
hacemos bien la tarea de crear conocimiento útil de los mares de información
que nos rodean. Al dejarnos guiar por lo primero que aparece en Google
permanecemos en la superficie de la era de la información. En particular,
confundimos el estar familiarizados con las nuevas tecnologías a realmente
saber forjar conocimiento y análisis. Estas son habilidades distintas, y
lamentablemente las nuevas generaciones solo se destacan en la primera.
Por
otra parte, al vivir a las carreras y desconcentrados en el día a día, le
hacemos daño a nuestras relaciones personales. Cuando les otorgamos a otros
solo la mitad de nuestra atención en reuniones, en familia, y permitimos
interrupciones constantes en el tiempo que tenemos juntos destruimos su
confianza. A lo largo de la vida un interés genuino por los demás, que arranca
con prestarles atención, es la base de nuestras relaciones sociales. El respeto
por los momentos que tenemos juntos es fundamental para construir buenas
relaciones.
Finalmente
estamos viviendo toda una era de difusión social. Una vez el sociólogo Danah
Boyd encontró en la bandeja de correos de una joven de 24 años, y su en participación
en comunidades virtuales, que tenía conexiones con más once millones de
personas en el mundo. Las relaciones hoy
son suspiros, imágenes fugaces en vez de conexiones profundas. Cada vez
tenemos menos y menos tiempo para realmente conectarnos con los demás.
¿Cómo podemos formar a nuestros hijos en
medio de una cultura de la distracción?
Cuatro
aspectos son esenciales para dar los primeros pasos en el renacimiento de la
atención y en recapturar nuestra capacidad de concentración. Esto aplica tanto
para jóvenes como adultos.
Lo
primero es cuestionarnos los valores culturales que afectan nuestra atención. Apoyados
en nuevas herramientas tecnológicas, que son la base del cambio social,
gradualmente estamos forjando una cultura que celebra el permanecer en
constante movimiento, la fragmentación del trabajo y las respuestas inmediatas.
Hace
poco leí en el periódico sobre un nuevo computador “para la nueva era de la
impaciencia” que se enciende automáticamente al apretar un botón. El experto en
dicho artículo decía que es “ridículo que la gente tenga que esperar unos
minutos para que arranque su computador”.
El
primero que alza la mano en el salón de clase, el ejecutivo que no tiene tiempo
ni para sentarse, mucho menos para escuchar, son los iconos del éxito en la
sociedad moderna. En vez de venerar las relaciones a la ligera, y el
conocimiento a partir de pocos bytes de información, tenemos que empezar a
valorar la importancia de enfocarnos y el arduo trabajo que implica crear
conocimiento.
Segundo,
necesitamos rediseñar el clima de la distracción en nuestros espacios. Es
posible diseñar lugares y momentos que nos protejan de las constantes
interrupciones, del ruido, y del frenético movimiento que aceptamos por norma
en la vida cotidiana.
Algunas
compañías están experimentando con lo que llaman “espacios en blanco”, lugares
o tiempos en el calendario para desconectarse, y lograr pensar y conectarse sin
distracciones. En el mundo entero IBM mantiene el programa “ThinkFridays”, en
donde limitan los correos electrónicos, las reuniones, y las conferencias para
que las personas puedan sentarse a pensar con profundidad algún tema de su
interés. Podríamos también enseñarles a nuestras hijos este hábito de crear “espacios
en blanco” a lo largo de la semana.
En
tercera instancia todos requerimos disciplina y entender mejor la importancia
de mejorar nuestra capacidad de atención. La atención no es un hecho aislado.
Según los expertos, la atención es hoy considerada como todo sistema en nuestro
funcionamiento, como la circulación o la digestión, con su propia anatomía,
psicología y química.
Este
sistema está estructurado en tres campos: la sensibilidad de realmente percibir
lo que nos rodea, el foco o capacidad de darle el tiempo a la mente para que
haga su trabajo, y la ejecución, el paquete de habilidades que nos permiten planear
y juzgar críticamente el entorno.
Entre
otros, la atención nos permite: enfocarnos en nuestras metas y no permitir que
distracciones nos alejen de ellas, nos ayuda a tener un mayor control de
nosotros mismos y la disciplina para operar en un mundo virtual, la capacidad
de realmente sentir los detalles de la vida, y de construir un pensamiento
analítico, reflexivo y de largo plazo.
Todos podemos aprender a ser más
atentos. Distintas técnicas de investigación han demostrado que
podemos reforzar nuestra atención. Estos hallazgos pueden llegar a transformar
la educación, la forma en que educamos a nuestros hijos y el lugar de trabajo.
En términos del filósofo norteamericano William James somos el resultado de los
“hábitos de nuestra mente” y del ambiente que nos rodea.
Finalmente
requerimos con urgencia crear modelos positivos a seguir. Si hay un primer paso
que quiera dar para fomentar el renacimiento de la atención, este sin duda es
regalar su atención a alguien más. Los padres de familia en particular deben
ser los primeros en asumir el liderazgo y ser modelos de la atención. Como
suele decir el reconocido educador Alan Wallace “Solemos darle nuestra atención
a quienes consideramos importantes en nuestras vidas. Si no podemos regalarle
nuestra atención a otro ser humano ¿qué mensaje le estamos dando? Que no es
merecedor de nuestro tiempo”.
Siendo usted particularmente crítica con
el impacto de la tecnología en nuestras vidas. ¿Tendría sentido crear alguna
institución global para que regule sus avances?
Como
seres humanos tenemos que confiar en el desarrollo de nuestros hábitos sociales
y en la capacidad de tomar responsabilidad por nuestras acciones, más que
pensar en regulación, y esto también incluye la tecnología. Nuestras
herramientas no son la panacea, pero tampoco son el demonio. Simplemente son
instrumentos que podemos utilizar en la forma que consideremos más conveniente.
No tendría sentido regresar a una era arcaica sin tecnología. Pero
definitivamente tenemos que aprender a darle un mejor uso. Para empezar, sería útil revivir nuestra capacidad de
prestarle una mayor atención a la vida. Esto nos dará una mayor perspectiva
y madurez para interactuar con las nuevas tecnologías que surjan en el futuro.
¿Cómo cree que se va a transformar la
forma en que trabajamos en el futuro?
En
muchos sentidos hoy somos extremadamente productivos. Podemos rápidamente pasar
por un inmenso listado de correos electrónicos y tareas por hacer. Pero esto no
es suficiente en lo que llamamos la era del conocimiento, en donde no podemos
frustrar nuestra capacidad de pensar con detenimiento e innovar. Como ya he
mencionado nos hemos encargado de crear el mito del ejecutivo que todo lo
puede, al punto que por cuenta propia fragmentamos los días de trabajo creando
distracciones una tras otra. Todo esto contribuye a crear un ambiente de
pensamiento cortoplacista, y de decisiones instantáneas que afectan la economía
en general.
Me
temo que si no cambiamos este camino, tanto en el trabajo como en la casa,
estaremos creando juntos nuevas formas de ignorancia. Curiosamente una
ignorancia que surge no de la falta de información como el pasado, sino de una
inmensa incapacidad de forjar conocimiento de toneladas y toneladas de datos a
nuestro alrededor. Difícilmente podamos remplazar en el futuro la importancia
del análisis crítico, la disciplina y pensar con profundidad.
¿Personalmente cómo aplica estos
conceptos en su vida diaria?
Desde
que escribí el libro soy más consiente de mantener el ambiente libre de
distracciones e interrupciones siempre que necesito concentrarme en el trabajo.
Ahora entiendo mejor el reto de lograr enfocarme y mantener un estado de
serenidad, y lo fácil que es desconcentrarme. Es decir, reconozco mejor la
disciplina y el esfuerzo que requieren estas actividades. Investigar, escribir,
pensar, comer, ir al trabajo y relacionarse con los demás no son tareas que se
puedan dejar a la ligera. Trato de vivir el presente y estar realmente allí
para mis amigos, familia y mis hijos. Sería muy fácil, pero estaríamos
totalmente equivocados, al pensar que podemos 'multitask' el amor.
Autor:
Carlos Andrés Vanegas
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