A
todos nos sucede. Hay un grupo de personas que simplemente encontramos
seductoras. Disfrutamos su presencia y compañía, junto a ellas el tiempo pasa
suavemente y nos sentimos afirmados y respetados. Anhelamos su presencia.
Mientras en el otro extremo están aquellos personajes a los que definitivamente
tratamos de evitar a como dé lugar. ¿Estamos seguros de querer invitarlo esta
noche? ¿Otra vez escuchar la misma tragedia? ¡Qué pereza verle la cara cada
mañana en el trabajo! Esta es la esencia de la inteligencia social.
Según
explica el autor Karl Albrecht en su libro Inteligencia social. La nueva ciencia del éxito (Editorial
Vergara), esta se define como “la capacidad para llevarse bien con los demás
y conseguir su cooperación”. Es decir, es la inteligencia que separa a las personas
que en cierta forma son “nutritivas” y cuya compañía todos buscan, de las “tóxicas”
que todos repelen.
Daniel
Goleman, prestigioso psicólogo de la Universidad de Harvard, también se
interesó por esta faceta de la inteligencia. Como expresa en su reciente libro Inteligencia social: la nueva ciencia para
mejorar las relaciones humanas (Editorial Planeta), el propósito es “actuar
sabiamente en las relaciones humanas”.
Precisamente,
Goleman contribuyó a cambiar el paradigma de la inteligencia medida solo en
términos del cociente intelectual IQ con su libro sobre la inteligencia
emocional. La inteligencia social hace parte de este mismo enfoque de las
llamadas inteligencias múltiples que inició Howard Gardner, reconocido psicólogo
de Harvard en 1983.
Pero,
entonces, ¿cuál es la relación entre la inteligencia emocional (IE) y la
inteligencia social (IS)? Albrecht relata en su libro un ejemplo perfecto que
describe esta distinción. Tal vez uno de los presidentes más recordados y queridos
en la historia de Estados Unidos sea Ronald Reagan. Este sentimiento creció
hasta su muerte por su capacidad para motivar y conectarse con la gente. Pero en el nivel personal, ilustran sus
biógrafos, mantenía una relación tormentosa con su familia y allegados. Seguramente,
Reagan fue un hombre de notable inteligencia social, pero sin competencias en
la parte emocional. “La inteligencia social tiene qué ver más con la gerencia
de sí mismo, mientras la inteligencia social con la de la gente", me dijo
Albrecht en entrevista.
El modelo
En
esta oportunidad nos vamos a enfocar en la propuesta de Karl Albrecht respecto
a la inteligencia social. La idea es que la
inteligencia social, la capacidad de relacionarnos exitosamente con los demás,
va mucho más allá de decir 'gracias' y 'por favor'. De hecho, la ventaja de la
propuesta de Albrecht es que presenta un completo modelo para entender, mejorar
y valorar las capacidades de inteligencia social. Todo lo resume en la sigla
SPACE, que representa las habilidades de integración que este autor considera
las claves para desarrollar.
Con la s, de situación,
Albrecht resalta la importancia de entender los contextos cambiantes en que se
desenvuelven las personas. Mucha gente carece de esta conciencia situacional
cuando por ejemplo hace chistes fuera de lugar. Usted mismo puede encontrar
ejemplos en su vida para darse cuenta de que entender las situaciones hace
parte de una buena inteligencia social.
Con la p, de presencia,
Albrecht se refiere al modo en que afectamos a los demás con nuestra apariencia
física, nuestra actitud, la forma en que nos proyectamos y abarcamos espacios
nuevos. Tiene qué ver con el carisma. ¿Cómo nos perciben a primera vista? ¿Cómo
nos describimos y sentimos que nos describen? Esa imagen que usted proyecta,
por supuesto, influye en sus competencias sociales.
La a en el modelo significa autenticidad.
¿Qué tan honesto o sincero es consigo mismo y con los demás en cualquier
situación? Piense en la cantidad de personas que se benefician de su propia
autenticidad en la política, en los medios o las cercanas a usted. En la muy
negativa reacción de la gente cuando tratamos de ser quien no llevamos dentro.
En
la selección de candidatos para trabajar como consultores, es usual pedirles a
los candidatos que expresen una acción de liderazgo o definan su vida
profesional como el “encabezado de un periódico”. Aquellos que no logran
transmitir lo que son en pocas palabras se rajan en esta etapa. A esto se refiere Albrecht con la c, de
claridad. En política o en los negocios es evidente el impacto negativo
cuando las personas no saben expresarse de manera concreta. Este autor dice que
esa debilidad afecta todas las relaciones sociales.
Finalmente, con la e, de empatía,
Albrecht recuerda el valor de sintonizarnos con los sentimientos ajenos. “La
connotación habitual de ser empático es identificarse con otra persona y apreciar
o compartir sus sentimientos”, define en su libro.
Los
comportamientos tóxicos característicos de una inteligencia social baja, como
hacer sentir devaluados, frustrados y culpables a los demás destruyen la
empatía. En cambio, los nutritivos hacen
que se sientan valorados, capaces, queridos, respetados y apreciados. Esto
hace que las personas con abundante inteligencia social sean como un imán para
el resto de la sociedad.
Autor: Carlos Andrés Vanegas
Para la sección Management de la Revista Dinero
Cool..
ResponderEliminarque interesante y fácil de recordar space
ResponderEliminargracias por compartir
que interesante y fácil de recordar space
ResponderEliminargracias por compartir
muy bueno el tema y su explicaion ejemplificada
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