Aquella
imagen perturbó cada uno de sus sentimientos. Cuando en 1519 el conquistador
Hernán Cortés se topó de frente con la capital de los aztecas –
Tenochtitlán–
y, en vez de encontrar salvajes, ante sus ojos se alzó una ciudad de 15
millones de habitantes, con su propio calendario, templos y pirámides, pero
sobre todo, una avanzada estructura gubernamental. De inmediato Cortés quiso
entrevistar a su líder Moctezuma II a quien asesinó fríamente. En el transcurso
de tan solo dos años esta ciudad –de una larguísima tradición– colapsó. El
mismo tiempo tardó Francisco Pizarro, luego de traicionar en 1532 al líder Inca
Atahualpa, en destrozar otra sociedad ancestral. La estrategia: acaba con la cabeza y la organización entera
caería a tus pies.
Para
1680 el poder de los españoles parecía incontrolable en todo el continente.
Fue
entonces cuando se toparon con los Apaches en el norte. A diferencia de los
Incas o los Aztecas, los Apaches no poseían grandes monumentos ni desarrollos
sociales destacados. Pero lo que parecía ser la guerra entre un león y un gato
resultó todo lo contrario. Por más de 200 años los Apaches resistieron toda
clase de ataques en el norte de México. La forma en que esta tribu pudo
contener a los españoles tiene valiosos mensajes para su empresa. ¿Cómo lo
lograron?
Para
conocer la respuesta es preciso adelantar la historia al siglo XXI. Debemos
situarnos en otra guerra en teoría desigual. Imagine los prestigiosos abogados
de las compañías más poderosas del mundo del entretenimiento como MGM, Disney,
Sony o Warner Brothers, enfrentados al grupo de jóvenes emprendedores que
diseñaron el sistema P2P (peer to peer) en donde cualquier persona puede
intercambiar gratis contenido en internet ya sea música, imágenes o películas.
Las
gigantescas compañías del entretenimiento habían logrado desmantelar a Napster
y a su líder Shawn Fanning, un estudiante de ingeniería de Northeastern
University. Ahora iban tras el ingeniero sueco Niklas Zennstrom fundador de
Kazza, una guerra entre David y Goliat. Sin embargo cuando Napster desapareció,
Kazza tomó vuelo. Y cuando atacaron a Kazza, otros más descentralizados como
eMule, Limewire, o BitTorrent, emergieron. Al final del cuento la fuerza de las
masas ha vencido a las multinacionales.
La
similitud entre estas dos historias explica una de las tendencias más poderosas
de los negocios internacionales de la que usted puede sacar provecho. Tras su
derrota, los prestigiosos abogados de las multinacionales del entretenimiento,
al igual que los españoles siglos atrás, aprendieron una dura lección: cuando se ataca una organización
descentralizada esta tiende a crecer y a hacerse aún más poderosa. Es
decir, una compañía descentralizada tiene fuertes ventajas que no podemos pasar
por alto, como ser más resistente a los ataques y crecer en forma explosiva.
La estrella de mar y la araña
En
efecto los Apaches no estaban liderados por ningún Moctezuma o Atahualpa.
Su
sistema social funcionaba a partir de círculos dirigidos por guías
espirituales.
Cuando
los españoles eliminaban estos guías, tratando de convertirlos al cristianismo,
otros nuevos aparecían con renovadas energías para luchar. Al no tener
estructura formal las organizaciones descentralizadas se adaptan rápidamente.
Los Apaches eran sedentarios pero se transformaron en poco tiempo a nómadas
como respuesta al ataque español.
Para
Ori Brafman y Rod A. Beckstrom, emprendedores de la Universidad de Stanford y
autores del influyente libro The starfish
and the spider (La Estrella de Mar y la Araña), los Apaches simbolizan
firmas como Kazza y eMule, ejemplos perfectos de “estrellas de mar” en el vasto
océano de los negocios internacionales. “Cuando se le corta una extremidad a
una estrella de mar esta tiene la capacidad de sobrevivir e incluso algunas
especies crean de este brazo una estrella totalmente nueva”, explican los
autores.
En
cambio para el caso de las “arañas” de los negocios, organizaciones totalmente
centralizadas y jerárquicas, como son la mayoría de las multinacionales
empezando por la iglesia, el ejército o los mismos países, solo basta con
eliminar la cabeza para ponerlas en aprietos. Este fue el caso de los Aztecas y
los Incas.
El presidente de internet
“El
poder de la descentralización permaneció oculto por millones de años. Pero
internet transformó los negocios a tal punto que aspectos como ausencia de
estructura, falta de liderazgo como de una organización formal, antes vistos
como debilidades, hoy pueden ser su mayor fortaleza”, argumentan los autores.
Esta idea implica un cambio radical en nuestra forma de entender los negocios y
las organizaciones.
Brafman
y Beckstrom utilizan una anécdota para ilustrar este punto. Sitúese en los
primeros años de internet y piense el caso de un empresario del Silicon Valley
buscando recursos para un proyecto nuevo en Paris. Ellos relatan que ningún
inversionista francés quiso participar “hasta no conocer personalmente al
presidente de internet”. Por supuesto, hoy en día pensar en que internet tenga
presidente es un chiste.
Sin
embargo, los inversionistas franceses no eran del todo ingenuos. Su reacción
simplemente evidencia la tendencia natural a entender las organizaciones como
arañas: una cabeza que simboliza al presidente o gerente general dirigiendo sus
patas que para el caso de los negocios son los distintos departamentos como
mercadeo y finanzas. Estas arañas se reconocen también porque operan en sedes
establecidas y es conocido el número de sus integrantes.
Pero
el mundo cambió para siempre. Las estrellas de mar a las que se refieren
Brafman y Beckstrom se identifican precisamente por no contar con ninguna de
estas características. Son organizaciones totalmente descentralizadas, no
tienen una cabeza visible, y tienen el poder de transformar industrias enteras
en pocos años.
El poder de una estrella de mar
“Descentralice
el poder y el conocimiento en una organización y con seguridad obtendrá caos,
pero también el terreno fértil para la creatividad y el desarrollo”, piensan
los autores. Con esta filosofía se fundó una de las estrellas de mar más reconocidas
del planeta. Todo empezó en 1935 cuando el norteamericano Bill Wilson se sentía
frustrado por no encontrar solución a sus problemas de alcoholismo en la mano
de expertos. Pronto descubrió que era más efectivo compartir su adicción con
otros.
De esta
simple idea nació Alcohólicos Anónimos AA presente en prácticamente todos los
países del planeta. Sin embargo, la intención de Wilson nunca fue controlar AA
y desde el comienzo dejó que creciera por sus propios medios. Su fortaleza fue
crear una ideología que otros siguieran y replicaran. En efecto hoy día no
existe tal cosa como el presidente mundial de AA, ni una organización central
que lleve registros de todos los grupos alrededor del mundo. Es incluso
imposible saber cuántos existen.
Tal
vez el ejemplo más sonado de una estrella de mar contemporánea sea Wikipedia.
Su fundador Jimbo Wales fracasó con un intento de crear su propia enciclopedia –Nupedia,
hasta que el editor Larry Sanger entendió que no podrían lograr este objetivo
por su propia cuenta sin la ayuda del mundo entero. Así se construyó Wikipedia
totalmente descentralizada porque es la gente quien la escribe. Hoy en día
Wikipedia no solo es la enciclopedia más extensa sino también la más precisa
del planeta. “En esencia la gente es buena y cuando tiene la oportunidad siempre
estará feliz de poder aportar”, explican los autores.
El misterio de los catalizadores
De
la misma manera, gran parte de las compañías más exitosas en los últimos
tiempos tienen características de estrellas de mar. eBay funciona gracias a la
confianza que millones de usuarios van creando entre sí. No existe un director
en esta orquesta más que el libre albedrío de la gente. Amazon, iTunes, Skype,
o Linux son ejemplos similares.
Pero
aunque internet dio paso a un renacimiento de las compañías descentralizadas,
su verdadera esencia es terrenal. El misterio se encuentra en las
características muy particulares de quienes fundan estrellas de mar. Los autores
llaman a estos personajes “catalizadores”. Líderes que entienden que su mayor
contribución es crear una ideología y tener confianza en los demás. Entienden
en qué aspectos deben permanecer pero sobre todo, su obligación de alejarse
para que la organización tome vuelo propio. Esto implica una visión renovada
del liderazgo. “El poder de las organizaciones sin líderes”, como lo denominan
los autores.
Creer
que, en medio del caos, se pueden forjar grandes organizaciones, requiere
finalmente una gran dosis de confianza en los demás. Implica aprender a vivir
en la ambigüedad y delegar responsabilidades. Por eso piense: ¿qué tan centralizada
es su empresa? ¿Qué tan expuesta está a los ataques de una poderosa estrella de
mar? Que sea esta la oportunidad para reflexionar sobre el rol de la
descentralización en las empresas del país.
Autor:
Carlos Andrés Vanegas
Para
la sección Management de la Revista Dinero