En
Ocaña, Norte de Santander, en un pequeño almacén, nació en 1932 una de las más
grandes organizaciones empresariales de la industria automotriz del país, que
hoy tiene presencia directa en Ecuador y Venezuela y exporta a más de 40
países: la Organización Chaid Neme Hermanos.
En
los años 30, Chaid Neme comenzó a construir su carrera empresarial. Don Chaid
es un empresario hecho a pulso, sin educación formal, pero con la ideología de
su cultura libanesa: surgir en tiempos de crisis y apego por el trabajo. Estos
factores le permitieron crecer en sus negocios, apalancado siempre en el
recurso humano que lo rodea y que caracteriza con su frase predilecta: “el
recurso humano está por encima de todos los demás recursos, y bien puede
decidir el éxito o el fracaso de una organización”.
Colombia
no puede desconocer el aporte que han realizado otras culturas a su desarrollo
empresarial, social y económico. Aunque las migraciones de extranjeros no
fueron tan intensas como en otros países de América Latina, italianos,
españoles, alemanes, austríacos y franceses fueron decisivos en la conformación
de la industria nacional. En este proceso los libaneses ocupan un lugar
destacado en este capítulo de la historia empresarial y, entre ellos, los
hermanos Neme son los precursores. Chaid Neme y su hermano Hares crearon el
soporte de la industria automotriz del país, pues de su esfuerzo nacieron
compañías de gran trayectoria como Incolbestos, Imal, Cofre y Chaneme que con
otras más componen un complejo empresarial.
En vida
Don Chaid fue honrado con importantes distinciones, como la Orden al Mérito
Industrial, en el gobierno de Belisario Betancur, y la Cruz de Boyacá, en la
administración de César Gaviria. Don Chaid murió el 24 de Marzo de 2009 y
siempre será recordado como un ejemplo para los nuevos emprendedores y
forjadores de empresa en Colombia. Esta es su historia, que de alguna forma es
la historia de aquellos viajeros que le apostaron a la construcción del país.
Un largo viaje
Chaid
Neme nació en 1912 en Gorfine un pueblo cerca de la histórica ciudad de Byblos
en Líbano. Su padre, Nayib Neme, como muchos otros libaneses de su época, migró
escapando de la violencia en búsqueda de oportunidades. Al partir en 1926,
Nayib dejó en Líbano a su esposa Manouch y a sus hijos y llegó a Guayaquil. Un
año después, con apenas 14 años, Chaid Neme siguió a su padre hasta esta ciudad
ecuatoriana y le ayudó a montar un almacén para vender telas. Padre e hijo se
alejaron nuevamente en 1928 cuando Nayib viajó a colaborarle a su hija Nayibe,
quien había quedado viuda en Ocaña.
Pasaron
los años y nuevamente Chaid fue en busca de su padre. Llegó a Colombia por
Buenaventura y tardó 10 días de viaje por tren, barco y cable aéreo hasta
llegar a Ocaña el 24 de agosto de 1932. Desde el primer momento identificó
oportunidades en Colombia y con tan solo 20 años montó su primer almacén. Su
negocio, el de sus cuñados, su padre y muchos otros inmigrantes árabes -los
Numa, los Chaime, los Raad, los Asaf, los Elam, los Cure, los Romano, los Hadad
y los Marún- marcaron estas tierras, y le valieron a una zona el nombre de “la
calle de los turcos”.
En
esta primera etapa don Chaid demostró habilidades en los negocios. Se
especializó en el comercio de telas distribuyendo productos de la Fábrica de
Tejidos Bello, la más antigua de Antioquia, e incluso fue el primer
distribuidor no antioqueño que tuvo Coltejer. Luego diversificó en su almacén
al comercializar llantas para vehículos hasta obtener la representación de
Goodyear con sede en Cali. Paso a paso fue ampliando el negocio a herramientas,
repuestos automotores y maquinaria agrícola, que fueron los antecedentes del
negocio de su vida. Trabajó con su padre hasta que la nostalgia lo regresó a
Líbano en 1936. Pero, un año más tarde, llegó a Colombia su hermano Hares, un
hecho crucial en su vida empresarial. Hares también era un visionario. A pesar
de que el almacén de Chaid ya era un paso obligado para el comercio de la
región, Hares decidió iniciar uno por cuenta propia.
La fortaleza del libanés
La
combinación de las culturas libanesa y colombiana generó en Chaid la capacidad
para enfrentar adversidades. En repetidas oportunidades, su tesón estuvo a
prueba y el empresario supo reponerse. No tuvo éxito en una empresa de carga
por el río Magdalena, entre Barranquilla y Gamarra, a la cual llamó paradójicamente
el Titanic. En otro proyecto para producir almidón industrial vio quemarse las
instalaciones antes de iniciar labores. También incursionó en el negocio de
exportar quina hacia Estados Unidos durante la Segunda Guerra Mundial. Allí
invirtió gran parte de sus recursos y tuvo 900 empleados. Pero, al enviar el
producto, fue engañado por el representante estadounidense, quien le pagó un
precio muy inferior al establecido. Chaid Neme no dejó las cosas así “ni que no
fuera libanés”, me comentó un día en una entrevista.
A
partir de ese momento, inició sus relaciones con los círculos de poder en
Bogotá. La angustia de perder todo su capital lo llevó a defenderse y, en ese
contexto, conoció a Carlos Lleras Restrepo, por ese entonces ministro de
Hacienda del presidente Eduardo Santos. Luego creó lazos con quienes en el
futuro serían presidentes de la República, como Julio César Turbay y Alfonso
López Michelsen. López comentó en la conmemoración de los 80 años de Chaid que
luego de tanto insistir logró que el emisario comercial pagara ante la
justicia.
Las
ambiciones de don Chaid eran más grandes de lo que Ocaña le permitía alcanzar.
Así lo comenta el ex presidente López: “Ya era Chaid un ciudadano prominente en
la villa nortesantandereana, pero el medio le fue quedando pequeño y tuvo que
trasladarse a Barranquilla en busca de nuevos horizontes. Tampoco dio la Puerta
de Oro la talla para el visionario que era Chaid”. Así, luego de montar
negocios en Barranquilla y sin abandonar su almacén en Ocaña, Chaid se
estableció definitivamente en Bogotá. Abrió dos almacenes en esta ciudad el 8
de abril de 1948. Pero increíblemente tan solo un día después los almacenes
fueron saqueados y destruidos en el trágico “Bogotazo”. En ese momento, destaca
su sobrina Lourdes Neme, quien escribió su biografía, “Chaid comprendió que
quien lograra sobreponerse primero sería también el que primero retomara los
hilos del progreso. Sobre la violencia tendría que edificar el futuro”.
Efectivamente, Chaid salió de esta crisis y se proyectó en el ámbito nacional
en las décadas siguientes.
Aporte a la nación
La
genialidad de Chaid Neme fue producir autopartes, cuando en Colombia no había
empresas ensambladoras. Esta actividad, que en su momento parecía una locura,
le permitió luego, cuando fueron naciendo empresas como Sofasa, CCA y
Colmotores, llegar antes que los demás y construir relaciones de confianza en
el largo plazo. Así, los hermanos Neme desarrollaron todo tipo de partes para
la industria y con ello estuvieron presentes en cada uno de los vehículos
nacionales que iban saliendo al mercado. Su portafolio de productos es tan
extenso que incluye frenos, mangueras, resortes, cinturones de seguridad,
rines, bujías, amortiguadores, líquido para frenos, sistemas de embragues y
hasta los pitos que producen en Autoindustrial Camel.
También
son ejemplo de hermandad y crecimiento de una empresa familiar. Mientras Chaid
dirigía la compañía, Hares se especializó en las ventas. Trabajaron juntos
desde 1952 hasta la muerte de Hares en 1991. En 1955 tuvieron una oportunidad
de oro. La casa Volvo, de Suecia, les ofreció la representación de su marca
para Colombia, negocio que Hares Neme se apasionó por sacar adelante y que
promovió toda su vida. Aún hoy es un componente importante de sus operaciones.
En
la década del 50, nacieron las empresas vertebrales de la Organización.
Incolbestos en 1956 e Imal y Cofre en 1959. Esto fue antes de que se
desarrollaran las ensambladoras que despegaron en las dos décadas siguientes.
Para Chaid Neme, ser pionero en este desarrollo no era suficiente para
sobrevivir en el tiempo y por ello, durante más de 70 años, ha forjado una
cultura de excelencia en sus empresas. Para cumplir este objetivo se apegó
siempre a tres criterios básicos: precio, calidad y costos. Hoy, estos
conceptos, complementados con tecnología, están vigentes. Al respecto Enrique
Travecedo, , comenta que dirige la empresa con los mismos criterios de toda la
organización Neme.
En
lo social, Chaid Neme también se ha destacado. Es un empresario obsesivo por la
educación. Hizo parte del Consejo Directivo de la Universidad de los Andes,
institución a la que siempre aportó, y creó una fundación propia con la cual
financia la educación superior de cerca de 100 estudiantes. También en compañía
de su hermano, participó en la creación de la sociedad de San Vicente de Paúl,
institución de beneficencia.
El futuro
En
vida don Chaid Neme nunca se casó. “Todas las mujeres son tan lindas, que no
puede quedarme con una”, me explicó en una entrevista. En Colombia su familia
siempre fueron su hermano Hares y los hijos de este último: Nayib, Lourdes y
Tatiana, al igual que sus nietos, que don Chaid considera propios. Es
precisamente Nayib Neme, su sobrino, quien lo acompaña hace unos años en la
dirección ejecutiva de sus empresas. Es su responsabilidad continuar con el
lema de don Chaid, por el cual ha sido reconocido: “El deber nunca está plenamente
cumplido”. En los últimos años, la Organización Chaid Neme ha emprendido un
proceso de expansión internacional de grandes alcances. Ha incursionado con
plantas en Venezuela y Ecuador, con empresas como Gomaven, Imfrisa, Carvica y
Rudeveca. Y las nacionales como Incolbestos exportan más de 40% de su
producción. Su espíritu viajero que algún día le llevó a llegar a Colombia, hoy
empuja a sus empresas a expandirse en otros mercados. Sería deseable que
Colombia tuviera muchos otros hombres como Chaid Neme apostándole a su
desarrollo.
En memoria
de Don Chaid Neme (1912-2009)
Autor: Carlos Andrés Vanegas
Autor: Carlos Andrés Vanegas
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