sábado, 23 de junio de 2012

Desafíos gerenciales en biotecnología


A pesar de la expectativa alrededor de la biotecnología esta no ha logrado cristalizar en negocios rentables. La innovación tecnológica también requiere de innovación empresarial.


En 1976 los científicos Herbert Boyer y Stanley Cohen realizaron el revolucionario invento de manipular genéticamente las moléculas del ADN, que más tarde se llamó la tecnología del ADN recombinante (recombinant DNA, rDNA). Tras este hallazgo, Robert Swanson, un pequeño inversionista de riesgo, llamó a Boyer para proponerle crear una compañía.

Tres meses más tarde Genentech, la primera firma en biotecnología del mundo, nació para dar arranque a una industria con ya más de 30 años de innovaciones, promesas y desencantos. Aunque la biotecnología está presente en diversos negocios como alimentos, petróleos y agroquímicos, realmente es en el campo farmacéutico donde se han concentrado los mayores avances y compañías. Hoy, empresas como Amgen, Chiron, Genentech, Genzyme o Celera, que utilizan tecnologías de punta como el estudio del genoma humano o el ADN recombinante para producir medicamentos, son los símbolos de una de las industrias tecnológicamente más avanzadas del mundo.

Desde el comienzo era natural sentir vientos de prosperidad y transformación. Estas compañías llegaron al mundo justo cuando las gigantes farmacéuticas Bayer, Merck, Pfizer o Novartis, entre otras, con su modelo tradicional de investigación química habían disminuido al máximo la tasa de éxitos en drogas nuevas. En la terminología del reconocido autor Clayton Christensen  la biotecnología se presentó como la “innovación de ruptura” que reemplazaría a los ya viejos y pesados gigantes del negocio.

Grupos de científicos experimentando con tecnologías no antes imaginadas llamaron la atención de la prensa, la academia y sobre todo de los inversionistas. Sin embargo, en estos treinta años la gran mayoría de las empresas del sector no han logrado dar utilidades y su conjunto es poco rentable.

Para Gary Pisano, director de la unidad de tecnología y operaciones de la Escuela de Negocios de Harvard, y autor del libro Science Business: the promise, the reality, and the future of biotech, la clave está en la gerencia. En su perspectiva la biotecnología es un experimento tan novedoso que por primera vez en la historia un sector se debe enfrentar al dilema ¿puede la ciencia ser negocio? La biotecnología no sólo es intensiva en el uso de tecnología sino que depende exclusivamente de su desarrollo y, para esto, Pisano asegura que se requieren tres elementos del management: gerencia de riesgo, integración y aprendizaje.

Cuando Gary Pisano analiza el rendimiento del sector en sus tres décadas de historia encuentra que, en conjunto, la rentabilidad ha sido apenas del 15%. Muy pequeña, teniendo en cuenta que es un negocio de tan alto riesgo, y de hecho, si se extrae de la muestra a Amgen, el líder del mercado, prácticamente la mayoría pierde.

Por otra parte, al estudiar la proporción de éxitos en drogas nuevas, la biotecnología no ha sido superior a la industria farmacéutica tradicional. “El gran problema es que desde el comienzo la biotecnología copió modelos gerenciales de otras industrias de alta tecnología, como los computadores, los semiconductores o el software, que para este caso no han funcionado. Se requiere de una gerencia que se acople a sus desafíos particulares”, argumenta Pisano.

Los desafíos

El primer desafío que estudia Pisano es la incertidumbre que enfrenta este sector, lo que implica un cambio radical en la forma de asumir el riesgo. En promedio, después de cada 60.000 intentos una droga finalmente llega al mercado. En el caso de la biotecnología luego del proceso tradicional de identificación, validación y pruebas pueden pasar incluso décadas para obtener resultados. “Aunque el sector ha llamado la atención del mercado de capital de riesgo, como en otras industrias tecnológicas, estos inversionistas esperan tener resultados en pocos años. Lo mismo pasa con los esquemas de alianzas con las grandes farmacéuticas”, sostiene.

Por ejemplo, en el caso del negocio de los semiconductores, al menos se conoce el objetivo final de hacerlos cada vez más potentes y pequeños, mientras en biotecnología muchas veces ni siquiera se conocen las aplicaciones y hay riesgos desde el comienzo hasta el final, explica Pisano.

En un segundo plano el sector enfrenta fuertes desafíos de integración. “La biotecnología nos ha ayudado a entender mejor lo que no sabíamos, en vez de aprender sobre lo que ya conocemos”, explica. Un ejemplo es el genoma humano que amplió el universo de posibilidades para identificar y curar enfermedades. La gran dificultad es que aún no se conoce bien una tecnología, cuando ya viene una nueva era de innovaciones.

Algunas de las promesas de la biotecnología son la química combinatoria, el ADN recombinante, el ARN interferente o el estudio de los genomas, entre otros, que muestran que no existe tal cosa como una ciencia de la biotecnología, sino que esta es la unión de un millar de innovaciones. Como la gran mayoría de compañías son especialistas en tecnologías y enfermedades, Pisano cree que el sector podría aumentar sus tasas de éxito si aprende a funcionar en forma más integrada.

Finalmente, como el conocimiento es progresivo, e incluso las tecnologías tradicionales para crear drogas químicamente todavía están vigentes, la biotecnología requiere de esquemas de aprendizaje sin precedentes. Ya son más de 30 años de este experimento al que llamamos biotecnología. Una industria en la que participan universidades, farmacéuticas, profesores y científicos que se hacen emprendedores, como también gobiernos e inversionistas. Es evidente que la biotecnología es una muestra de que la innovación tecnológica debe estar soportada por transformaciones en la gerencia. 

Autor: Carlos Andrés Vanegas
Para la sección Manegement de la Revista Dinero 

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