El año pasado fue duro
para mí. Y como es usual cuando las cosas se ponen difíciles uno se acuerda de
Dios. Entonces empecé a asistir a un grupo de oración maravilloso que dirige el
joven Felipe Gómez todos los jueves por la noche en el Colegio Gimnasio
Femenino de Bogotá. Aquí la gente se reúne para rezar juntos el Rosario. Aunque
no he sido tan juicioso como quisiera con estas reuniones lo más valioso para
mí fue el primer día. Ese día conocí la historia de Federico Larsen.
Federico un hombre con
presencia, seguramente recién pasados los 50s y en chaqueta de jean, estaba frente a los demás. Me causó curiosidad porque más parecía el protagonista de
un comercial de Marlboro que un líder espiritual. Entonces fue su turno para
hablar y sus palabras me llegaron al corazón. Federico había tenido una vida difícil.
Por diversas razones estuvo gran parte de su vida perdido, hasta que un día
dijo ¡ya no más, voy a salir adelante! Sin educación formal, ni experiencia
profesional ¿qué opción tenía? Federico Larsen creó la empresa MAXMIN para producir
sales y abonos orgánicos.
Pienso que todos conocemos
un caso similar en nuestras familias. Una tía o un tío a quien consideramos un problema. Aquel profesional que por años no ha logrado conseguir trabajo. Alguien
en la calle que un día decide tratar de construir un futuro mejor. Muchas veces
para ellos conseguir trabajo es una tarea imposible. Pero todos tienen una
posibilidad de reconstruir sus vidas. Crear empresa es tal vez su única opción.
Pensemos en esto por un
momento. Ya de por sí el emprendimiento es un camino lleno de espinas. En un
segundo acto, a quienes han llevado una vida desorganizada, no los podemos
dejar solos en sus ansias de emprender.
El segundo acto
Curiosamente varios académicos
y gestores de políticas públicas “desvirtúan” este tipo de emprendimientos. En
el reconocido estudio global de la actividad emprendedora (Global Entrepreneurship Monitor – GEM) a este tipo de empresas se
les denomina por “necesidad”. La teoría afirma que otro tipo de
emprendimientos, aquellos soportados por innovación (por ejemplo cuando Google
arrancó solo facturaba USD100.000) siempre serán más valiosos para una
sociedad.
Incluso para el afamado
profesor de la Weatherhead School of Management Scott A. Shane “en el
emprendimiento es mejor la calidad que la cantidad”. Sin embargo no podemos
olvidar la otra perspectiva. Si nos olvidamos por completo de nuestros
emprendimientos por “necesidad”, estaríamos dejando a un lado las historias
individuales de quienes necesitan una segunda oportunidad en la vida. Si la
sociedad fuera una gran obra de teatro esta solo sería exitosa cuando cada uno de
sus integrantes tuviera el chance de un segundo acto en escena.
Existe una hermosa cita
que dice “gracias por creer en mí antes de que yo creyera en mí mismo”. Tenemos
que ayudar a quien en algún momento en la vida decide cambiar el rumbo de su
vida. El gobierno, las empresas, las universidades, la prensa y las
organizaciones sin ánimo de lucro, tenemos que crear espacios para apoyar a
todo aquel que quiera construir una nueva historia a través del emprendimiento.
La madre de la pobreza
Quisiera aprovechar esta
oportunidad para decirles unas palabras a quienes decidieron emprender luego de
una vida de dificultad. Son muchas las recomendaciones para emprender pero hoy
solo quisiera apuntarle al corazón y la mente. En una ocasión el que es
considerado el más grande de los emprendedores en Colombia, Jhon Gomez Restrepo
creador de más de 40 empresas en el país, algunas tan grandes como Productos
Familia y Cartón de Colombia, me dijo en una entrevista “el desorden es la
madre de la pobreza”.
Me tardé un tiempo en
comprender que ese día Jhon Gomez no se refería al desorden físico. Se refería más
bien al desorden mental. Entonces ahora que decidió montar una empresa es
realmente el momento de dejar atrás cualquier carga que lo haya acompañado
hasta este momento. Hacer empresa es difícil. Y con seguridad va a llegar el
momento en que la situación esté tan dura que va a pensar que el destino le
está cobrando cuentas del pasado. Pero esto no es así, hacer empresa es un reto
constante para cualquiera.
Los seres humanos somos
expertos es contar y creer nuestras propias historias. Tristemente a algunos de
nosotros nos han contado una historia de lo que no somos. Pero cada persona en
este planeta tiene el potencial de lograr hazañas increíbles. Esto lo he
descubierto en mi vida personal repetidas veces. A varias personas que la gente
consideraba perdedores los he visto alcanzar metas increíbles. Todo depende de
lo que creamos de nosotros mismos.
En la misma forma en que
un árbol requiere de tanto en tanto que alguien le quite las ramas marchitas
así somos nosotros. En este segundo acto deje esas ramas marchitas en el
pasado. Es tiempo de subir a la tarima del emprendimiento renovados.
Gracias por todos estos aportes. Estos últimos meses han sido algo difíciles...
ResponderEliminarCon mucho gusto... tenemos que seguir adelante con berraquera!!
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