Muhammad Yunus, Premio Nobel de Paz 2006, forjador del
Banco Grameen, pionero mundial del microcrédito, quien con su obra le ha dado
una nueva oportunidad a más de siete millones de personas en Bangladesh, 97%
mujeres, suele describirse a sí mismo de la siguiente manera: “70% loco”. En la
ceremonia del Nobel, Yanus explicó que los menos favorecidos son como un
Bonsai, “no hay nada malo en estas semillas. Simplemente la sociedad nunca les
ha dado terreno fértil para crecer. Una vez puedan desatar su energía y
creatividad, la pobreza desaparecerá rápidamente”.
Algunas personas en este mundo, inconformes por lo que
ven diariamente, se obsesionan tanto por nutrir estas semillas que llegan hasta
la locura. Viven desquiciados por ayudar. La pediatra Vera Cordeiro decidió
dejar su trabajo en un hospital en Río de Janeiro para ayudar a niños pobres
que eran dados de alta sin los mínimos recursos para sanar en casa. Su proyecto
Renascer arrancó de su propio bolsillo e incluso llegó a robar a su propia
familia para darles a los demás. El día que le quitó un Rolex a su esposo este
la dejó. Pero el esfuerzo valió la pena, su esposo regresó y hoy Renascer es
tan exitoso que se extiende por todo Brasil.
En 1982 el psiquiatra español Cristóbal Colón (en serio
así se llama) se acercó a un banco a pedir un préstamo en Cataluña. Con la
filosofía de que a los enfermos mentales se les debe dignificar con trabajo,
quiso crear una empresa de lácteos solo contratando “desquiciados”. Aunque pudo
parecer extraño para el banquero que un Cristóbal Colón le pidiera un préstamo
para tales fines, hoy en día su empresa, La Fageda, tiene ingresos por US$10
millones y es la tercera de la región luego de Danone y Nestlé.
Realmente,
existe una chispa mágica en algunos corazones. Cuando inmensas ganas de ayudar
y el emprendimiento se juntan, cosas impredecibles pueden suceder.
Estos ejemplos hacen parte del famoso libro sobre
emprendimiento social The power of
unreasonable people: how social entrepreneurs create markets that change the
world, de los autores John Elkington, cofundador de SustainAbility, y
Pamela Hartigan, ex directora de la Schwab Foundation. Precisamente el profesor
Klauss Schwab, quien creó el Foro Económico Mundial, advierte en el prólogo del
libro que, gracias a este, cada vez veremos más personas llamándose a sí mismas
irracionales.
¿Quiénes son estos seres desquiciados? Según los autores,
nuestra mejor oportunidad de cambiar el mundo.
Locos
por el emprendimiento
Los autores John Elkington y Pamela Hartigan sienten
urgencia por definir, entender y ayudar a esta nueva generación de
emprendedores sociales. Al comienzo de su libro utilizan la historia del
colombiano Orlando Rincón (ganador del concurso Emprendedor Social del Año en
Colombia, organizado por la Fundación Schwab y Revista Dinero en 2005) para
describir a estos locos irracionales.
Comentan que Orlando, siendo uno de diez hermanos, creció
en la pobreza en Cali. Con gran vocación política, Rincón logró ganar una beca
para estudiar en la Universidad de Medellín. Al graduarse, en 1984, fundó junto
a compañeros Open Systems, que en pocos años facturaba más de US$14 millones, y
tenía más de diez millones de clientes en América Latina. Pero ser millonario
no era la felicidad de Rincón y tras pasar por India e Irlanda, llegó a
Colombia a fundar ParqueSoft, conocido en el país por utilizar la tecnología
para ayudar a los jóvenes más necesitados del Valle del Cauca.
Para Elkington y Hartigan una característica de estos
visionarios sociales es que no se detienen ante la magnitud de sus sueños; así
estos sean acabar con la pobreza, salvar el planeta o preservar la vida. La
kenyana Laureate Wangari Maathai (Premio Nobel de Paz 2004) arrancó su sueño de
plantar 15 millones de árboles en 1976. Tal vez nunca pensó que fuera posible,
pero ahora que su proyecto The Green Belt
Movement logró plantar 30 millones, Maathai va por un billon.
Un proyecto no menos ambicioso tiene entre sus manos
Nicholas Negroponte, fundador y director del MIT Media Lab, de entregar un
computador a cada niño pobre en el planeta. Con estrechas relaciones en
Colombia One Laptop per Child tiene la meta de reducir el costo de un portátil
especial para niños a US$100. Actualmente Negroponte logró producirlo por
US$150, pero cuando lo comercialice masivamente con seguridad alcanzará su
propósito.
Sin duda, el argumento más interesante del libro The power of unreasonable people es que,
además de su aporte social y ambiental, los emprendedores sociales nos están
abriendo una ventana al futuro. Al estar prácticamente desquiciados por ayudar,
Elkington y Hartigan nos muestran cómo estos visionarios están dispuestos a
asumir riesgos incalculables, enfrentar murallas y probar modelos de negocios
altamente innovadores.
Estas son buenas noticias pues, según datos de los
autores, América Latina es la segunda región del mundo en emprendimiento
social, detrás de Asia y por encima de Estados Unidos, África y Europa, en su
orden.
Todos
a apoyarlos
Muchas veces subestimamos el potencial de lo que nace
pequeño. Es posible que los emprendedores sociales no sean la respuesta a todos
nuestros problemas, pero con seguridad conocen mejor que nadie el camino.
Algunos resultados de su trabajo son abrumadores. El famoso oftalmólogo
Govindappa Venkataswamy, de la India, ha logrado con su proyecto Aravind Eye
Care System, cobrando más caro a los ricos y apoyando a los pobres. El 60% de
los casos de ceguera podrían curarse, y Venkataswamy ha logrado que una
población, 70% rural, continúe viendo sus paisajes.
El empresario mexicano Héctor González quiso aprovechar
el éxito de su empresa Cuadritos para llegar aun más lejos. Tuvo la idea de
fundar un banco de alimentos que con el tiempo creció y se convirtió en un
megaproyecto autosostenible que actualmente alimenta a 100.000 personas al día.
Probablemente, mientras usted lee estas líneas sienta en
el corazón que también es su destino convertirse en un ser irracional. Un loco
de tiempo completo dedicado a sembrar semillas. Elkington y Hartigan nos
cuentan sobre los varios caminos para alcanzar este propósito. Desde las
empresas 100% sin animo de lucro, pasando por aquellas híbridos que identifican
negocios en lo social, o también sobre los empresarios cuya meta no es ser más
ricos, sino ayudar más y más.
La clave es no dejarlos solos. El terreno del
emprendimiento es ya de por sí demasiado impredecible y movedizo. La academia,
los medios, el gobierno, los empresarios, las familias y los amigos, no podemos
dejar que se ahoguen en sus sueños. Ellos conocen el camino.
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