domingo, 4 de marzo de 2012

Desquiciados por ayudar

Ejemplos del poder incalculable de los emprendedores sociales.


Muhammad Yunus, Premio Nobel de Paz 2006, forjador del Banco Grameen, pionero mundial del microcrédito, quien con su obra le ha dado una nueva oportunidad a más de siete millones de personas en Bangladesh, 97% mujeres, suele describirse a sí mismo de la siguiente manera: “70% loco”. En la ceremonia del Nobel, Yanus explicó que los menos favorecidos son como un Bonsai, “no hay nada malo en estas semillas. Simplemente la sociedad nunca les ha dado terreno fértil para crecer. Una vez puedan desatar su energía y creatividad, la pobreza desaparecerá rápidamente”.

Algunas personas en este mundo, inconformes por lo que ven diariamente, se obsesionan tanto por nutrir estas semillas que llegan hasta la locura. Viven desquiciados por ayudar. La pediatra Vera Cordeiro decidió dejar su trabajo en un hospital en Río de Janeiro para ayudar a niños pobres que eran dados de alta sin los mínimos recursos para sanar en casa. Su proyecto Renascer arrancó de su propio bolsillo e incluso llegó a robar a su propia familia para darles a los demás. El día que le quitó un Rolex a su esposo este la dejó. Pero el esfuerzo valió la pena, su esposo regresó y hoy Renascer es tan exitoso que se extiende por todo Brasil.

En 1982 el psiquiatra español Cristóbal Colón (en serio así se llama) se acercó a un banco a pedir un préstamo en Cataluña. Con la filosofía de que a los enfermos mentales se les debe dignificar con trabajo, quiso crear una empresa de lácteos solo contratando “desquiciados”. Aunque pudo parecer extraño para el banquero que un Cristóbal Colón le pidiera un préstamo para tales fines, hoy en día su empresa, La Fageda, tiene ingresos por US$10 millones y es la tercera de la región luego de Danone y Nestlé.

Realmente, existe una chispa mágica en algunos corazones. Cuando inmensas ganas de ayudar y el emprendimiento se juntan, cosas impredecibles pueden suceder.

Estos ejemplos hacen parte del famoso libro sobre emprendimiento social The power of unreasonable people: how social entrepreneurs create markets that change the world, de los autores John Elkington, cofundador de SustainAbility, y Pamela Hartigan, ex directora de la Schwab Foundation. Precisamente el profesor Klauss Schwab, quien creó el Foro Económico Mundial, advierte en el prólogo del libro que, gracias a este, cada vez veremos más personas llamándose a sí mismas irracionales.

¿Quiénes son estos seres desquiciados? Según los autores, nuestra mejor oportunidad de cambiar el mundo.

Locos por el emprendimiento

Los autores John Elkington y Pamela Hartigan sienten urgencia por definir, entender y ayudar a esta nueva generación de emprendedores sociales. Al comienzo de su libro utilizan la historia del colombiano Orlando Rincón (ganador del concurso Emprendedor Social del Año en Colombia, organizado por la Fundación Schwab y Revista Dinero en 2005) para describir a estos locos irracionales.

Comentan que Orlando, siendo uno de diez hermanos, creció en la pobreza en Cali. Con gran vocación política, Rincón logró ganar una beca para estudiar en la Universidad de Medellín. Al graduarse, en 1984, fundó junto a compañeros Open Systems, que en pocos años facturaba más de US$14 millones, y tenía más de diez millones de clientes en América Latina. Pero ser millonario no era la felicidad de Rincón y tras pasar por India e Irlanda, llegó a Colombia a fundar ParqueSoft, conocido en el país por utilizar la tecnología para ayudar a los jóvenes más necesitados del Valle del Cauca.

Para Elkington y Hartigan una característica de estos visionarios sociales es que no se detienen ante la magnitud de sus sueños; así estos sean acabar con la pobreza, salvar el planeta o preservar la vida. La kenyana Laureate Wangari Maathai (Premio Nobel de Paz 2004) arrancó su sueño de plantar 15 millones de árboles en 1976. Tal vez nunca pensó que fuera posible, pero ahora que su proyecto The Green Belt Movement logró plantar 30 millones, Maathai va por un billon.

Un proyecto no menos ambicioso tiene entre sus manos Nicholas Negroponte, fundador y director del MIT Media Lab, de entregar un computador a cada niño pobre en el planeta. Con estrechas relaciones en Colombia One Laptop per Child tiene la meta de reducir el costo de un portátil especial para niños a US$100. Actualmente Negroponte logró producirlo por US$150, pero cuando lo comercialice masivamente con seguridad alcanzará su propósito.

Sin duda, el argumento más interesante del libro The power of unreasonable people es que, además de su aporte social y ambiental, los emprendedores sociales nos están abriendo una ventana al futuro. Al estar prácticamente desquiciados por ayudar, Elkington y Hartigan nos muestran cómo estos visionarios están dispuestos a asumir riesgos incalculables, enfrentar murallas y probar modelos de negocios altamente innovadores.

Estas son buenas noticias pues, según datos de los autores, América Latina es la segunda región del mundo en emprendimiento social, detrás de Asia y por encima de Estados Unidos, África y Europa, en su orden.

Todos a apoyarlos

Muchas veces subestimamos el potencial de lo que nace pequeño. Es posible que los emprendedores sociales no sean la respuesta a todos nuestros problemas, pero con seguridad conocen mejor que nadie el camino. Algunos resultados de su trabajo son abrumadores. El famoso oftalmólogo Govindappa Venkataswamy, de la India, ha logrado con su proyecto Aravind Eye Care System, cobrando más caro a los ricos y apoyando a los pobres. El 60% de los casos de ceguera podrían curarse, y Venkataswamy ha logrado que una población, 70% rural, continúe viendo sus paisajes.

El empresario mexicano Héctor González quiso aprovechar el éxito de su empresa Cuadritos para llegar aun más lejos. Tuvo la idea de fundar un banco de alimentos que con el tiempo creció y se convirtió en un megaproyecto autosostenible que actualmente alimenta a 100.000 personas al día.

Probablemente, mientras usted lee estas líneas sienta en el corazón que también es su destino convertirse en un ser irracional. Un loco de tiempo completo dedicado a sembrar semillas. Elkington y Hartigan nos cuentan sobre los varios caminos para alcanzar este propósito. Desde las empresas 100% sin animo de lucro, pasando por aquellas híbridos que identifican negocios en lo social, o también sobre los empresarios cuya meta no es ser más ricos, sino ayudar más y más.

La clave es no dejarlos solos. El terreno del emprendimiento es ya de por sí demasiado impredecible y movedizo. La academia, los medios, el gobierno, los empresarios, las familias y los amigos, no podemos dejar que se ahoguen en sus sueños. Ellos conocen el camino.

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