domingo, 24 de junio de 2012

¿Cómo cambiar el mundo?


Mantener un arraigado sentido de pertenencia puede transformar organizaciones y sociedades. Aunque muchas veces este sentimiento crece espontáneamente, es posible establecer estructuras para forjar comunidades más comprometidas.


Existen empresas en donde no hay horas extras. Con gusto, y a veces más de lo deseable, la gente está dispuesta a sacrificar su tiempo libre para quedarse hasta tarde cuando su organización lo necesita. Personas que realmente viven el sentimiento de “es nuestra empresa”, aun sin tener participación en la propiedad. Si lo piensa, lo realmente interesante acerca de lo que entendemos por sentido de pertenencia es que tiene dos dimensiones. En primera instancia tiene que ver con pertenecer a algo. El conjunto de ex alumnos del colegio, de la universidad, los amigos del barrio o su familia son grupos en los que sin duda se siente como en casa. Pero además de que usted pertenezca este sentimiento implica que de alguna forma “estos lugares también le pertenecen”.

Sintiéndolos suyos, aun sin retribución alguna, estaría dispuesto a contribuir para hacerlos más grandes. Y entre más aporta más los quiere. Si bien estos son hechos espontáneos, vale la pena preguntarse ¿es posible reforzar este sentido de pertenencia?

Ya hace un tiempo el respetado sociólogo de Harvard, Robert Putman (Bowling Alone, 2000), encontró en sus investigaciones que el bienestar de una sociedad, los progresos en salud, educación y el desarrollo económico están íntimamente ligados a su capital social. Al estudiar un descenso significativo en la integración de la gente, Putman identificó que las causas típicas para explicar el desarrollo como la geografía, el liderazgo, la cultura, o la normatividad, no se comparan con el potencial que tiene la calidad en las relaciones y el nivel de cohesión entre los ciudadanos, lo que entiende por capital social.

“Cada vez que las personas se juntan libremente para resolver problemas de su comunidad, como fábricas sociales que empujan los niveles de capital social, es cuando experimentamos el valor práctico de la pertenencia”, afirma el autor Peter Block en su más excelente libro Community: the structure of belonging. Reconocido por sus escritos sobre empoderamiento, democracia y ciudadanía, Peter Block tiene en su lista best sellers como Stewardship (1998) y The empowered manager (1987).

En esta oportunidad, volcó su mirada a estudiar el concepto de comunidad que en sus palabras es “todo lugar en el que experimentamos sentido de pertenencia”. Estas comunidades, o fábricas sociales, son visibles en las mejores empresas del mundo, en organizaciones sin ánimo de lucro, como también a escala familiar y social. Entonces, aprender a fortalecerlas es un tema clave para la gerencia.

Antes de arrancar es útil preguntarnos ¿qué tan satisfactorio es el desempeño actual de nuestras comunidades? Para Peter Block, aunque la tecnología ha hecho su trabajo en juntarnos virtualmente, “cada vez las sociedades son más individualistas”. Este autor asegura que cada vez estamos más desconectados de nuestros amigos, familia y vecinos. Incluso, como una muestra de esta falta de cohesión social para resolver los problemas de todos, las sociedades contemporáneas siguen esperando por el “mesías con todas las respuestas, mayor normatividad y más programas de bienestar”, plantea Block.

Pero en realidad, a pesar de todo esto, no hemos podido encontrar soluciones efectivas a los más grandes problemas de la humanidad, como la pobreza y la marginalización.

Cambio de paradigma

Lo que hay en el trasfondo de los planteamientos de Peter Block es que tenemos un bajísimo entendimiento de cómo surgen “transformaciones sociales a gran escala”. Mucho se ha escrito sobre cómo avanzar individualmente, pero poco sabemos de cómo hacerlo en conjunto. “La clave es entender cómo operan estas transformaciones, pasar de un estado en el que todos se preocupan por ellos mismos a un compromiso en equipo”, afirma Block.

De hecho, según este autor el tema de crear comunidades más comprometidas crece en complejidad cuando se entiende que solo ocurren gracias a infinitos pequeños avances que incluso damos sin darnos cuenta. Por más de treinta años, el autor Werner Erhard ha influenciado la vida de millones de personas con sus planteamientos sobre pensamiento creativo y aprendizaje experimental. Respecto a cómo poner en marcha una comunidad hacia un mismo destino, Erhard expone tres elementos esenciales: el poder transformador del lenguaje, el contexto y un fuerte sentido de posibilidad.

Peter Block retoma las ideas de Erhard para ponerles en el contexto de su libro. En este hace una mención especial al lenguaje como una herramienta de transformación. Dígales a una comunidad que son participativos, que tienen un gran sentido de comunidad y que se pueden juntar en millones por una causa y así lo harán. Dígales que son apáticos, que solo piensan en ellos mismos y que les falta nacionalismo, y se quedarán el domingo en la casa viendo televisión.

Es por esto que Peter Block opina que las transformaciones sociales solo se dan por pequeños escaños. “Es en el lenguaje diario de la gente, en cualquier tipo de comunidad, donde se gesta el arranque de cambio a gran escala”, opina el autor. Por ejemplo, a nivel empresarial, si todo el tiempo en las conversaciones de la gente se resaltan los problemas de su empresa, no se está haciendo mucho por el orgullo colectivo de trabajar allí.

“Tenemos que cambiar el contexto actual en que la vida es una serie de problemas por resolver. Estamos tan identificados con nuestras dificultades que llega un punto en que estas carencias nos definen como comunidad”, argumenta Block. Toda fábrica social inicia cuando el lenguaje cambia de problemas a posibilidades, de escasez a abundancia. Algunos autores, entre ellos Alexander Christopher (The timeless way of building, Oxford 1979), hablan sobre la importancia de romper con el pasado para poder construir un futuro mejor.

En las sociedades modernas existe una frenética manía de tratar de entender el pasado para construir el futuro. Esto es sin duda positivo, el problema nace cuando, por creer tanto en el pasado, nos colocamos límites al desarrollo. El poder transformador de pensar en términos de posibilidad se frustra cuando las estadísticas nos dicen que lo que soñamos no es posible.

Un país de resistencia

Es evidente que los medios de comunicación cumplen un rol esencial, para bien o para mal, en la construcción de un sentido de pertenencia a la comunidad. Sin embargo, Peter Block es claro al afirmar que los medios de comunicación “no construyen la realidad en una sociedad, simplemente son un reflejo de lo que pasa”.

Block es un fuerte crítico de cómo usualmente los medios destruyen el sentido de pertenencia colectivo, muchas veces por razones comerciales. “No existe otra explicación de la forma en que nos aprovechamos del sufrimiento de los demás y, en medio de sus peores momentos en la vida, les preguntamos al aire ¿cómo se siente?”, describe el autor en el libro.

Según Block, la constante en la mayoría de los países del mundo es que los medios se enfoquen en las tragedias en vez de en las noticias positivas, que suelen dejar a un lado como eventos esporádicos. “Pero la realidad es un concepto ambiguo. Si un periodista se especializa en ver el lado oscuro de la sociedad, esta es la imagen que va a proyectar aun cuando las cosas estén mejorando. En conjunto, las noticias son importantes socialmente en el sentido que definen qué es lo que vale la pena de ser contado”, explica el autor.

Pequeños gigantes

Como complemento a una transformación mediante el lenguaje, Peter Block cree que los grupos pequeños son el eje de las transformaciones sociales. “Cada vez que las personas se juntan, tienen la posibilidad de definir el futuro”, argumenta. Nuevamente, es solo en el infinito número de interacciones entre individuos por un bien común donde se gestan los grandes cambios.

“Es dejar de estar tan embelesados con los individuos para ocuparnos en entender cómo operan los pequeños grupos”, complementa. En este sentido la pregunta no es ¿quiénes se van a sentar? , sino ¿en qué contexto lo van a hacer y qué lenguaje van a utilizar? Esta es en esencia la responsabilidad de un líder según Block, la capacidad de promover que la gente se reúna en pequeña escala y visualice un futuro distinto. “Lugares donde las preguntas tengan mayor valor que las respuestas, y los líderes se preocupen más por escuchar que por hablar”.

Para este sociólogo, no tiene sentido la definición típica de un ciudadano como todo aquel que ejerce su derecho de votar. Lo que realmente define a un ciudadano, según él “es el entendimiento de que es responsable y que ejerce un rol en la solución de los problemas que aquejan a su comunidad”. Este es un cambio radical en el cual la prioridad pasa a ser las actuaciones de los ciudadanos y a lo que hagan los líderes y las instituciones. En una sociedad de este tipo, las organizaciones sociales tendrían mayor poder que las mismas empresas. “Entre más débil el sentido de pertenencia y su influencia social, más se propicia el deseo de delegar en otros la solución de los problemas, y es aquí donde se desdibuja el liderazgo”, expresa Block.

Tal vez el principal mensaje de este autor es que debemos recapacitar sobre la capacidad de cambiar las cosas de acuerdo a como nos referimos a ellas. Si continuamos llamando pobres a quienes carecen de recursos económicos, ilegales a los indocumentados, desechables a quienes no tienen un techo donde dormir, o minorías a otras razas, nada estamos haciendo para que mejore su situación.

En 2004, el autor David Bornstain escribió un libro con el ambicioso título How to change the world (Cómo cambiar el mundo), en el que relata periodísticamente la experiencia de un grupo de emprendedores sociales y sus sueños por contribuir a la sociedad. Las conclusiones de este hermoso texto son similares de las de Peter Block en su conjunto: que es posible cambiar el mundo a partir de pequeños pasos. Todos tenemos un rol fundamental en la construcción de un mayor sentido de pertenecía al país y a las organizaciones en que nos desenvolvemos. Hay que prestar mucha atención a lo que nos decimos entre amigos, los padres a sus hijos, en las empresas o los salones de clase y sobre nosotros mismos. Lo que allí se diga nos definirá como sociedad.

Autor: Carlos Andrés Vanegas
Para la sección Management de la Revista Dinero 

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