lunes, 21 de mayo de 2012

¿Cómo manejar la depresión?


¿Cómo podemos ganarles la batalla a la depresión y a la ansiedad por nuestros propios medios?



¿Sabe lo que se siente al estar allí? De repente el mundo se hace más oscuro de lo normal. Francamente más oscuro. Salta un pensamiento negativo a su cabeza. Luego viene otro, y otro más, con una persistencia insoportable. ¿Y qué tal que quiebre la empresa, que pierda mi belleza, me enferme o me deje mi esposo? Algo le oprime el pecho, le cuesta trabajo respirar y hasta la vida pierde sentido. ¿Ha sentido esto alguna vez, el hecho de, simplemente, no poder levantarse a trabajar porque es superior a sus fuerzas? ¿Piensa que la cama es su mayor refugio pero ni siquiera esta le puede ayudar a escaparse de su peor enemigo, por estos días, sus propios pensamientos?

Para la gran mayoría, el ser catalogados como personas depresivas resulta muy vergonzoso. Pero la depresión está allí, presente, en nuestras casas, familias, amigos y empresas. Es más, todos en la vida hemos experimentado distintos niveles de depresión y ansiedad.

El escritor irlandés del siglo XIX, Oscar Wilde, alguna vez dijo “la vida es demasiado importante como para tomársela en serio”. Tristemente, mucha gente transcurre su existencia en este mundo sin aprender a lidiar con estas conductas. Como si nunca se hubieran despertado de un mal sueño. Predestinados a esta supuesta realidad. Entonces, si tenemos claro que la depresión y la ansiedad erosionan ampliamente nuestra vida ¿Por qué no aprender a darles la batalla?

Tan solo un hábito

“La depresión y la ansiedad no son enfermedades que usted contrae o condiciones que padece. Estas no son más que hábitos, hábitos de llevar pensamientos negativos a su cabeza. Y, como cualquier hábito, usted puede alimentarlos o tratar de eliminarlos de su vida”, afirma el psicólogo PhD Joseph Luciani, autoridad mundial en estos temas. Recientemente, Luciani actualizó su principal obra Self Coaching: The powerful program to beat anxiety & depression en la que sostiene que cada persona tiene las herramientas y el coraje para superar estos rasgos característicos de la inseguridad.

Así pues, la depresión no es más que un hábito. Así de sencillo. Esta idea tiene un poder impresionante. Cuando entendemos la depresión o la ansiedad como enfermedades, sin querer, nos situamos en un callejón sin salida; como si nos hubiera dado cáncer o nos contagiáramos de algún virus, en donde poco o nada está en nuestras manos para salir adelante: ¡doctor cúreme de este mal! “Los pensamientos preceden los sentimientos. Usted es lo que piensa”, afirma Luciani. Entonces, como cualquier hábito, fumar, decir mentiras, leer, o hacer deporte, en algún momento las experiencias de su vida acostumbraron su mente a tener pensamientos negativos constantemente. ¡Lo que tiene que aprender es cómo sacarlos!

“Usualmente la gente me dice: '!estoy deprimido!' Y yo les contesto NO, usted no está deprimido, solo una parte suya lo está. La parte sana vino a visitarme. Igualmente, tampoco usted nació inseguro. Simplemente aprendió a serlo”, comenta el autor. Con esto, Luciani se refiere al hecho de que algunas personas están tan acostumbradas a su hábito que piensan que es todo en su vida. Estas ideas negativas gobiernan cada momento de la vida.

Por desgracia, muchos no aprenden nunca a vivir en forma distinta. Los pensamientos llegan a ser tan dañinos que la parte física se empieza a deteriorar. Es aquí cuando se desmoralizan y son los más escépticos en su recuperación. “Pero la esencia de los seres humanos es vivir más espontáneamente y en felicidad. Hace parte de nuestro código genético disfrutar la vida”, afirma.

Entonces, usted no necesita que lo curen, la palabra clave aquí no es curar sino cambiar. Self Coaching es un excelente título para un libro sobre depresión. Implica que usted debe comportarse como su propio “coach” ¡Su propio entrenador personal! Alguien que lo instruye y motiva diariamente para aprender a vivir mejor. ¿Cómo lograrlo?

La madre de todos los vicios

Piense en lo siguiente: ¿qué tan sólidas son realmente las bases de su propia confianza? Tómese su tiempo. Esta pregunta no es tan fácil de resolver. Viendo su vida en perspectiva, por ejemplo, ¿cuántas veces ha pretendido ser alguien que en el fondo no era? Bien, para Joseph Luciani, tanto la depresión como la ansiedad tienen una madre en común: la inseguridad. Como dos caras de una misma realidad. Cuando una está al frente, la otra permanece oculta en el fondo. “En los momentos en que por inseguridad nos sentimos vulnerables, la ansiedad y la depresión no son más que intentos desesperados por mantener el control”, explica.

No se acelere en su lectura. Analice cómo Luciani intenta explicar que en realidad la depresión y la ansiedad son mecanismos que ha creado el organismo para defenderse en momentos de inseguridad. “Desafortunadamente, en vez de una solución, estos se convierten en el problema mismo”, advierte. Por ejemplo, la ansiedad puede verse como una forma de lucha, de hiperactividad. Las personas con ansiedad no solo son conscientes sino hiperconscientes. De allí la preocupación, el pánico, y la angustia. Desde otro ángulo, la depresión no es más que tratar de pasar de largo los problemas, disminuyendo la energía. La fatiga, la falta de energía, y el aislamiento son sus fieles compañeras. Esta nos hace ver como criaturas paralizadas frente a los sucesos de la vida.

“Pero intentar controlar el mundo es una ilusión”, prosigue Luciani. Una ilusión fallida que acompaña a las personas que desconfían de sí mismas y del mundo que las rodea. Por duro que parezca, usted debe aceptar esta realidad. La adversidad hace parte de la condición humana. No está en sus manos que sus padres permanezcan vivos y sanos; ni la felicidad de sus hijos o que esa persona lo quiera. Tampoco tiene garantía de que la empresa a la que tanto esfuerzo le ha dedicado mañana se derrumbe. Perder ese puesto que lo hace sentir tan orgulloso o ver cómo la empresa familiar se liquida, son cosas que pasan y debe aprender a convivir con ellas.

“Si usted permite que la inseguridad gobierne su vida, entonces no espere tener vida”, sostiene el autor. Tratar de controlarlo todo, impone presiones insoportables para cualquier ser humano. Por supuesto, prever las cosas y luchar diariamente por sus propósitos es fundamental. Pero, según Luciani, hay mucho que aprender a aceptar y vivir con más espontaneidad el destino. Esto solo es posible cuando la confianza en sí mismo tiene bases sólidas.

Es el niño en usted quien habla

“No son los sucesos de la vida los que nos ponen de rodillas ante la depresión, sino la forma en que los afrontamos”, opina Luciani. Es decir, lo que para usted puede ser el fin del mundo, para otra persona resulta algo normal. Gente que continúa siendo feliz aun cuando pierde un brazo, un ser querido o la riqueza, son ejemplos vivos de que esto es posible.

Lo que sucede es que los seres humanos sentimos desde una perspectiva única y diferente cada situación, según las experiencias a lo largo de la vida. “Hace falta madurez para dejar de entender el mundo como una estufa caliente que está ahí para quemarlo”, ilustra este psicólogo.

Un mensaje para resaltar de este artículo es que sentimientos, como la depresión y la ansiedad, los compartimos todos. No hace falta vivir una depresión clínica (ampliamente destructiva) para experimentar lo que se considera una depresión normal. “Ya que no existen tales cosas como sociedades, hogares o padres perfectos, todos hemos vivido experiencias que afectan nuestra seguridad”, explica el autor. Por esta razón, Luciani sostiene que en distintas facetas de la vida, cargadas de estos sentimientos, es nuestro yo infantil el que se manifiesta.

Existen mil formas de tratar de controlar el mundo, y usted se puede sorprender con la variedad de comportamientos depresivos que no son visibles a simple vista. Aquel ejecutivo que se cataloga con orgullo como un ¡workaholic! en el fondo tiene fuertes problemas de seguridad. También los perfeccionistas, aquellos que se obsesionan por su físico, los que no son capaces de decir NO, nunca, quienes cambian de personalidad constantemente o los que responden siempre con la misma moneda a los demás.

Todas estas son conductas para tratar de ganar control. “Lo triste es que en medio de la inseguridad la gente no goza ni aprende del éxito”, afirma Luciani. Como la confianza no tiene raíces fuertes siempre requerirán de más y más.

Entonces, ¿Qué podemos hacer?

Siendo la depresión un hábito, es claro que la solución tiene que ver con la calidad de nuestros pensamientos. “Pensar sanamente es una elección”, sostiene con firmeza el autor. Véalo de la siguiente manera: constantemente estamos hablando con nosotros mismos, sin darnos cuenta de que, mientras una parte habla, la otra escucha y cree en lo que decimos. Si su mente le repite diariamente ¡no voy a ser capaz! ¡Qué mala suerte tengo! Esto es lo que su corazón va a creer.

Según Luciani, es inevitable que nos lleguen pensamientos negativos de tanto en tanto. Son como pequeños estallidos que saltan a su cabeza en medio de un trancón o antes de dormir. Pero si bien no podemos controlar que llegue el primero, SÍ está en nuestras manos detener el segundo, el tercero, el cuarto y el quinto pensamiento negativo.

La depresión puede entenderse como una hoguera. El chispazo inicial es ese primer pensamiento. De ahí en adelante, qué tan fuerte sea, depende de qué tanta leña usted le eche. El modelo de Luciani para contrarrestar estos malos pensamientos parte de tres pasos. En la primera fase usted debe aprender a valorar la veracidad de lo que piensa. Las personas depresivas tienden a agrandar los problemas, ver el vaso medio vacío y ser pesimistas. Entonces, lo primero que debe hacer es cuestionarse honestamente ¿qué tan real es lo que estoy pensando? Compare sus pensamientos con hechos reales de la vida diaria. Pida que alguien más le dé su opinión y créale.

La segunda fase consiste en aprender a atajar los malos pensamientos. “Piense que su mente es como la radio. Si por momentos le llegan pensamientos depresivos cambie de emisora, sintonice algo más relajante”, ilustra Luciani. Es un rasgo característico de la depresión estar más pendiente del futuro y del pasado que del mismo presente. Traer al día de hoy catástrofes del ayer y el mañana. Pero usted no tiene por qué estar rumiando estos malos pensamientos todo el día. Es posible elegir.

En una tercera fase, Luciani aconseja aprender a dejar pasar las cosas. Imprimirle frescura a la vida. Recuerde: el mundo no es una estufa caliente que está ahí para quemarlo. Depende de cómo usted afronte los sucesos es como realmente se va a sentir. Mucha gente piensa, ¿si tan solo tuviera ese mejor puesto, ese aumento que tanto anhelo, conseguir el amor de mis sueños o ese carro último modelo? Entonces piensan que su confianza tendría suelo fértil. Pero esto es una ilusión. Solo con la madurez con la que afronte el día a día aprenderá a vivir más espontáneamente el presente.

Sentir de verdad

Para Luciani, estos tres componentes de su modelo que buscan ganarle la batalla a la depresión y a la ansiedad deben entenderse como un entrenamiento. “La confianza en sí mismo es como un músculo que usted debe ejercitar”, explica. Como cuando va al gimnasio: no espere tener resultados en una semana. Eliminar ese mal hábito que lo ha acompañado toda su vida no es una tarea fácil. Pero tampoco imposible. No hay nada malo en usted, nunca lo hubo. Según Luciani, si es persistente, tarde o temprano vivir mejor se convertirá en algo que fluya naturalmente.

Es importante aclarar que este autor no pretende reemplazar el apoyo de profesionales e incluso de medicación en momentos críticos. “Sin embargo, de nada sirven los medicamentos cuando los problemas de fondo no se solucionan”, sostiene. También Lencioni reconoce que ciertas depresiones son causadas por aspectos físicos, que van más allá de los hábitos, como por ejemplo las consecuencias del alcohol, las drogas o ciertos rasgos hereditarios.

En la película Un ángel enamorado de 1998, el protagonista Seth (Nicolas Cage) es un ángel que decide hacerse mortal por el amor de Maggie (Meg Ryan). Cuando cae a la tierra, experimenta la vida por primera vez. El aire, los besos, el sabor de una pera y hasta el dolor de los golpes. Y en su cara es posible ver cuánto disfruta cada momento. Tal vez el problema con la depresión finalmente es que pensamos mucho las cosas, y no vivimos y sentimos cada minuto. Esta no es una tarea fácil, pero es una en la que debemos trabajar a diario. Ya lo dijo Oscar Wilde, “la vida es demasiado importante como para tomársela tan en serio”.


Autor: Carlos Andrés Vanegas
Para la sección Manegement de la Revista Dinero 

2 comentarios:

  1. Definitivamente debemos cambiar nuestra forma de pensar, para que cambie nuestra vida, somos lo que pensamos, somos lo que hablamos. Debemos descubrir el poder de nuestros pensamientos y nuestras palabras, debemos dejar el pasado atrás y desarrollar una imagen propia sana, vivir para dar y decidir ser feliz, eso está en nuestras manos.

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    1. ASI ES TIENES TODA LA RAZON SOMOS LO QUE PENSAMOS Y SI LO QUE PENSAMOS TODO ES NEGATIVO, ASI NOS IRA EN LA VIDA, YO ANTES PENSABA MAS NEGATIVAMENTE Y SIEMPRE ESTABA ALTERADA Y ESTRESADAM UNA COMPAÑERA DE TRABAJO ME ENSEÑO A PENSAR MAS POSITIVAMENTE, NO DIGO QUE ALGUNA VEZ PIENSE COSAS NEGATIVAS, PERO LA VERDAD, ES QUE LO CONTROLO UN POCO MEJOR Y SINCERAMENTE, ME SIENTO MEJOR, MUY BUEN ARTICULO CARLOS.

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