viernes, 25 de mayo de 2012

Hoy conocí a Don Ricardo Figueroa

En cada esquina es posible encontrar las más hermosas historias de amor.

Uno nunca sabe en que puede terminar un tinto en una cálida mañana bogotana. Hoy viernes 25 de Mayo de 2012 a eso de las 10:00 a.m. estaba en el Surtimax de la 134 abajito de la Autopista. En esas tengo la oportunidad de sonreírle a un señor que se había sentado a mi lado. Su mirada reflejaba nostalgia y alegría al mismo tiempo. Bigote tradicional para un señor de su edad. Sonrisa bonachona… pero sobre todo una calidez humana hipnotizante. Lo que arrancó como una conversación casual a eso de las 10 de la mañana, se alargó por más de dos horas, prácticamente casi me deja sin almorzar. Aquí algunas apartes de su bella historia.

Aunque para ese momento no sabía su nombre Don Ricardo me cuenta que hace poco más de dos décadas la 134 era totalmente distinta. Al parecer el lote de Surtimax era una fábrica de muebles. Todo eran terrenos desocupados cuando hace 25 años Don Ricardo llegó con su familia a vivir en ese lugar. Don Ricardo habla con energía sobre su vida. Cuenta que antes solía vivir en el Restrepo cerca a la empresa de su vida Tubos Muran. Arrancó allí como celador luego de prestar el servicio militar. Pero a los 5 años vieron su potencial y lo nombraron supervisor.

Este señor le entregó toda su vida laboral a esa empresa. Asegura que cuando lo nombraron supervisor era una tarea extenuante porque muchas veces tenía que lidiar con borrachos. Pero poco a poco se iban entendiendo. Entonces le pregunté ¿qué había pasado con la empresa?... y se le soltó el mal genio. Como es usual los nietos del fundador la habían despilfarrado. Afortunadamente esto fue después que Don Ricardo saliera de allí. Gracias a una ley del gobierno de Lleras Restrepo pudo ganar su pensión a los 55 años y fue cuando se fue a vivir a la 134.

Don Ricardo es del pequeño municipio boyacense Togüí en los límites con Santander. Dice que es cerca a Barbosa entonces yo me imagino que es de clima calientico. Quise saber si tenía problemas de violencia entonces Don Ricardo arranca con una historia fabulosa. Gracias a Dios hoy Togüí no tiene problemas con güerilla, ni paras, pero cuenta Don Ricardo que en la época de liberales y conservadores la cosa era a otro precio.

Aunque Togüí siempre había sido eminentemente liberal el abuelo de Don Ricardo era un patriarca conservador. Don Gumercindo era su abuelo materno. Por mucho tiempo quisieron darle de baja los liberales de la época. Pero solo pudieron lograr su objetivo comprando a su mejor amigo Tobías. En una tarde los citaron en las afueras del pueblo y Gumercindo fue confiado. Pero entonces su mejor amigo se retrasa y le dispara por la espalda. Un joven que presenció el evento asegura que Gumercindo se alcanzó a voltear y le dijo a la cara “me mataste Tobías”. Al final Don Ricardo cuenta que a Tobías “le pasó como a Judas”. Fue tal el remordimiento de matar a su mejor amigo que lo encontraron colgado del cuello al poco tiempo.

En ese momento Don Ricardo hace un alto en el camino. Retoma el aliento para una nueva tanda de historias. Lamentablemente durante años fue un fumador compulsivo lo cual sumado al polvo de la fábrica le ocasionó daños a sus pulmones. Todas las mañanas Don Ricardo tiene que aplicar 4 horas de oxigeno por unas zondas en su nariz antes de salir a caminar al Surtimax de la 134. En el 2008 sufrió una fuerte recaída y me cuenta que alcanzó a llegar con las manos pálidas al hospital.     

El amor tiene nombre propio

Poco a poco Don Ricardo me va permitiendo entrar en los fabulosos pasajes de su vida. De palabra en palabra va reluciendo las razones de sus ojos llenos de nostalgia. Así arranca la historia del amor de su vida. La razón de la vida de Don Ricardo tiene nombre propio: su amada Isabel. De la pequeña ciudad de Moniquirá Doña Isabel cautivó el corazón del joven Ricardo, literalmente en el primer instante, como una flecha en su corazón. Solo había un problema, comenta Don Ricardo, “desde el primer día ella me gustó, pero yo no a ella”

Hoy Don Ricardo es un hombre con tres hijos, 12 nietos y 4 bisnietos (dos hombres y dos mujeres). La cómplice en este proyecto fue Doña Isabel. Pero conquistar su corazón no fue una tarea fácil de lograr. La primera vez que se conocieron en Moniquirá ella ni se inmutó. Descorazonado Don Ricardo regresó a seguir prestando su servicio militar en Bogotá. Con el tiempo renovó su corazón de energías. Para ese entonces él se ganaba unos pesos extras escribiendo cartas de amor para las novias de sus compañeros. Y entonces pensó ¿por qué no enviarle una a su amada Isabel? Escribió la mejor de sus cartas pero luego de varias semanas ninguna respuesta recibió.       
      
Entonces a los tres meses exactos recibió una pequeña nota de Doña Isabel. Esta pequeña nota decía “en espera de respuesta”. Así arrancó una maravillosa historia de amor. Por más de 8 meses se escribieron cartas una tras otra. Para explicarse mejor Don Ricardo me dijo “como si fueran llamadas a celular hoy día”. Llegó el punto que estaba preparado para pedir su mano al padre de Doña Isabel. El problema era que no tenía ningún capital que mostrar.

Fue cuando don Ricardo fue tocar las puertas en Tubos Muran y en esta bella historia le dieron la oportunidad. Alquiló un cuartico y como gran cosa compró un pequeño radio. “En esa época tener un radio era todo un lujo” me dijo Don Ricardo. A los 25 años de edad (pues solo tenían dos meses de diferencia) Don Ricardo y Doña Isabel se casaron.

Así permanecieron juntos los siguientes 52 años de su vida. Juntos el uno para el otro. Solo la muerte de Doña Isabel pudo separarlos.

Doña Isabel era una mujer fuerte y elegante. No quiero contar la historia de su enfermedad. Solo quiero contar que tuvo fortaleza hasta el último día de su vida el 14 de Mayo de 2010. Ella nunca quiso ser una carga para nadie. Ese día se sintió mal y ella misma fue por un taxi. Y aunque iba acompañada se les murió en el camino. Simplemente se quedo dormidita en el trayecto.

No todos los días uno tiene la oportunidad de conversar con alguien que ha perdido la compañera de su vida por 52 años. Y en esto Don Ricardo no miente por un segundo. Él se siente totalmente triste y solo de haber perdido a su gran aliada. 52 años de plena felicidad. “Siempre que la veía le daba un gran beso en la boca. En la calle siempre caminábamos de la mano, y aunque tuvimos nuestros problemas siempre salimos adelante”, comenta Don Ricardo.      

En los últimos años de la enfermedad doña Isabel vivía muy triste por ni siquiera poder ayudarle a Don Ricardo a cocinar. Pero en esos momentos él la miraba a los ojos y le decía “viejita tu ya me entregaste tu vida entera, déjame cuidarte este tiempo con todo mi amor”

Mil Gracias a Don Ricardo por las horas que me regaló esta mañana. Carlos Andrés. 
  

  

2 comentarios:

  1. Linda historia la de Don Ricardo, me recuerda también a mi padre cuando nos contaba como se conoció con mi mamá, su empleo...Ojalá los matrimonios de hoy en día durarán para siempre como hace años, como el de Don Ricardo o el de mis padres, donde la palabra dicha era un tesoro, se hacían negociaciones de palabra; pero hoy en día se han perdido esos valores...

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  2. Beatriz González28 de mayo de 2012, 16:54

    Que linda historia.!!
    Felicidades Carlos, todos tenemos historias impresionantes pero muy pocas veces sabemos detenernos,escuchar y valorar esos detalles..

    Yo tengo la gran dicha de contar aún con mis abuelitos quienes tienen una historia de Amor INCREIBLE..!! yo les tengo envidia de la buena y muchos deseos de tener un día una gran historia de Amor para contar..

    Felicitaciones Carlos..!!

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