Cuando una pareja de esposos se lanza
a la aventura del emprendimiento, algo mágico sucede. En este desafío son
tantas las amenazas como las oportunidades. ¿Cómo mantener la relación mientras
la empresa sale adelante?
“Y prometo serte fiel tanto en la prosperidad como en la adversidad, en
la salud como en la enfermedad, amándote y respetándote durante toda mi vida”.
Viéndolo en perspectiva, el matrimonio es una empresa que arranca con el mejor
de los discursos. Tal como dice Mario Benedetti en su poema Hagamos un trato, “compañera
usted sabe que puede contar conmigo, no hasta dos o hasta diez, sino contar
conmigo”.
Sin embargo, como toda empresa, el matrimonio está lleno de
dificultades, alegrías y obstáculos por superar. Ya de por sí aprender a vivir juntos, hombre y mujer, es un negocio que
muchas veces entra en bancarrota. Es por esto que es tan valerosa la
actitud de algunas parejas que se lanzan a un desafío adicional. Aquellas
parejas que deciden, por circunstancias de la vida, cristalizar esa noción de
matrimonio como empresa y se lanzan juntos a crear su propio negocio.
De las distintas facetas del emprendimiento, la de una pareja tratando
de salir adelante es tal vez la más hermosa. Es juntar amor y negocios. Muchos
colombianos crecimos con esta imagen. Como dos pepas que atrapan todo, los ojos
de los niños ven a sus padres llegar a casa luego de duras luchas en el
negocio.
Crear una empresa y una relación que apenas florece tienen un
sentimiento en común: están cargadas de ilusión. Y de aquí el título de este
artículo.
Pero por otra parte muchos ojos de niños colombianos también han visto
el matrimonio de sus padres fracasar por cuenta del dinero. Han visto cómo sus
padres se gritan ¡la empresa es todo gracias a mí! o ¡yo soy quien lo(a)
mantengo!
Y en esto hay que ser muy francos: crear una empresa en pareja puede
representar el trabajo de sus sueños pero también la peor de sus pesadillas.
¿Cómo extraer lo mejor de esta experiencia y no quebrar la relación en el
intento?
No están solos
Para muchos, la idea puede resultar un chiste, ¿uuuy no me diga, usted
trabaja con su esposa(o)? ¡Nosotros nos mataríamos! No obstante, el
emprendimiento en pareja es una tendencia que crece como espuma en los tiempos
modernos. Incluso, en la literatura en inglés se ha establecido el término de
"co-preneurs" para identificar las características muy particulares
que viven estos emprendedores.
Se estima que en Estados Unidos los emprendimientos de esposos representan
el 52% de las empresas medianas y pequeñas, en un país donde el 85% del empleo
lo genera este segmento del empresariado. Pero esta tendencia crece año a año,
por cuenta de un mayor deseo social de trabajar en lo propio, la inestabilidad
laboral, el ascenso de la mujer empresaria y la explosión del emprendimiento en
la adultez.
Como referencia, entre los mejores libros que se han publicado
recientemente sobre el tema están Sleeping
with your business partner de la pareja de empresarios Becky Stewart y
Michael Gross y Couplepreneurs de la
consultora Jean Charles. Además, están los más clásicos Entrepreneurial Couples de la reconocida psicóloga Kathy Marshack y
Couples at Work de la autora Janet
James. La clave de estos estudios es descubrir cómo, para algunas relaciones,
trabajar juntos fluye naturalmente, mientras para otras resulta un proceso
tortuoso.
Ser cómplices
Así como en la vida existen emprendimiento en pareja de todos los
colores, tallas y sabores. Están aquellas parejas que apoyan como pueden desde
su trabajo, trasnochándose y en la madrugada, la empresa que está arrancando su
pareja, mientras agarra impulso para mantener a la familia. Otra referencia son
los recién jubilados, quienes ya no piensan en descansar el resto de sus vidas,
sino más bien ven en esta experiencia la mejor forma de juntar sus aspiraciones
personales y profesionales.
Esto de ilusión, amor y negocios no es solo un título rosa. Cuando uno
está parado en una empresa que ha sido forjada por un matrimonio, eso se
siente. Basta con ver los detalles propios de cualquier hogar. Un ejemplo
perfecto es Crepes & Waffles, que arrancó como un sueño de un par de
jóvenes universitarios, Beatriz Fernández y Eduardo Macías, con su primer
restaurante en 1980. Como esta empresa, el país está lleno de ejemplos para
mostrar.
Doble premio, doble frustración. Para una pareja de empresarios que
triunfan, la dicha es doble, personal y emocional, pero la frustración también
es igualmente doble al ver que algo que arrancó con tanta ilusión se convierta
en una dolorosa experiencia.
Como pobre colina
Ojo con lo que sigue. Si usted está evaluando junto a su pareja lanzarse
a la aventura de crear empresa, existe una pregunta que deben contestar con la
mayor objetividad. Esta pregunta va mucho más allá del talento empresarial.
Basta con preguntarse muy concretamente ¿realmente queremos pasar tanto tiempo
juntos? Los expertos en la materia aseguran que no todas las parejas tienen la
madera para triunfar en este rumbo. Recuerden, el emprendimiento es una trocha
con destinos impredecibles.
“Muchas parejas son excelentes en la cama, socialmente y con sus hijos,
saben comunicarse y han establecido un matrimonio sólido, pero aun así no están
hechos para crear empresa juntos”, aseguran los autores Stewart y Gross.
Todos tenemos nuestros momentos. En su poema Estados de ánimo, Benedetti
afirma “unas veces me siento como pobre colina y otras como montaña de cumbres
repetidas” Es decir, pregúntese tantas veces como pueda ¿realmente queremos
pasar tanto tiempo juntos? ¿24 horas al día, 7 días a la semana durante 12
meses al año?
Como seres humanos todos necesitamos nuestros espacios, nuestra
intimidad. Esos pequeños secretos, bailar en el espejo, amigos, un vinito, un
libro, oír esa canción y, en general, una vida propia.
Piense en eso porque según algunos autores es una tarea infructuosa,
para el caso del emprendimiento en pareja, tratar de alcanzar ese llamado
balance entre lo personal, profesional y familiar.
En repetidas entrevistas las parejas de emprendedores hablan de algo
distinto al balance. Más que límites lo que existe acá es una amalgama de
sensaciones. ¡Cuando hay que metérsela toda al negocio, toca! El objetivo, más
bien, es ir acomodando tareas y aprender a asignar prioridades en la marcha.
¡Cuando el tema son los hijos, son los hijos!
Los besos no son contratos
Se le atribuye a Jorge Luis Borges aquella poesía que dice “después de
un tiempo uno aprende la sutil diferencia entre sostener una mano y encadenar
un alma; que el amor no significa acostarse, y uno empieza a comprender...que
los besos no son contratos...”.
Con este abrebocas entremos en el ejercicio de mirar las dificultades
particulares de los emprendedores en pareja, solo para verificar qué tan
seguros están de su decisión. Según la literatura, los “co-preneurs”
experimentan una telaraña de sensaciones que son fuente de gran tensión.
La primera de ellas, que tal vez no es tan palpable, es que suelen
limitar sus ingresos a una única fuente. Con un solo salario, la relación y el
dinero para el diario están en juego. Allí es cuando la pareja empieza a ver la
empresa como su “salvación” y se llenan de estrés.
Y aunque los besos no son
contratos para algunas parejas no existe tema de conversación distinto a la
empresa. En la cama, en la cocina, en el baño... el dinero empieza a ganarle
terreno al amor. Algunos matrimonios establecen pautas al respecto: ¡después de
la 7:00 p.m. cambiamos de tema! o ¡las vacaciones no son negociables! Esto es
sin duda positivo.
Por otra parte, si en la vida familiar es duro asignar tareas y hacerlas
cumplir, en la empresarial esto es crucial. A veces es duro pedirle cuentas a
su socio cuando este amaneció a su lado en la mañana. Además, digamos que Dios
no nos dotó a todos con las mismas capacidades “empresariales”. Tampoco todos
tenemos la misma experiencia en los negocios. Esto es fuente de dificultades
diarias.
Las guerras de egos, que la vida empresarial suele alimentar, pueden
deteriorar mucho una relación. Por otra parte el trabajo, además de ser una
fuente de ingresos, es un vehículo de realización personal y social. Y en esto
no todas las personas se sienten cómodas compartiendo esos espacios.
“Con el tiempo aprendes que las palabras dichas en un momento de ira
pueden seguir lastimando a quien heriste, durante toda la vida”, es otra línea
del poema de Borges.
Táctica y estrategia
Afortunadamente existen pautas y comportamientos que son claves en el
proceso del emprendimiento. Lograr hacer triunfar una empresa es una tarea tan
ardua que le va a ayudar a entender realmente con quién se casó. Puede
descubrir incluso capacidades que no conocía en su pareja. ¡Nunca me imaginé
que fuera un buen comerciante! o ¡es realmente una persona organizada en el
trabajo! Lo que más se necesita en una empresa es la confianza y, ¿en quién
puede uno confiar más si no es en el esposo(a)?
En estos contextos es cuando la empresa incluso fortalece el matrimonio.
Hombres y mujeres tenemos distintas formas de ver el mundo. Suele pasar
que los hombres sean grandes soñadores, desorganizados, pero soñadores. Se dice
también que las mujeres están pendientes de los detalles, tercas, pero
ejecutoras. Esta es una combinación poderosa. En su libro Entrepreneurial Couples, la psicóloga Kathy Marshack sostiene que
las parejas de empresarios pueden sacar jugo de sus “diferencias”.
Es decir, hágale caso a Benedetti en su poema Táctica y estrategia: “Mi
táctica es mirarte, aprender cómo sos, quererte como sos. Mi táctica es
hablarte y escucharte, construir con palabras un puente indestructible...”
Comunicar, comunicar, comunicar...
Probablemente esté sobrediagnosticada la importancia de la comunicación
para el éxito de una pareja. Es evidente que, para el caso de las parejas de
empresarios, esta necesidad se haga más apremiante. Usted va a discutir sobre
el nombre de la empresa, el manejo de proveedores, el producto e inclusive
hasta del clima. Pero de todas las cosas que se puedan decir sobre aprender a
hablar y escuchar, aquí les tenemos una recomendación.
En su libro Couplepreneurs, la
autora Jean Charles sostiene que “no es la cantidad de discusiones la que
destruye una relación, excelentes relaciones discuten todo el tiempo, sino más
bien el tono con el que se habla”. Es por esto que siempre que esté en un
enfrentamiento verbal con su pareja debe preguntarse
¿Es más importante el resultado de esta discusión que la relación misma?
Esta es una pregunta sencilla pero poderosa, en medio del ardor de una pelea.
Es decir, ¿hasta qué punto puede llegar a dañar su relación con tal de salir
victorioso en una discusión?
Existe un problema con las parejas cuando están discutiendo temas de
negocios. Como se conocen tan bien, suelen predecir rápidamente lo que el otro
va a decir y como resultado la gente deja de escuchar. El común denominador, en
la mayoría de estos escritos, es rescatar el valor del respeto dentro y fuera
de la oficina.
“Ambas partes deben agregar valor al negocio, esto es fundamental. Pero
también cada aporte, y las competencias de cada cual, deben ser reconocidas y
respetada”, afirman los esposos Becky Stewart y Michael Gross. El respeto
también tiene que ver con saber defender el lugar de su pareja en la organización,
que sea visible para todos y en todas las circunstancias.
Las parejas de empresarios se pueden beneficiar mucho con pautas claras
de la buena gerencia. Aprendan a asignar labores en la empresa, y no olviden
que las responsabilidades en casa también son compartidas. Sean muy estrictos
con las proyecciones financieras, pues expectativas no cumplidas pueden crear
grandes discusiones. Cada cual debe asumir el rol de líder para compaginar
mejor la vida personal, profesional y familiar.
Aunque no existen estadísticas concretas sobre el porcentaje de negocios
en Colombia que son dirigidos por parejas de emprendedores, podemos asumir que
es muy alta. A los colombianos nos toca ser rebuscadores para darles un mejor
futuro a nuestros hijos. Sacar adelante una empresa entre los dos, gran parte
de las veces es la única alternativa.
Autor: Carlos Andrés Vanegas
Para la sección Management de la Revista Dinero