martes, 14 de febrero de 2012

Luz de la calle, oscuridad de la casa

El desequilibrio entre la vida personal y el trabajo es una de las principales causas de infelicidad para los ejecutivos y de dificultades en el mundo empresarial.


Usted tiene 25 años. Es el momento para dar su mayor esfuerzo y así podrá “disfrutar más de su vida personal en el futuro”. Mañana, tiene 35. Son los tiempos de mayor productividad, ¡ya habrá tiempo más tarde! Pronto, tiene 45 y se dará cuenta de que su familia y amigos lo han dejado atrás por haber aplazado siempre gozar su vida junto a ellos. “Uno tiene que atreverse a ser feliz en su vida personal ante todo. De no hacerlo, al final el sistema se lo cobra”, asegura José Vicente Pombo, reconocido experto con amplia trayectoria en gestión humana. Pocos ejecutivos reconocen esta realidad: para tener éxito en la vida privada se requiere el mismo empeño y dedicación que en la vida profesional.

Este es el argumento del profesor de la prestigiosa escuela de negocios Instituto de Empresa, Fernando Bartolomé, uno de los principales autores en el tema del equilibrio entre el trabajo y la vida privada. “La gente que pierde el presente está arriesgando la calidad de su futuro. Una vez que la vida personal se convierte más en una obligación que en un placer y una oportunidad, las personas siempre están buscando excusas para permanecer más tiempo del necesario en el trabajo”, afirma el autor español.

Compromiso de parte y parte

Encontrar este equilibro es un desafío tan grande que requiere el compromiso decidido de las empresas y los ejecutivos. Según Jaime Urquijo, director ejecutivo del Great Place to Work Institute, quien ha tenido la oportunidad de medirles el aceite a las prácticas de recursos humanos en distintas empresas en el país, “Colombia tiene un desarrollo muy incipiente a la hora de encontrar un equilibrio entre la vida personal y la vida laboral. Cuando se les pregunta a las empresas por el tema, inmediatamente piensan en horarios flexibles, cuando en países desarrollados este abarca aspectos mucho más amplios”.

Sin embargo, es entendible que la carga laboral sea la principal preocupación de los trabajadores del país a la hora de mejorar el equilibrio de sus vidas. “De las personas que entrevisto diariamente, el 99% asegura que no le alcanza el tiempo para cumplir sus obligaciones”, comenta Urquijo. Para las empresas “más horas de trabajo significa, en realidad, la necesidad de mayor planeación”, argumentan los autores Friedman, Christensen y DeGroot en su artículo clásico de HBR, El trabajo y la vida. Un tema sobre el cual, al parecer, las empresas nacionales no están haciendo la tarea.

La situación es delicada. Según un estudio del International Institute for Management Development, el promedio de horas trabajadas anuales de los colombianos está muy por encima del estándar mundial. Mientras en Colombia se trabajan 2.187 horas al año, el segundo más alto de la región luego de Chile con 2.256 horas, otros países como Argentina trabajan 2.097 horas, Brasil 1.899 y los europeos como Alemania y Francia cerca de 1.600 horas.

Por ello, un análisis del empeño de las compañías y la madurez de sus ejecutivos para afrontar este desafío, evidencia que la gerencia tiene grandes espacios para mejorar. Aquí no solo está en juego la productividad de las empresas, como lo muestran las cifras internacionales, sino lo que es peor, la felicidad de la gente. Es fundamental cambiar el paradigma en las empresas de que la vida y el trabajo son objetivos contrapuestos, pues se cree que cuando se gana en uno, se pierde en otro. Por supuesto, muchas empresas explotan a la gente y otros ejecutivos llegan a la cima sacrificándolo todo. Pero este no es el orden de las cosas. “Contrario a lo que se piensa, la vida de trabajo y del hogar son complementarias. Lo que sucede es que al no saberlas llevar, el éxito profesional se consigue a costa de la vida privada”, explica Bartolomé.

Por fortuna, tanto para las empresas como para los empleados, hay importantes recomendaciones para equilibrar mejor la vida y el trabajo. Ambos tienen buena parte de la responsabilidad del cambio que se requiere. Pero los mejores resultados se darán solo cuando el trabajo se realice en conjunto. “En ese momento, las empresas y sus empleados ganarán al conocer más de sí mismos, lo que hará crecer el compromiso”, expresa el texto El trabajo y la vida. ¿Cuáles son estas recomendaciones?

Prisioneros del éxito

Al respecto, el experto José Vicente Pombo tiene una visión muy particular del tema. “El equilibrio familiar no es un problema de las compañías. Es un problema de uno mismo, pues depende del estilo de trabajo, el liderazgo y las ambiciones de la gente”, sostiene. Para Pombo, hay dos tipos de personas: los luchadores a quienes les gusta el protagonismo y a los que no. “Ser luchador no es malo, todo lo contrario; pero muchas veces a estas personas se les olvida que a las relaciones familiares se les debe dar el mismo peso”, explica. En su trabajo como consultor de ejecutivos, Pombo sostiene que los luchadores llegan a su madurez en el momento en que dejan de ser protagonistas para convertirse en coach, formando y rodeándose del mejor talento en el cual pueden delegar parte de sus responsabilidades.

En su artículo El trabajo como excusa, cuando la vuelta a casa es todavía peor, Fernando Bartolomé se cuestiona el por qué adicciones como el alcoholismo o el tabaquismo son recriminadas y en cambio la adicción al trabajo (workholism) suele ser un indicativo de vigor y protección profesional para las empresas y la sociedad. Luego de estudiar a más de 3.000 ejecutivos por todo el mundo, Bartolomé concluye que estos “prisioneros del éxito” terminan por quemarse tarde o temprano. “Por más que a una persona le apasione lo que hace, tener demasiado trabajo al final termina por destruir el placer”, sostiene.

Muchas veces, llevados por su ambición, los ejecutivos aceptan puestos que están por encima de sus capacidades, lo cual genera fuerte tensión y miedo al fracaso. Por ejemplo, pasa con frecuencia en algunos sectores como consultoría o banca de inversión, que los ejecutivos jóvenes soportan gran cantidad de trabajo por las oportunidades que les dan en estas firmas. De alguna forma, mucha gente está tentada a “vender su libertad”. Por esto, Gustavo González Couture, profesor titular de la Facultad de Administración de la Universidad de los Andes, ha identificado la importancia de promover en sus cursos de gestión actividades como el deporte y los pasatiempos, además de las amistades.

La parte negativa siempre va a ser mayor que los beneficios para los ejecutivos que exageran en el trabajo. Lamentablemente, estos “luchadores en la jungla” incluso suelen ser excluidos por sus mismos compañeros. Esto puede llevarlos a disimular que la vida profesional es el aspecto más importante de su vida frente a los demás, como descubrieron Friedman, Christensen y DeGroot. Pero las horas de trabajo solo son una parte del problema. Fernando Bartolomé sostiene que “las personas que no están contentas con lo que hacen, por más horas que tengan disponibles, no se van a sentir bien. De hecho, el trabajo puede ser vigorizante si se sabe manejar”, asegura. Así, el gran desafío para los ejecutivos es entender que no es fácil llenar los distintos aspectos de la vida, pues incluso en los temas familiares la gente no se suele preparar.

El aporte de las empresas

Aunque la responsabilidad para encontrar un equilibrio en la vida es de las personas, las empresas pueden facilitar el proceso o simplemente hacerlo imposible. En este tema, las compañías tienen una gran cantidad de alternativas, como lo expresa Jaime Urquijo, que van desde salarios flexibles pero que incluyen lugares de trabajo alternativos, evaluaciones de acuerdo con la calidad del trabajo y no con las horas trabajadas, programas de capacitación en el uso del tiempo, proyectos de recreación y, en general, todo aquello en favor de la vida de las personas. Como estos programas deben tener en cuenta los intereses particulares y las características de los empleados para tener éxito, aquí la innovación no tiene fronteras. Sin embargo, empezar por la simple tarea de que la gerencia envíe un mensaje directo para alentar genuinamente a sus colaboradores a equilibrar su vida personal y romper con el paradigma de que muchas horas de trabajo son muestras de ambición bien vistas, puede tener los mayores resultados.

Los directivos deben dar el ejemplo y empujar a su gente a que se enfoque no solo en su vida laboral. “El equilibrio ideal no es una fórmula matemática”, argumenta María Cristina Armenta, directora regional de gestión humana de Pfizer. Esta compañía inició hace dos años la campaña Vivir mejor, luego de un proceso en el que se enfocó en entender el significado del equilibrio en la vida. A partir de allí, descubrió que el equilibrio solo es posible al tener satisfacción en cuatro cuadrantes: la vida personal, social, familiar y laboral. Pfizer le respeta a cada persona la importancia que le asigne a cada uno de estos mundos. “Por ejemplo, un joven puede estar más interesado en el campo laboral, lo que es normal, mientras que los mayores empiezan a pensar en su familia”, dice María Cristina. Luego de crear conciencia sobre el tema, Pfizer se preguntó qué podía aportar para que las personas cumplieran una serie de metas propuestas en cada uno de sus cuadrantes. Entonces implementó estrategias como horarios flexibles, técnicas de manejo del estrés y efectividad de las reuniones, uso del correo electrónico, compensaciones en descanso por exceso en viajes y en este momento hace la evaluación completa de sus procesos.

Aunque es difícil identificar compañías nacionales con programas tan estructurados de equilibrio entre vida y trabajo, ya hay algunas que están empezando a marcar el camino. Por ejemplo, en su momento Meals de Colombia desarrolló un programa digno de estudio. Esta empresa parte del principio de que sus colaboradores se cuestionen el sentido de sus vidas desde una concepción humana y luego traten de compaginar estos objetivos con los objetivos de la empresa. En Meals, por ejemplo, nadie puede trabajar luego de las 5 p.m. “La gente tiene que ir a vivir sus otras dimensiones. Si lo hace, regresará dispuesta a aportar”, argumentó en entrevista Mario Alberto Niño, presidente de la compañía. Este programa se complementa de una serie de beneficios en salud, recreación y educación, entre otros aspectos.

Las cartas están sobre la mesa. Lo importante es reconocer que los ejecutivos deben cambiar su forma de pensar y actuar, y que las empresas son las grandes facilitadoras a partir del diálogo, la innovación y la experimentación.

Autor: Carlos Andrés Vanegas
Para la sección Manegement de la Revista Dinero

1 comentario:

  1. La felicidad es, sin duda una de las preocupaciones de la humanidad desde siempre, hacemos poco por ella, pues al igual que cualquier otra empresa requiere, trabajo, dedicación, compromiso, constancia. Dentro del concepto de Responsabilidad Social esta el compromiso de la empresa por sus empleados, en lograr un buen equilibrio entre sueldos, descanso, educación, oportunidades, etc. La responsabilidad social empieza por casa.

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