Aunque pocas veces relacionamos estos
dos términos, para John Quelch y Katherine Jocz, profesores de Harvard, son
fundamentales el uno y el otro para que puedan operar en beneficio de la
sociedad.
En
alguna ocasión el presidente norteamericano Franklin D. Roosvelt aseguró que si
pudiera entregarle un libro a cada habitante ruso, este sería el catálogo de la
cadena Sears Roebuck. Aunque Roosvelt se refería a dos modelos económicos
distintos, en el fondo, también relacionó dos conceptos aparentemente esquivos.
En
su libro clásico Capitalism, Socialism,
and Democracy (1942) el economista austriaco Joseph Schumpeter definió la
democracia “como un mercado político para escoger líderes”.
Curiosamente,
aun cuando en el mundo moderno el ejercicio de la democracia y el mercadeo
están íntimamente ligados, muy pocos escritos estudian en detalle la forma en
que se relacionan. Incluso, algunas comparaciones entre la democracia y el mercadeo
podrían parecer odiosas. ¿Qué tiene que ver el mercadeo con la democracia?
¿Cómo hacer su relación más promisoria?
“Aunque
la práctica del mercadeo está lejos de ser perfecta; a pesar de sus vicios, las
sociedades requieren no menos, sino más y mejor mercadeo para fortalecer su
democracia” argumentan los profesores de la Escuela de negocios de Harvard,
John Quelch y Katherine Jocz, en su libro Greater
Good: How Good Marketing Makes for Better Democracy.
Para
estos autores, paradójicamente, la gente de mercadeo no es buena en mercadear
el valor social de su profesión. Con dicho libro, Quelch y Jocz se proponen
defender esta actividad de las crecientes críticas al mercadeo por sus excesos
y vicios, sin desconocer que hay mucho por mejorar.
En
su libro clásico de 1934, The Marketing
Institution, Ralph F. Breyer dijo que “el mercadeo no debería ser visto
como un vehículo para obtener utilidades. Todo lo contrario, desde una
perspectiva más amplia, el mercadeo es un instrumento para alcanzar fines
sociales”.
En
esencia, los profesores Quelch y Jocz argumentan que, tanto la democracia como
el mercadeo buscan el mismo objetivo: mejorar
la calidad de vida de la gente.
Aseguran
que la pregunta clásica de si las economías de mercado y las democracias se
fortalecen mutuamente también se puede aplicar al mercadeo. Es evidente como,
en economías centralizadas, el mercadeo tiene fuertes limitaciones para crecer.
Por
supuesto, no se pueden ocultar muchos efectos nocivos del mercadeo en la
sociedad. Suele suceder, aseguran los profesores Quelch y Jocz, que discrepancias
en información les permiten a oferentes maltratar y engañar a sus consumidores.
Exponen,
por ejemplo, el caso del tabaco en los países en desarrollo. “Estudios muestran
que en países como Bulgaria, Egipto y Nepal el consumo de tabaco puede
representar hasta el 5% del promedio familiar”, consignan los autores.
Esto
sin mencionar casos extremos como el contenido sexual en la publicidad o los
efectos de una sociedad de consumo para las nuevas generaciones. Desde el punto
de vista netamente político, en efecto el mercadeo puede debilitar la
democracia cuando unos pocos controlan grandes presupuestos en publicidad.
El valor de la información
Sin
embargo, según los profesores Quelch y Jocz no se puede desconocer el rol
informativo del mercadeo en los procesos democráticos. “Antes de la televisión
y la radio, los electores solo tenían acceso a la clase política por medios
escritos”, argumentan. Este es el eje central de su argumento.
El
mercadeo es una fuente invaluable de información que, bien manejada, es
crucial, tanto para la práctica misma del mercadeo como para el buen funcionamiento
de las democracias. Además, estos autores argumentan que “tal vez, la avalancha
de críticas al mercadeo subestiman el criterio de los consumidores”.
El
ícono de la publicidad, David Ogilvy, alguna vez planteó “no podemos pensar que
los consumidores son tan tontos. Uno de ellos es su esposa”. Miles de millones
de transacciones, día a día, entre oferentes y demandantes, son el mejor
soporte para estos autores en cuanto a la importancia del mercadeo en la
sociedad moderna.
En
su libro, los profesores John Quelch y Katherine Jocz exponen un modelo sobre
cómo fortalecer la relación entre el mercadeo y la democracia. Gran parte de
los aciertos y dificultades son comunes en ambos mundos. En la vida
empresarial, la mayoría de empresas ha aprendido que no es de su interés para
sobrevivir en el largo plazo engañar a sus consumidores.
Esto
también se puede aplicar a la política. El modelo de Quelch y Jocz consiste en
un correcto uso de las siguientes variables, comunes tanto para la democracia
como para el mercadeo: el intercambio, el consumo, la capacidad de escoger, la
información, el empoderamiento y la inclusión.
En
cada una de estas facetas se puede contribuir socialmente o causar daño. Por
ejemplo, si bien algunas teorías modernas en economía relacionan directamente
la rapidez con la que fluye la información con el crecimiento económico, en el
mundo moderno cada vez se hace más intenso el debate sobre la cantidad de
información que acumula el mundo empresarial y los gobiernos. El consumo, un
propósito central, tanto para las democracias como el mercadeo, mejorar la
calidad de vida de la gente puede llegar a ser nocivo cuando se lleva a un
límite.
La
idea es que, tanto el mercadeo como la democracia pueden encontrar rutas para
crecer mutuamente. El caso de Estados Unidos, por ejemplo, es el de un país que
en el siglo pasado disminuyó sus tasas de participación en los procesos
electorales. Esto, argumentan los autores, “por falta de diversidad y la
carencia de partidos pequeños con perspectivas distintas”.
En
cambio, la vida empresarial es mucho más incluyente en este aspecto. Tanto la
política como las empresas vienen descubriendo el valor de realmente incorporar
a la gente a sus operaciones.
“No
todo el mercadeo es bueno, pero el buen mercadeo realmente puede hacer la
diferencia”, es la conclusión de los profesores John Quelch y Katherine Jocz.
En años recientes, muchos gobiernos han aprendido a utilizar el mercadeo para
fortalecer su ejercicio democrático, promocionando sus programas y hasta
mejorando la imagen de un país a escala internacional. También el mercadeo se
puede utilizar para fines totalmente opuestos. Lo importante para Quelch y Jocz
es que los profesionales en mercadeo deben cuestionar el impacto de su trabajo
en la sociedad.
Autor:
Carlos Andrés Vanegas
Para la sección
Management de la Revista Dinero
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