Para el emprendedor y científico Jeffrey M. Stibel, internet adquiere rápidamente las características de un cerebro con inteligencia propia.
En 2004,
tan solo unas semanas antes de que Google hiciera su primera oferta pública de
acciones, sus fundadores, Larry Page y Sergey Brin, cometieron un error casi
ingenuo. Por esos días decidieron conceder una entrevista a la revista Playboy,
lo cual es prohibido por la Securities and Exchange Commission (SEC), dado el
impacto que cualquier información pueda tener en los mercados.
De todas formas, la SEC decidió no penalizar a Google. ¿Por qué? En un fragmento de la entrevista Page y Brin aseguraron que algún día las personas van a tener acceso directo a internet con implantes en el cerebro, permitiendo “el conocimiento del mundo en tan solo un pensamiento”. Dicho comentario fue suficiente para que la SEC le restara validez al artículo.
Pero a los fundadores de Google no les hace falta un tornillo. La tecnología que nos permitiría conectarnos a internet desde el cerebro ya existe.
Imagine que se despierta un poco atolondrado luego de una cirugía. El cirujano frente a usted le hace un extraño requerimiento ¿podría apagar las luces por favor? Y, aun cuando no hay ningún interruptor a su alrededor, estas se apagan.
Entonces, él comenta alegre ¡el dispositivo funciona! Aunque parezca ciencia ficción, BrainGate es una tecnología que le permite al ser humano controlar aparatos electrónicos desde el cerebro.
El genio inventor es el jefe de Neurociencia de la Universidad Brown, John Donoghe. El concepto es relativamente sencillo: en la misma forma que un control remoto puede emitir ondas electromagnéticas el cerebro también puede. De hecho, el emprendedor Jeffrey M. Stibel, junto a un alumno del profesor Donoghe, fundaron la compañía BrainGate, pública en Nasdaq desde 2004, para darles mayor movilidad a personas con discapacidad severa. A la fecha ya se han realizado cuatro intervenciones en seres humanos con resultados que la misma publicación Nature (2006) califica como increíbles.
¿Qué implicaciones tiene esto? Según Jeffrey M. Stibel, si el ser humano puede manipular aparatos electrónicos con el cerebro, muy pronto también se podrá conectar a internet. ¡Imagine tener el conocimiento de Google en su cabeza o estar en contacto con otra gente a través de la mente vía Facebook o Twitter.
Definitivamente, Jeffrey M. Stibel tiene una visión distinta del futuro. Estudió negocios en MIT y se presentó para realizar su PhD sobre el cerebro y el comportamiento en la Universidad Brown. Sin bagaje en medicina, solo pudo convencer al director del programa, y hoy uno de sus mentores, Jim Anderson con la frase “internet es un cerebro”.
“Mi convicción de que internet está evolucionando hacia un cerebro ha sido el fundamento de mi carrera profesional”, argumenta Stibel en su primer y apasionante libro Wired for thought: how the brain is shaping the future of internet. Y, aunque puede parecer algo traído de los cabellos, en realidad tras esta idea Stibel ha fundado varias compañías multimillonarias, como BrainGate, WordNet, Web.com, y Simpli.com, entre otras.
Pero hay más, según Stibel, todo esto despierta una pregunta aun más importante, si internet puede operar cada vez más como un cerebro, ¿también podría desarrollar la capacidad de pensar?
Inteligencia artificial
Desde 1956 el profesor de Dartmouth College, John McCarthy, acuñó el término inteligencia artificial (IA). Sin embargo, aun hoy día la idea de que las máquinas puedan tener pensamientos propios nos parece descabellada. Pero tal vez esté más cerca de lo que creemos.
“Lo más asombroso acerca del cerebro es que en el fondo no es muy asombroso. Como el resto del cuerpo, está hecho de humildes moléculas de carbón”, argumenta Stibel en su libro. Para Stibel, reconocer la sencillez del cerebro, una máquina biológica, le hace pensar que la IA es posible.
Un cerebro puede tener 100 billones de neuronas que representan más de 100 trillones de conexiones entre ellas. En los primeros diez años internet ha crecido en promedio 850% al año. “Realmente creo que con el tiempo internet alcanzará el nivel de complejidad de un cerebro”, asegura Stibel.
Deep Blue, una computadora de IBM, se hizo famosa en 1997 por derrotar al campeón mundial de ajedrez Gary Kasparov. Es común pensar en un PC como una versión artificial del cerebro. Pero según Stibel esta es una comparación errónea. Comparado con un computador de fibra óptica el cerebro es un millón de veces más lento. Precisamente científicos eminentes como Dan Dennett de la Universidad de Tufts, otro de los mentores de Stibel, argumentan que el poder del cerebro está en su poder de predicción con poca información.
Es decir, un computador es velozmente tonto y predecible para poder compararse con el cerebro. Una vez Netflix ofreció US$1 millón para alguien que pudiera mejorar su algoritmo de búsqueda Cinematch en un 10%. Solo un psicólogo, Gavin Potter, encontró la respuesta. “Lo que unos lentes son para los ojos, un marcapasos para el corazón, es lo que internet va a representar cada vez más para el cerebro”, escribe Stibel.
Cuando Jeffrey M. Stibel compara las gráficas de internet en el mundo con las conexiones de un cerebro son escalofriantemente parecidas. Pero también son similares en su funcionamiento. “El cerebro tiene neuronas y memorias, e internet páginas web y computadores”, consigna Stibel en su libro.
Y aun cuando existen personas en este mundo, como el norteamericano Brad Williams, que puede recordar cada día de su vida, el resto de los mortales operamos como un proceso de “destrucción creativa”.
“Gracias a Dios desechamos lo viejo”, asegura el famoso neuropsiquiatra Elkhonon Goldberg. Si no pudiéramos olvidar no llegaría lo nuevo. No existiría innovación y no mejoraríamos como seres humanos.
“Pero en la misma forma en que los pensamientos más importantes compiten en el cerebro, también las páginas web en internet”, explica Stibel. Con el tiempo, las conexiones en el cerebro se hacen más poderosas por el aprendizaje en la vida, seguro las neuronas mueren, pero la sabiduría crece. Lo mismo puede pasar en la red.
Para muchos de nosotros lo que viene es escalofriante. Berners-Lee, nada menos que el inventor del World Wide Web, quiere cambiar el mundo una segunda vez. Actualmente está trabajando en lo que sería la evolución del HTML hacia una nueva “semántica web” que no solo sea entendida por humanos, sino por computadoras también.
Si el poder de las masas dio origen a lo que se conoce como la Web 2.0, muchos ya aseguran que este nuevo invento es la base de lo que será la Web 3.0. Stibel comenta cómo compañías como Google, Yahoo!, Amazon y Microsoft, vienen creando lo que se conoce como cloud computing millones de PCs interconectadas.
Ya hoy en día la red se lee a sí misma con Spiders, virus etc. Para Stibel tener una visión clara del futuro es fundamental para el éxito o el fracaso de los negocios en la red. La red apenas está en su infancia. Aquí todavía está todo por venir.
De todas formas, la SEC decidió no penalizar a Google. ¿Por qué? En un fragmento de la entrevista Page y Brin aseguraron que algún día las personas van a tener acceso directo a internet con implantes en el cerebro, permitiendo “el conocimiento del mundo en tan solo un pensamiento”. Dicho comentario fue suficiente para que la SEC le restara validez al artículo.
Pero a los fundadores de Google no les hace falta un tornillo. La tecnología que nos permitiría conectarnos a internet desde el cerebro ya existe.
Imagine que se despierta un poco atolondrado luego de una cirugía. El cirujano frente a usted le hace un extraño requerimiento ¿podría apagar las luces por favor? Y, aun cuando no hay ningún interruptor a su alrededor, estas se apagan.
Entonces, él comenta alegre ¡el dispositivo funciona! Aunque parezca ciencia ficción, BrainGate es una tecnología que le permite al ser humano controlar aparatos electrónicos desde el cerebro.
El genio inventor es el jefe de Neurociencia de la Universidad Brown, John Donoghe. El concepto es relativamente sencillo: en la misma forma que un control remoto puede emitir ondas electromagnéticas el cerebro también puede. De hecho, el emprendedor Jeffrey M. Stibel, junto a un alumno del profesor Donoghe, fundaron la compañía BrainGate, pública en Nasdaq desde 2004, para darles mayor movilidad a personas con discapacidad severa. A la fecha ya se han realizado cuatro intervenciones en seres humanos con resultados que la misma publicación Nature (2006) califica como increíbles.
¿Qué implicaciones tiene esto? Según Jeffrey M. Stibel, si el ser humano puede manipular aparatos electrónicos con el cerebro, muy pronto también se podrá conectar a internet. ¡Imagine tener el conocimiento de Google en su cabeza o estar en contacto con otra gente a través de la mente vía Facebook o Twitter.
Definitivamente, Jeffrey M. Stibel tiene una visión distinta del futuro. Estudió negocios en MIT y se presentó para realizar su PhD sobre el cerebro y el comportamiento en la Universidad Brown. Sin bagaje en medicina, solo pudo convencer al director del programa, y hoy uno de sus mentores, Jim Anderson con la frase “internet es un cerebro”.
“Mi convicción de que internet está evolucionando hacia un cerebro ha sido el fundamento de mi carrera profesional”, argumenta Stibel en su primer y apasionante libro Wired for thought: how the brain is shaping the future of internet. Y, aunque puede parecer algo traído de los cabellos, en realidad tras esta idea Stibel ha fundado varias compañías multimillonarias, como BrainGate, WordNet, Web.com, y Simpli.com, entre otras.
Pero hay más, según Stibel, todo esto despierta una pregunta aun más importante, si internet puede operar cada vez más como un cerebro, ¿también podría desarrollar la capacidad de pensar?
Inteligencia artificial
Desde 1956 el profesor de Dartmouth College, John McCarthy, acuñó el término inteligencia artificial (IA). Sin embargo, aun hoy día la idea de que las máquinas puedan tener pensamientos propios nos parece descabellada. Pero tal vez esté más cerca de lo que creemos.
“Lo más asombroso acerca del cerebro es que en el fondo no es muy asombroso. Como el resto del cuerpo, está hecho de humildes moléculas de carbón”, argumenta Stibel en su libro. Para Stibel, reconocer la sencillez del cerebro, una máquina biológica, le hace pensar que la IA es posible.
Un cerebro puede tener 100 billones de neuronas que representan más de 100 trillones de conexiones entre ellas. En los primeros diez años internet ha crecido en promedio 850% al año. “Realmente creo que con el tiempo internet alcanzará el nivel de complejidad de un cerebro”, asegura Stibel.
Deep Blue, una computadora de IBM, se hizo famosa en 1997 por derrotar al campeón mundial de ajedrez Gary Kasparov. Es común pensar en un PC como una versión artificial del cerebro. Pero según Stibel esta es una comparación errónea. Comparado con un computador de fibra óptica el cerebro es un millón de veces más lento. Precisamente científicos eminentes como Dan Dennett de la Universidad de Tufts, otro de los mentores de Stibel, argumentan que el poder del cerebro está en su poder de predicción con poca información.
Es decir, un computador es velozmente tonto y predecible para poder compararse con el cerebro. Una vez Netflix ofreció US$1 millón para alguien que pudiera mejorar su algoritmo de búsqueda Cinematch en un 10%. Solo un psicólogo, Gavin Potter, encontró la respuesta. “Lo que unos lentes son para los ojos, un marcapasos para el corazón, es lo que internet va a representar cada vez más para el cerebro”, escribe Stibel.
Cuando Jeffrey M. Stibel compara las gráficas de internet en el mundo con las conexiones de un cerebro son escalofriantemente parecidas. Pero también son similares en su funcionamiento. “El cerebro tiene neuronas y memorias, e internet páginas web y computadores”, consigna Stibel en su libro.
Y aun cuando existen personas en este mundo, como el norteamericano Brad Williams, que puede recordar cada día de su vida, el resto de los mortales operamos como un proceso de “destrucción creativa”.
“Gracias a Dios desechamos lo viejo”, asegura el famoso neuropsiquiatra Elkhonon Goldberg. Si no pudiéramos olvidar no llegaría lo nuevo. No existiría innovación y no mejoraríamos como seres humanos.
“Pero en la misma forma en que los pensamientos más importantes compiten en el cerebro, también las páginas web en internet”, explica Stibel. Con el tiempo, las conexiones en el cerebro se hacen más poderosas por el aprendizaje en la vida, seguro las neuronas mueren, pero la sabiduría crece. Lo mismo puede pasar en la red.
Para muchos de nosotros lo que viene es escalofriante. Berners-Lee, nada menos que el inventor del World Wide Web, quiere cambiar el mundo una segunda vez. Actualmente está trabajando en lo que sería la evolución del HTML hacia una nueva “semántica web” que no solo sea entendida por humanos, sino por computadoras también.
Si el poder de las masas dio origen a lo que se conoce como la Web 2.0, muchos ya aseguran que este nuevo invento es la base de lo que será la Web 3.0. Stibel comenta cómo compañías como Google, Yahoo!, Amazon y Microsoft, vienen creando lo que se conoce como cloud computing millones de PCs interconectadas.
Ya hoy en día la red se lee a sí misma con Spiders, virus etc. Para Stibel tener una visión clara del futuro es fundamental para el éxito o el fracaso de los negocios en la red. La red apenas está en su infancia. Aquí todavía está todo por venir.
Autor: Carlos Andrés Vanegas
Para la sección Management de la Revista Dinero
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