Descubra cómo los últimos avances de la neurociencia son fundamentales para mejorar el desempeño personal y profesional.
“Casi
por accidente descubrí que enseñarle a la gente sobre su cerebro tiene un
impacto significativo en su trabajo y también en sus vidas personales”. Así
describe su experiencia David Rock, consultor internacional de organizaciones
como la Nasa, Accenture o Ericsson. Rock, que no tiene formación de
neurocientífico, es el fundador y presidente de Results Coaching Systems RCS,
una prestigiosa firma de consultoría con presencia en más de 15 países.
“Sin embargo, como no pude encontrar un libro que mostrara en un lenguaje sencillo cómo los últimos descubrimientos sobre el cerebro son clave para mejorar el trabajo, decidí escribir uno”, consigna el autor en su más reciente publicación Your Brain at Work: Strategies for Overcoming Distraction, Regaining Focus, and Working Smarter All Day Long.
En este libro, David Rock nos propone imaginar el cerebro como el escenario de una muy particular obra teatral. Descubrir la madera, el telón, las luces y los actores de esta pequeña tarima puede tener un verdadero impacto en su quehacer diario. “Sorpresivamente, una de las mejores formas de desarrollar su capacidad mental es entendiendo sus límites”, explica el autor.
Que se abra el telón para averiguar a qué se refiere Rock con esta afirmación.
En las últimas décadas, distintos científicos han realizado importantes descubrimientos sobre la región del cerebro conocida como la corteza prefrontal. Particularmente, David Rock destaca el trabajo del profesor de neurobiología de la Yale Medical School, Amy Arnsten.
“A pesar de que equivale a tan solo el 4% ó 5% del volumen del cerebro, la corteza prefrontal acoge gran parte de nuestra capacidad para tomar decisiones, resolver problemas y ser creativos”, explica Rock en el libro.
Los científicos sugieren que la corteza prefrontal fue la última región en el desarrollo evolutivo del cerebro y, aunque es el eje central dadas las características del trabajo moderno, tiene una increíble limitación: requiere de mucha energía para funcionar correctamente.
Con la imagen del pequeño teatro, Rock se refiere más concretamente a la corteza prefrontal. En este escenario, los actores son pensamientos y pueden salir detrás del telón como es el caso de la información que proviene del exterior. Sin embargo, dado que este es un teatro especial, a la tarima también pueden subir espectadores a actuar; es decir, nuestros propios pensamientos.
“La corteza prefrontal agota su energía biológica, como glucosa y oxígeno, mucho más rápido de lo imaginable. Nuestra capacidad para estar frescos y tomar buenas decisiones es increíblemente limitada”, explica en una cita del libro el reconocido profesor Roy Baumeister de la Florida State University.
A todos nos ha pasado que una tarea nos resulta imposible cuando estamos agotados, y la realizamos en 30 segundos a la mañana siguiente. Aun sin percatarnos, David Rock nos muestra en su libro que, por ejemplo, revisando 100 correos electrónicos, hablando mientras conducimos, o en una discusión fuerte, ya habremos agotado gran parte de la iluminación de nuestro teatro para el día.
Piense en la capacidad de su cerebro como en una batería de celular, si no la carga bien la noche anterior, no le va a durar ni la mañana.
Todo se hace más complejo con los requerimientos del trabajo moderno. David Rock explica que a las tareas repetitivas las acoge una zona más antigua del cerebro, llamada ganglios basales, que de alguna forma requiere menor energía para operar. Esto explica por qué un conductor de camión puede conducir toda la noche y sentirá principalmente su cansancio físico, pero cuando realizamos un trabajo creativo, como por ejemplo escribir un artículo, terminamos agotados.
Ser creativos también significa tomar decisiones. Pero recuerde, luego de una decisión difícil, la próxima lo será aún más.
Respete su cerebro
Si en el momento de leer este artículo ya agotó las luces del día con los 100 correos de la mañana, no se preocupe. Experimentos del profesor Baumeister muestran que una limonada con azúcar o una bebida gaseosa pueden ayudar a recomponer su pequeño teatro.
La glucosa es el alimento del cerebro. También podría descansar, tomar una ducha o salir a caminar un rato. Sin embargo, a menos que quiera empezar a tener problemas de peso o en la oficina, David Rock sugiere una recomendación muy sencilla, “utilice los mejores momentos de su teatro para cosas importantes”.
Como cualquier otro recurso, tiempo o dinero, no malgaste las mejores actuaciones de sus actores.
Una recomendación puntual en la que Rock hace énfasis es en la de dedicar los primeros minutos de la mañana a “priorizar, priorizar”. De hecho, el solo ejercicio de proyectar el día implica un gran esfuerzo para la corteza prefrontal. Es la razón por la cual la gente tiende a enfocarse en problemas (cosas que conoce), y no en soluciones (cosas que no ha visto).
Además, saque una hoja de cuaderno y escriba los proyectos importantes que haya identificado, pues el cerebro está diseñado para captar mejor los mensajes gráficamente. Otra técnica recomendada por el autor es trabajar por bloques; por ejemplo, realizar el trabajo creativo y las decisiones difíciles en la mañana, y salir a visitar clientes en la tarde y otras tareas repetitivas.
Otra de las limitaciones que la neurociencia ha identificado de su pequeño teatro es la incapacidad para llevar distintos actores a la tarima. Según investigaciones del profesor Nelson Cowan, de la University of Missouri, estos podrían no ser más de cuatro, dependiendo de su complejidad. A pesar de que muchos autores en gerencia abogan por la necesidad de realizar varias tareas al mismo tiempo, la neurociencia tiene una opinión distinta.
El reconocido científico Harold Pashler de la University of California encontró que realizar simultáneamente dos tareas cognitivas puede reducir la capacidad mental de un MBA de Harvard a la de un niño de 8 años.
Por otra parte, los niveles de estrés y la sobrecarga de trabajo en la vida moderna oscurecen nuestros teatros más de lo que imaginamos. David Rock ilustra cómo, aunque el cerebro requiere de ciertas dosis de “estrés positivo” para operar -incluso esto explica por qué los hombres son más propensos que las mujeres a dejar todo para última hora-, altos niveles de estrés consumen toda la energía disponible de su corteza prefrontal. De aquí una recomendación clave: en ocasiones, cuando no puede dar más, comete errores graves o discute fuertemente con alguien, “entienda que no es usted, es su cerebro”.
A lo largo de esta historia solo resta presentar un personaje. Su teatro y sus actores no están solos, junto a ellos hay un director apoyándolos. Es fascinante cómo, en años recientes, la neurociencia y conceptos del budismo se han acercado. El concepto en inglés mindfulness representa la capacidad de vivir el presente, estar concientes y prestar atención a cada uno de los instantes de nuestras vidas. Para la ciencia es el punto de partida de una nueva corriente a la que se conoce como Neurociencia Cognitiva Social, para entender la madurez con la que llevamos nuestros pensamientos.
De esto se trata la propuesta del autor David Rock, respetar los límites de nuestro cerebro puede ser la mejor forma de crecer personal y profesionalmente.
Autor: Carlos Andrés Vanegas
Para
la sección Management de la Revista Dinero “Sin embargo, como no pude encontrar un libro que mostrara en un lenguaje sencillo cómo los últimos descubrimientos sobre el cerebro son clave para mejorar el trabajo, decidí escribir uno”, consigna el autor en su más reciente publicación Your Brain at Work: Strategies for Overcoming Distraction, Regaining Focus, and Working Smarter All Day Long.
En este libro, David Rock nos propone imaginar el cerebro como el escenario de una muy particular obra teatral. Descubrir la madera, el telón, las luces y los actores de esta pequeña tarima puede tener un verdadero impacto en su quehacer diario. “Sorpresivamente, una de las mejores formas de desarrollar su capacidad mental es entendiendo sus límites”, explica el autor.
Que se abra el telón para averiguar a qué se refiere Rock con esta afirmación.
En las últimas décadas, distintos científicos han realizado importantes descubrimientos sobre la región del cerebro conocida como la corteza prefrontal. Particularmente, David Rock destaca el trabajo del profesor de neurobiología de la Yale Medical School, Amy Arnsten.
“A pesar de que equivale a tan solo el 4% ó 5% del volumen del cerebro, la corteza prefrontal acoge gran parte de nuestra capacidad para tomar decisiones, resolver problemas y ser creativos”, explica Rock en el libro.
Los científicos sugieren que la corteza prefrontal fue la última región en el desarrollo evolutivo del cerebro y, aunque es el eje central dadas las características del trabajo moderno, tiene una increíble limitación: requiere de mucha energía para funcionar correctamente.
Con la imagen del pequeño teatro, Rock se refiere más concretamente a la corteza prefrontal. En este escenario, los actores son pensamientos y pueden salir detrás del telón como es el caso de la información que proviene del exterior. Sin embargo, dado que este es un teatro especial, a la tarima también pueden subir espectadores a actuar; es decir, nuestros propios pensamientos.
“La corteza prefrontal agota su energía biológica, como glucosa y oxígeno, mucho más rápido de lo imaginable. Nuestra capacidad para estar frescos y tomar buenas decisiones es increíblemente limitada”, explica en una cita del libro el reconocido profesor Roy Baumeister de la Florida State University.
A todos nos ha pasado que una tarea nos resulta imposible cuando estamos agotados, y la realizamos en 30 segundos a la mañana siguiente. Aun sin percatarnos, David Rock nos muestra en su libro que, por ejemplo, revisando 100 correos electrónicos, hablando mientras conducimos, o en una discusión fuerte, ya habremos agotado gran parte de la iluminación de nuestro teatro para el día.
Piense en la capacidad de su cerebro como en una batería de celular, si no la carga bien la noche anterior, no le va a durar ni la mañana.
Todo se hace más complejo con los requerimientos del trabajo moderno. David Rock explica que a las tareas repetitivas las acoge una zona más antigua del cerebro, llamada ganglios basales, que de alguna forma requiere menor energía para operar. Esto explica por qué un conductor de camión puede conducir toda la noche y sentirá principalmente su cansancio físico, pero cuando realizamos un trabajo creativo, como por ejemplo escribir un artículo, terminamos agotados.
Ser creativos también significa tomar decisiones. Pero recuerde, luego de una decisión difícil, la próxima lo será aún más.
Respete su cerebro
Si en el momento de leer este artículo ya agotó las luces del día con los 100 correos de la mañana, no se preocupe. Experimentos del profesor Baumeister muestran que una limonada con azúcar o una bebida gaseosa pueden ayudar a recomponer su pequeño teatro.
La glucosa es el alimento del cerebro. También podría descansar, tomar una ducha o salir a caminar un rato. Sin embargo, a menos que quiera empezar a tener problemas de peso o en la oficina, David Rock sugiere una recomendación muy sencilla, “utilice los mejores momentos de su teatro para cosas importantes”.
Como cualquier otro recurso, tiempo o dinero, no malgaste las mejores actuaciones de sus actores.
Una recomendación puntual en la que Rock hace énfasis es en la de dedicar los primeros minutos de la mañana a “priorizar, priorizar”. De hecho, el solo ejercicio de proyectar el día implica un gran esfuerzo para la corteza prefrontal. Es la razón por la cual la gente tiende a enfocarse en problemas (cosas que conoce), y no en soluciones (cosas que no ha visto).
Además, saque una hoja de cuaderno y escriba los proyectos importantes que haya identificado, pues el cerebro está diseñado para captar mejor los mensajes gráficamente. Otra técnica recomendada por el autor es trabajar por bloques; por ejemplo, realizar el trabajo creativo y las decisiones difíciles en la mañana, y salir a visitar clientes en la tarde y otras tareas repetitivas.
Otra de las limitaciones que la neurociencia ha identificado de su pequeño teatro es la incapacidad para llevar distintos actores a la tarima. Según investigaciones del profesor Nelson Cowan, de la University of Missouri, estos podrían no ser más de cuatro, dependiendo de su complejidad. A pesar de que muchos autores en gerencia abogan por la necesidad de realizar varias tareas al mismo tiempo, la neurociencia tiene una opinión distinta.
El reconocido científico Harold Pashler de la University of California encontró que realizar simultáneamente dos tareas cognitivas puede reducir la capacidad mental de un MBA de Harvard a la de un niño de 8 años.
Por otra parte, los niveles de estrés y la sobrecarga de trabajo en la vida moderna oscurecen nuestros teatros más de lo que imaginamos. David Rock ilustra cómo, aunque el cerebro requiere de ciertas dosis de “estrés positivo” para operar -incluso esto explica por qué los hombres son más propensos que las mujeres a dejar todo para última hora-, altos niveles de estrés consumen toda la energía disponible de su corteza prefrontal. De aquí una recomendación clave: en ocasiones, cuando no puede dar más, comete errores graves o discute fuertemente con alguien, “entienda que no es usted, es su cerebro”.
A lo largo de esta historia solo resta presentar un personaje. Su teatro y sus actores no están solos, junto a ellos hay un director apoyándolos. Es fascinante cómo, en años recientes, la neurociencia y conceptos del budismo se han acercado. El concepto en inglés mindfulness representa la capacidad de vivir el presente, estar concientes y prestar atención a cada uno de los instantes de nuestras vidas. Para la ciencia es el punto de partida de una nueva corriente a la que se conoce como Neurociencia Cognitiva Social, para entender la madurez con la que llevamos nuestros pensamientos.
De esto se trata la propuesta del autor David Rock, respetar los límites de nuestro cerebro puede ser la mejor forma de crecer personal y profesionalmente.
Autor: Carlos Andrés Vanegas
No hay comentarios:
Publicar un comentario