sábado, 24 de noviembre de 2012

Semillas de esperanza

La apasionante historia de cómo los más pobres en los países pobres se están educando a sí mismos.

El profesor James Tooley de la Universidad de Newcastle tiene la capacidad de soñar despierto. Ese espíritu soñador lo llevó a buscar su primer empleo como profesor de matemáticas en Zimbabue, pocos años después de su independencia del Reino Unido en 1980, con el objetivo de ayudar a los más pobres en el naciente gobierno socialista del militar Robert Mugabe.

Sin embargo, estando allí, sus superiores afirmaron “que no iban a desperdiciar su talento en las zonas rurales”, y por ello lo asignaron al colegio de clase alta Queen Elizabeth High School, justo en el centro de Harare, la capital. Pocos años después, Tooley logró su objetivo de ayudar a los niños más pobres y allí se enamoró de África. Poder vivir en carne propia con los más necesitados desde muy joven le hizo pensar que algo anda mal en el pensamiento tradicional sobre los países en desarrollo.

En entrevista exclusiva Tooley afirmó que “todo el mundo piensa que los más pobres necesitan desesperadamente nuestra ayuda. Que los países en desarrollo no pueden triunfar por su propia cuenta… que se requiere más y más ayuda porque están allá sentados pacientemente esperando a que llegue”. Pero toda su vida académica y profesional le ha demostrado justamente lo contrario.

Gracias a su experiencia en África, en el año 2000 el profesor James Tooley fue comisionado en un proyecto del Banco Mundial, irónicamente, para estudiar la calidad de algunos colegios de élite en países en desarrollo. Con su particular rebeldía, una tarde, estando en India, Tooley quiso conocer personalmente los suburbios de la ciudad de Hyderabad, una de las zonas más deprimidas en todo el país.

Aunque su conductor le aconsejó no seguir, el profesor Tooley se dejó llevar por unos niños hasta que se topó con el letrero de un colegio de nombre Students Circle High School & Institute. Intrigado, continuó su camino y empezaron a aparecer uno y otro más. Incluso, logró relacionarse con el señor Fazalur Rahman Khurrum quien dirigía una asociación con más de 500 colegios con estas características.

En su compañía visitaron juntos, entre otros, el colegio Peace High School dirigido por el joven de 27 años Mohammed Wajid. Este colegio era el legado de su madre y para esa época atendía 285 niños con 13 profesores. Al preguntar por los costos Wajid le contestó a Tooley que cobraba 60 rupias mensuales (es decir cerca de US$1,3 de la época).

Este día cambió la vida del profesor James Tooley ¡algunos colegios operan en India cobrando menos de US$15 al año! Incluso algunos aceptan gratis niños cuando son huérfanos o tienen dificultades serias. Esto es algo que definitivamente debía contarle al mundo.

De regreso a las instalaciones del Banco Mundial en Nueva Delhi, Tooley les contó exaltado a sus compañeros los hallazgos en Hyderabad. Lamentablemente, no compartieron su entusiasmo. En repetidas ocasiones el mensaje fue muy claro “Tooley debe haber perdido la razón. En los países en desarrollo existen colegios privados para los ricos y públicos para los pobres”.

Una compañera suya le recomendó el libro del premio Nobel de Economía 1998, Amartya Sen, India: Development and Participation. En sus páginas Tooley encontró que en los años 90 en India colegios privados de bajo costo podrían representar hasta el 80% de la oferta en educación en algunas zonas urbanas y el 30% en rurales. Aun así, Amartya Sen no parecía darles mayor crédito en importancia, muestra del desconocimiento casi completo de estos colegios en la literatura especializada.

Es por esto que el profesor Tooley se dio a la tarea de emprender una investigación global para verificar si lo que encontró en Hyderabad se replicaba en otras partes del mundo. Finalmente, la John Templeton Foundation decidió tomar el riesgo de financiar el proyecto que le tomaría los siguientes años de su vida.

Cazador de colegios

Así, de la noche a la mañana, el profesor James Tooley se convirtió en una especie de cazador de colegios privados para los más necesitados. Su travesía lo llevó desde las calles de Hyderabad en India a las periferias de la ciudad de Lagos en Nigeria, a Kibera conocida como el suburbio más grande de África en Kenia, a las zonas más deprimidas de Accra, la capital de Ghana, y a las regiones más pobres en el norte de Somalia. Incluso en China, luego de un extenso viaje, Tooley encontró colegios de bajo costo para los más necesitados en los valles de la provincia de Gansu.

La historia se repetía una y otras vez. Al preguntar por estadísticas oficiales, la respuesta era contundente: acá no existe tal cosa como colegios privados para los pobres. Pero Tooley insistía. El libro The Beautiful Tree: a Personal Journey into How the World´s Poorest People are Educating Themselves es el relato personal del viaje del profesor James Tooley identificando miles de estos colegios.

Pero una pregunta clave salta a la vista ¿Si en estos países existen colegios públicos por qué muchos padres de familia deciden pagar una mensualidad que puede representar hasta el 10% de sus ingresos?

Joshua, padre de Victoria, una hermosa niña del colegio Supreme Academy en Ghana, fue uno de los miles de padres que Tooley entrevistó para entender por qué escogían pagar una mensualidad a pesar de que muchos de estos colegios no tienen la infraestructura requerida y profesores certificados. Tooley encontró que en estos países un profesor puede ganar hasta 7 veces más en un colegio público que en los privados de bajo costo.

Según Tooley, la respuesta es que los líderes de estos colegios, como todos los emprendedores, trabajan para satisfacer a sus clientes. “Aunque los expertos en educación no lo acepten, familias pobres escogen estos colegios privados de bajo costo porque tienen el respaldo que no encuentran en colegios públicos plagados de ausentismo de los profesores”, sostiene Tooley en el libro. Los resultados de su investigación de varios años son muy concretos.

Con una muestra de 24.000 niños de distintos países, Tooley encontró que: en promedio, las clases son de menor tamaño en los colegios privados de bajo costo – cerca de 20 estudiantes contra 40 de los públicos –, en algunas muestras como en India, el ausentismo de los profesores en estos colegios fue inferior al 38% mientras en los públicos en algunos casos era superior al 70% y, respecto a la calidad, los niños de los colegios privados de bajo costo tuvieron resultados superiores en campos como inglés y matemáticas.

Con su libro The Beautiful Tree el profesor James Tooley logró poner en los ojos del mundo las experiencias de los más pobres educándose a sí mismos. En entrevista Tooley comentó que, gracias a su aporte, la fundación R.F. Chandler tiene un fondo por más de US$100 millones para apoyar estos colegios. En la literatura y las organizaciones globales enfocadas en la educación, estos colegios ya no son un tema oculto.

Tooley comentó que en América Latina han hecho investigaciones en Guatemala y en el distrito de Aguablanca en Cali.

En su opinión, hay tres estrategias para apoyar estos colegios: permitir que crezcan, crear fondos y recursos para apoyar su crecimiento y programas en donde se entreguen subsidios a los más pobres para que puedan escoger los mejores colegios. Estamos acostumbrados a escuchar grandes historias de emprendimiento. Pero el legado del profesor Tooley es entender que pequeños emprendedores también pueden cambiar el mundo.


Autor: Carlos Andrés Vanegas
Para la sección Management de la Revista Dinero 

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