Algunos patrones negativos que
cultivamos en la familia pueden afectar fuertemente el desempeño en el trabajo.
En
Australia existe un proverbio que dice: “a nuestros ancestros los llevamos en
el corazón y, algunas veces, en la espalda”. Esta frase tiene un significado
especial para la doctora Sylvia Lafair, PhD en psicología y presidente de la
firma consultora Creative Energy Options.
Por muchos años, la doctora Lafair fue reconocida como experta en terapias
familiares junto a su esposo Herb Kufman. Un día un ejecutivo de alto nivel le
pidió colaboración para enfrentar una crisis en el trabajo.
“Pero,
¿qué puedo saber del mundo empresarial?”, contestó Lafair. Sin embargo, a
partir de allí identificó un vínculo inseparable entre el desempeño laboral y
algunos hábitos que adquirimos en familia. Es un tema tan crucial para los
negocios que actualmente la doctora Lafair asesora compañías tan grandes como
Microsoft, Novartis y AstraZeneca. Recientemente, Silvia Lafair publicó su
primer libro Don't Bring It to Work:
Breaking the Family Patterns That Limit Success, en el cual argumenta “estamos
llevando patrones negativos al trabajo, que aprendimos siendo niños o que
incluso recogemos de la niñez de nuestros padres”.
Seamos
francos, en ocasiones nos sentimos como en una típica discusión familiar cuando
estamos en la oficina. Muchos jefes podrían decir que a veces sienten que
trabajan con niños malcriados haciendo pataleta. Otras personas se quejan
porque sus jefes dan tanta lata como si fueran papá y mamá. Los chismes de
pasillo, las rivalidades, las comparaciones, las intrigas y las alianzas muchas
veces son conductas que vemos replicar de la familia al trabajo.
El
afamado escritor Anthony Brandt alguna vez dijo que “otras cosas pueden
cambiarnos, pero todos empezamos y terminamos con una familia”.
El
argumento central de la doctora Lafair es que “si lo piensa con detenimiento,
la primera organización de la que hizo parte fue su familia. Sin darnos cuenta,
es allí donde empezamos a adquirir habilidades claves para el trabajo, como
identificar responsabilidades, entender la autoridad o trabajar con los demás”.
Es
importante hacer énfasis en que, para esta autora, no todos los hábitos que
cultivamos en familia son nocivos para el trabajo. De hecho, allí radican los
valores más importantes para el éxito en la vida profesional, como aprender a
enfrentar las dificultades y luchar para sortear obstáculos. Sin embargo, ella
piensa que, definitivamente, es mejor dejar muchos patrones en casa.
El
autor Daniel Pink en su famoso libro de 2005, A Whole New Mind, habla sobre la importancia para los líderes
modernos de “aprender a identificar patrones y dar un significado a las
situaciones desde una perspectiva más amplia”. En esencia, el punto de partida
de la doctora Lafair para entender las relaciones familia-trabajo es que
finalmente no son tan distintas como pensamos. “Los equipos de trabajo y las
familias, ambos, son sistemas de relaciones entre individuos. En el día a día,
juntos operan básicamente en la misma forma”, explica la autora. En las
ciencias humanas, este enfoque de sistemas tomó fuerza desde los años 40
gracias a los trabajos pioneros del sociólogo de la Universidad de Harvard,
Pitirim Sorokin.
“Lamentablemente,
ni en la práctica empresarial, ni en los departamentos de gestión humana se
suele adoptar un enfoque de sistemas”, argumenta la doctora Lafair. Este punto
es clave, pues para esta autora no existe tal cosa como buenos y malos en las
dificultades empresariales. “Usualmente en las empresas se pone en observación
a personas específicas, sin entender que existe todo un entorno familiar y de
los mismos compañeros que se debe analizar”, puntualiza.
Todos
conocemos experiencias de personas que terminan repitiendo para bien o para mal
las experiencias de sus padres. Tal vez la frase ¡se convirtió en aquello que
tanto rechazaba! sea su propia historia. Según la doctora Lafair, lo peligroso
de muchos roles y patrones familiares es que suelen operar de forma invisible. ¡Las
familias son sistemas sociales que buscan sobrevivir. Sin percatarse, a cada
cual se le asigna un rol clave para el sistema. A algunos se les cataloga de el
responsable, el inteligente, el salvador, el problemático, el débil o el malo!,
sostiene en el libro.
En su
libro esta autora comenta la historia de una nieta. Como constantemente la
gente le decía que era muy linda, Lafair le preguntó ¿qué significaba ser
linda? Ella le contestó que no sabía, pero que es lo que ella era. Según Lafair
estar codificados en un rol sucede todo el tiempo. Por ejemplo, pasa con
frecuencia que niños asumen el rol de salvadores cuando sus padres son
irresponsables o inmaduros. “El problema consiste en que, si bien estos roles
encajan en el funcionamiento de una familia, son muy perjudiciales en las
empresas”, explica Lafair.
En
su experiencia de muchos años analizando comportamientos nocivos, la doctora
Lafair catalogó los que considera los 13 roles familiares más comunes que
llevamos a las empresas. Es interesante ver como algunos que se podrían
considerar positivos, para ella, también terminan haciendo daño en la vida
profesional. Estos patrones son: el exitoso, el rebelde, el que aplaza todo, el
payaso, el tirano, la víctima, el salvador, el exagerado, el mártir, aquel que
evade los problemas, quien intenta complacer a todo el mundo, el que genera
intrigas y quien niega las dificultades.
“Por
ejemplo, aquellos que tienen el rótulo de exitosos en sus familias se les
identifica porque siempre están ocupados”, dice la autora. Sin embargo, a pesar
de que se pueda considerar positivo, estos suelen tener problemas para trabajar
en equipo y terminan por hacer más daño que bien en las compañías. Lo mismo
sucede con cada uno de estos roles. La doctora Lafair hace énfasis en que el
desafío es doble para el caso de las empresas familiares. “Muchos hermanos y
padres han crecido controvirtiéndose uno al otro, y a la edad adulta esta
conducta se ha convertido en todo un hábito”, explica Lafair en su libro.
¿Qué
podemos aprender de esta historia? Por increíble que parezca, todo el modelo de
la doctora Lafair para corregir esta situación consiste en tres palabras: observar, entender y transformar. Albert
Einstein solía decir que “locura es hacer siempre las cosas de la misma forma y
esperar un resultado diferente”. Tristemente, hay personas que pasan una vida
entera sin percatarse de lo que llevan a sus espaldas. Para poder transformar
esto, primero se tiene que observar y entender. En su libro, Sylvia Lafair
propone un modelo para hacer un mapa genealógico en donde es posible ir
verificando este tipo de conductas a nivel familiar. También recomienda hacer
un balance de cada una de las experiencias laborales para identificar y
entender mejor las relaciones personales.
No
es mentira que muchas compañías tratan desesperadamente de corregir conductas
en el trabajo. Según una reciente encuesta, el 93% de los trabajadores sostiene
que los conflictos personales afectan el trabajo. Puede ser, como argumenta la
autora, que tratar de llegar más allá realmente contribuya, para bien, a
transformar los comportamientos.
Autor:
Carlos Andrés Vanegas
Para
la sección Management de la Revista Dinero
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