En
una tarde lluviosa de febrero en 1996, a los 23 años, Nancy Lublin recibió una
herencia por US$5.000 de su querido bisabuelo “Poppy” Max. Max nació en los
inicios del siglo pasado, el sexto de una familia pobre de Polonia. En esa
época, cuando los hijos varones de judíos se hacían mayores de edad, eran
enlistados en el ejército por más de 20 años. Entonces sus padres decidieron
protegerlo ocultando su existencia.
“Poppy” Max nunca fue a la escuela, nunca tuvo papeles y nunca celebró cumpleaños. En su pubertad zarpó para los Estados Unidos y en inmigración, para que nunca se le olvidara, le asignaron por fecha de nacimiento el 25 de diciembre. Allí arrancó, como todos, en las calles.
“Poppy” Max nunca fue a la escuela, nunca tuvo papeles y nunca celebró cumpleaños. En su pubertad zarpó para los Estados Unidos y en inmigración, para que nunca se le olvidara, le asignaron por fecha de nacimiento el 25 de diciembre. Allí arrancó, como todos, en las calles.
Es
por esto que Nancy Lublin, apenas una estudiante de derecho en ese momento con
US$5.000 en sus manos, pensó que tenía que invertirlos en algo que rindiera
tributo a su memoria. De inmediato tuvo la inspiración para fundar Dress for Sucess, una organización sin
ánimo de lucro que se dedica a conseguir vestuario y preparar mujeres de bajos
recursos para entrevistas de trabajo; actualmente opera en más de 75 ciudades
en el mundo.
Cierto
día, ya adulta, Nancy Lublin atendía una reunión de marketing en una gran
empresa. Con el ambiente de elegancia y amplitud de la moderna sala de juntas
encajaba perfecto el increíble olor de unas deliciosas galletas de chocolate.
Sin embargo, aunque todos deberían estar contentos, la expresión en su rostro
era de pánico.
El
día anterior se había anunciado que el presupuesto para publicidad de una sus
marcas se recortaría a tan solo US$2 millones. De pronto, el más avezado del
grupo sugirió una solución: reasignar recursos de otras áreas. Fue entonces
cuando a Nancy Lublin se le ocurrió mencionar algunas propuestas económicas
para promover la marca, como alianzas o tecnologías sociales. Pero todos se
voltearon a mirarla como si fuera de otro planeta.
Esto
la hizo reflexionar. ¿Qué está pasando?
¿Por qué la solución a la falta de dinero
tiene que ser pedir más dinero?
De
inmediato, Nancy Lublin empezó a comprender que tal vez ella sí era de otro
lugar. Toda su carrera profesional la había dedicado a sacar adelante
organizaciones sin ánimo de lucro y sin inmensos presupuestos a su disposición.
Nancy
Lublin hace parte del selecto grupo de emprendedores sociales que,
prácticamente con las uñas, tienen que motivar a la gente a trabajar después de
las 5:30 p.m. sin los mejores salarios, construir marcas, atraer donantes… “En
esencia las mejores organizaciones sin ánimo de lucro son brillantes en hacer
más con menos”, pensó Lublin.
Fue
entonces cuando, en una hoja de cuaderno, empezó a listar aquellas cosas que,
en su opinión, las grandes empresas podrían aprender de los mejores
emprendedores sociales. Este fue el punto de partida del reciente libro Zilch: The Power of Zero in Business,
considerado por la prestigiosa publicación Inc. Magazine como uno de los
mejores libros de negocios en los últimos años.
Importa más la pasión
“A
todo el mundo le encanta afirmar que las organizaciones sin ánimo de lucro
deberían actuar más como empresas privadas, con mayor planeación y
sostenibilidad”, sostiene Nancy Lublin en su libro. Sin embargo, para esta
autora es evidente que, en medio de tantos descalabros financieros, desanimo de
los colaboradores y tantos programas para recortar gastos desatendidos, algunas
privadas también tienen mucho por aprender.
“Finalmente,
para los emprendedores sociales no es un problema arrancar de cero”, afirma la
autora. Para su libro, Nancy Lublin entrevistó emprendedores sin ánimo de lucro
de la talla de Wendy Kopp, de Teach For
America; Jimmy Wales, de Wikipedia;
John Lilly, de Mozilla, y Charles Best, de DonorsChoose. Además de su
experiencia al crear Dress for Success, desde 2003 Nancy Lublin lidera
DoSomething.org, la organización más grande en Estados Unidos encaminada a
motivar adolescentes hacia causas sociales.
Entonces,
¿Cuáles son algunas de las pistas sobre cómo crear equipos que no tengan la excusa
del dinero para alcanzar grandes metas? Luego de revisar algunas de las mejores
organizaciones sin ánimo de lucro, el punto de partida para Nancy Lublin es una
verdad sencilla: mejores salarios no
necesariamente implican productividad y buen desempeño.
Se
calcula que, en plena crisis financiera, los ejecutivos de las principales
firmas en Wall Street recibieron bonificaciones por US$18.400 millones. En
contraste, Teach For America, con su poder transformador en la educación, es
tan exitosa que solo alcanza a recibir un 10% de las personas que aplican para
ayudar. Frances Hesselbein, antigua CEO de Girl Scouts, suele afirmar que “muy
pocas personas se motivan solo por dinero. Los mejores trabajadores son
aquellos cuyas metas personales son congruentes con los lugares en que trabajan”.
Lublin
recuerda que, incluso, muchas organizaciones sin ánimo de lucro no están en capacidad
de pagar ningún salario. Pero aquí resalta una vieja técnica que los
emprendedores sociales suelen utilizar para motivar a su gente, que es
económica y está al alcance de todos: “dar las gracias”.
Una
segunda recomendación tiene que ver con la increíble capacidad para atraer,
retener y promover talento en muchas organizaciones sin ánimo de lucro. “Mientras
un gran número de empresas grandes sufren por perder a su gente luego de dos
años de trabajo, en el sector social los trabajos suelen ser más estables, sin
la zanahoria del dinero”, afirma la autora.
Aquí,
según Nancy Lublin, el secreto es simple: “para
nosotros, la pasión casi siempre triunfa sobre la experiencia y los títulos”.
Esto no quiere decir que las otras variables no sean importantes; pero, en el
sector social, según esta autora, la pregunta clave siempre va a ser ¿quiénes
son los colaboradores más apasionados?
De
hecho, es el sector social, como la mayoría de los emprendimientos, donde más
saben aprovechar la energía de la gente joven, quienes están más dispuestos a
dar la batalla por el significado de su trabajo.
En
medio de las crisis y la competencia de los mercados, la mayoría de gerentes
hacen un llamado a su gente hacia la austeridad ¡Tenemos que cuidar hasta el
último lápiz!
Sin
embargo, como muestra Nancy Lublin, muchas veces se frustran al ver que las
personas no comparten realmente este propósito. Y, aunque en su libro muestra
diversos casos de escándalo en organizaciones sin ánimo de lucro que derrochan
dinero que debería ir a causas sociales, ella sostiene, al estudiar los mejores
emprendimientos sociales del mundo, que realmente existe un interés genuino por
cuidar cada centavo.
Para
ella este sutil cambio de mentalidad tiene un impacto significativo en la forma
en que las organizaciones desarrollan marcas, innovan, realizan alianzas y
cuidan a sus clientes. Es normal que a las empresas grandes se les olvide de
tanto en tanto lo que significa ser pequeño y salir adelante con poco. Pero,
afortunadamente, existen buenos lugares donde pueden aprender.
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