Aunque no tenía previsto exponer, Felipe Labarrera estaba allí,
al frente de un salón repleto de personas en la Universidad Francisco de Paula
Santander en Cúcuta. Junto a su equipo no habían parado de “camellar” por tres
días consecutivos en el primer Startup Weekend organizado en la ciudad.
A Felipe lo conocía de antes porque nos había visitado en la
Javeriana y con el tiempo creó un espectacular blog (Idea por Idea) para
inspirar a los jóvenes emprendedores de la región. Era el primero en presentar,
y como de por sí le tengo cariño, quise prestarle particular atención.
El auditorio mudo; solo este muchacho al frente de jurados,
mentores, amigos y compañeros. Lo que viene de aquí en adelante me sorprendió a
mí a todos los demás. No solo Felipe, sino todos los otros participantes que
presentaron ese hermoso sábado en la noche, nos dejaron literalmente sin
palabras.
Estos muchachos no eran los mismos de tres días atrás. Las
propuestas, las ideas, el diseño, la presentación, la energía y la mirada en
sus ojos.
Fue allí cuando todo quedo claro para mí.
Ese fin de semana pude presenciar múltiples veces esos pequeños
instantes en que los jóvenes de nuestras regiones te sorprenden. Muchas veces
de quién no lo esperas recibes una ráfaga de talento y energía. Eso me encanta...
Sentí, de una de una forma visceral, lo que la educación y el
acompañamiento pueden hacer en nuestros jóvenes.
Entonces me quedo claro que no tengo mayor ambición que
participar de esos pequeños instantes.
A veces trato de engañarme y pienso que necesito más que esto.
Pero no. Repetidas veces la vida me recuerda que esta es mi alegría y que debo
defenderla.
Mi ambición en la vida es participar cada vez más de esos
pequeños instantes… en que nuestros jóvenes se demuestran así mismos que son
capaces de lograr lo que ni ellos mimos tenían previsto.
Lo más hermoso que tiene este país es nuestra juventud.
Los jóvenes en cada una de las regiones de Colombia son alegres,
positivos, llenos de valores y energía; ellos tienen el alma pura por
naturaleza. Son los sueños en sus corazones y en sus mentes la verdadera fuente
de riqueza de esta nación.
Tristemente poco hacemos por proteger este gran tesoro.
¿Cuánto de nuestro tiempo, recursos y energía dedicamos a apoyar
a nuestros jóvenes?
Este tal vez sea nuestro mayor desafío. Como sociedad somos
incapaces de llegar a proteger sus sueños justo antes de que se convierten en
algo distinto.
Me da inmensa tristeza cada joven en Colombia al que nunca le
han recordado lo inteligente y capaz que es.
Me da inmensa tristeza cada joven en nuestro país quien ha
tenido que encapsular sus proyectos y ambiciones en sí mimo al faltar la mano
amiga que le permita empujarlos adelante.
Si de algo tenemos que aprender como país es descubrir cómo
podremos cuidar sus esperanzas entre todos.
El terreno está abonado para lograr hazañas increíbles. Tenemos
los mejores jóvenes que pudiéramos desear.
Juntos
podremos proteger mejor sus sueños.